Guillermo Joaquín Cuéllar Barandiarán:Celebra a San Romero de América

 

Por Cándida Cotto/CLARIDAD

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Es músico desde siempre, aunque nunca pensó que iba a desarrollar una carrera musical. Guillermo Joaquín Cuéllar Barandiarán, comenzó a interesarse en la guitarra a los doce años por razones religiosas y esas razones y muchas más le han seguido sosteniendo en la música a lo largo de cincuenta años.

El autor de la música y letra de la Misa Popular Salvadoreña visitó Puerto Rico hace unos días, invitado por la organización Red de Esperanza y Solidaridad (REDES) de la Diócesis de Caguas, para ofrecer un concierto en ocasión de festejarse el primer año de la beatificación del arzobispo Oscar Arnulfo Romero, San Oscar Romero de América.

Su interés por la música comenzó mientras estudiaba en el Colegio de los Jesuitas, en El Salvador, por lo que aprendió a tocar la guitarra con el fin de acompañar la liturgia. Esta era una iniciativa de sacerdotes jóvenes que querían que la juventud se acercara más al catolicismo, nos relata quien, además de ser músico, es antropólogo, profesor de Teología y practicó el periodismo radial.

Las canciones de la Misa Popular Salvadoreña –lo que aquí llamaríamos criolla– fueron escritas a través del tiempo. Cuéllar Barandiarán narra que toma la guitarra cuando estudiante y poco a poco se va metiendo de manera más militante en el Movimiento Juvenil Católico (MJC). Eso es antes de que Monseñor Romero llegara a ser obispo de San Salvador, a principio de los años 70. Comienza entonces a componer canciones que se divulgan y se cantan en el marco del MJC. 

Pero es cuando conoce la Misa Criolla Nicaragüense que se dio cuenta de que él también podía escribir las letras para una misa salvadoreña. “Cuando yo conocí la Misa Nicaragüense de Carlos Mejías Godoy en el año 76, que fui a Nicaragua –todavía estaba Somoza en el poder– fui a tomar contacto con movimientos parecidos a los que estaba participando en El Salvador, en la Iglesia, y en Nicaragua me topé con que en las parroquias los jóvenes estaban trabajando con el Frente Sandinista en plan de lo que se veía venir. Yo vi que todos los jóvenes que estaban metidos en las comunidades de base estaban haciendo música. Entonces, en ese marco, yo conozco la misa campesina. Eso me llamó la atención, una música campesina cantada con música propia de Nicaragua, una misa que retoma las formas culturales y me doy cuenta de que eso es una línea del Vaticano Segundo, que le dio el giro a la Iglesia católica en muchos aspectos. Entre ellos, el giro que se llama la interculturación de la fe, es decir que en cada región del mundo la fe tiene que absorber las formas culturales, por ejemplo, en África. Bienvenidas todas las formas culturales y que se incorporen en la liturgia en la vivencia cristiana en la Iglesia oficial”.

Observa que en donde cree que eso fue tomado más en serio y con mayor creatividad fue en América Latina, lo que comparó con una explosión, ya que en la región, sin exagerar, se pueden distinguir como 20 misas, entre ellas la Misa Panameña, la Misa Panamericana, la Misa Colombiana, la Misa de los Quilombos, la Misa Criolla, en el lapso del 60 al 80, del siglo XX. No obstante, distinguió que de alguna manera por la situación tan álgida en los años 70, en Centro América, las dos misas principales que surgieron, que es la Campesina, de Carlos Godoy, compuesta en el 1975, y la suya fueron las que ascendieron y han llegado a ser hasta el día de hoy las más conocidas en el mundo.

Una vez de regreso a El Salvador comienza entonces a componer canciones, ya más a propósito de integrarlas en el esquema litúrgico. Así las cosas, cuenta que cuando Monseñor Romero ingresa al Arzobispado (1977) ya tenía escritas entre cuatro a cinco canciones que, aunque todavía no se hasta que llega un momento en que el Monseñor Romero le pide que escriba un himno para el patrón nacional de El Salvador, el Divino Salvador del Mundo. Para los creyentes católicos se trata de la Fiesta de la Transfiguración, que se celebra el 6 de agosto. Para los católicos salvadoreños es una fiesta que comienza antes de la independencia y le sirve a la causa independentista. Para Monseñor Romero –indica– esa fiesta es estratégica y ese día siempre lo ocupó para decir una palabra de altura en sus cartas pastorales.

Dice que se sentía incapaz de hacer la canción, por lo que se tardó un año y al final la compuso. “En ese momento yo estaba terminando de componer el mosaico de todas las canciones que iban a ser la misa, cuando me di cuenta de que este himno que acabo de componer va a ser el Gloria de la misa. De hecho, en la grabación (se refiere a la primera grabación) Monseñor aparece en su última homilía pública presentando la canción. En algunas ediciones aparece como el Gloria y en otras como el Divino Salvador”.

Cuéllar Barandiarán conoció a Monseñor Romero a la edad de 21 años, cuando este era obispo de la región Santiago de María y él junto a otros compañeros de la Pastoral Juvenil planificaban ir a esa región oriental del país a hacer trabajo con los jóvenes. Cuando Monseñor llegó al arzobispado, él y un pequeño grupo de la clase de filosofía, le ofrecieron su apoyo. “Sí, necesito apoyo”, nos dijo. Entonces comienza a trabajar en la radio católica y luego formó parte, como representante del Movimiento Juvenil, en una comisión creada por Monseñor.

El músico sonríe al indicar que la Misa Popular Salvadoreña ha sido traducida por los luteranos, no por los católicos. La misa ha sido traducida por la Iglesia Luterana de Estados Unidos. Hay una versión en sueco para ser cantada, a cuyo estreno lo invitaron en el 1990, y otra, que describió como preciosa por su musicalización y el formato de sus voces, traducida por la Asociación de Jóvenes de la Iglesia Luterana de Finlandia. Hay una versión en inglés de Canadá y otras grabaciones de Colombia, Brasil, México, Alemania, Holanda, España y Bélgica.

¿Cómo salva su vida luego del asesinato de Monseñor?

Cuéllar Barandiarán dice que en ese momento no percibía el riesgo que de verdad corría, aunque ya había estado preso en dos ocasiones por su trabajo con la iglesia, aunque al final terminaban soltándolo. Narra que aun cuando después que asesinan a Monseñor Romero se desata una represión impresionante, él no la podía medir, quizás por ser joven. Un amigo sacerdote que ya estaba en Nicaragua le llama e insiste en que salga del país. En una cuarta llamada lo comunica con el músico Paulino Espinosa, quien le pide que vaya a Nicaragua, que estaban grabando un disco y que allí podían grabar su misa. Eso lo convenció. “Le dije a mi esposa que iba a Nicaragua. ‘¿Cuánto tiempo vas a estar?’, me preguntó. No sé, un par de semanas, le dije”.

Se fue el 13 de junio de 1980, y tardó 13 años en regresar. Así salvó su vida. Unos meses después llegaron a su casa los escuadrones de la muerte y, al no encontrar a nadie, se fueron a la casa del al lado y allí mataron a la gente. Su esposa con su pequeña hija se habían ido antes a Estados Unidos con unos familiares. Un tiempo después se juntaron en Canadá.

¿Sigue vivo ese movimiento cristiano activista?

El activista que trabajó tres años en Radio Farabundo Martí durante la guerra suspira ante la pregunta y nos describe: “La Iglesia católica salvadoreña estuvo en el ojo de la tormenta del movimiento político social que se planteó una insurrección; pero al no poder hacerla al estilo que había en Nicaragua, se planteó una guerra popular prolongada. Entonces esa iglesia, que estuvo en el ojo de la tormenta después del asesinato de Monseñor Romero, se fue enconchando, lo que considero algo natural porque sufrió demasiado. En el Salvador mataron a 15 sacerdotes, mataron a 10 religiosas y mataron a cientos de laicos activistas, gente que estaba dispuesta a dar su vida. De esa cantidad, cientos le quisieron dar palo a esa estructura. Eso está tipificado de manera clara como una persecución institucional. Ese es un caso inusual y es lo que terminó definiendo el tema de la canonización en Roma”.

Se refiere a la canonización de Monseñor Romero por la sede de la Iglesia católica en Roma, al considerar que tanto su asesinato como la persecución y asesinato de cientos de activistas cristianos fue un esquema bastante similar a lo que se considera la Era del Martirio del origen del cristianismo, durante el Imperio Romano.

Sobre el papel de la Iglesia católica destaca que es imposible pensar en lo que pasó en los años 80, en El Salvador, sin la Iglesia, que ha sido una institución muy importante con mucha influencia en la historia nacional a lo largo, por lo menos, de la época republicana. Indicó que el periodo específico de Monseñor Romero no se hubiese podido dar, ni entender, sin el trabajo del anterior arzobispo Monseñor Luis Chávez y González, junto a su obispo auxiliar Arturo Rivera y Lamas, quienes contribuyeron a estructurar la visión de lo que significa ser católico y lo que significa la institución dentro de la sociedad salvadoreña a partir del Concilio Vaticano II. “Esta dupla es la que hace un trabajo de 15, 20 años previos, de tal manera que cuando Monseñor Romero llega, se encuentra con una iglesia que ya tiene un derrotero definido como institución, no unos cuantos por ahí desperdigados. Tiene una línea bien clara”.

Al conmemorar este pasado 14 de octubre el primer aniversario de lo que Roma llama canonización, Cuéllar Barandiarán trae a la atención las palabras del padre brasileño Pedro Casaldáliga: “Tu pueblo te hizo santo”. Expresa que en el 95 compuso una canción que se titula, Proclámenlo santo, en donde se dirige a la cúpula del Vaticano, que le cerraba las puertas a considerar la beatificación. El interés era negar la tarea de Monseñor Romero y formar nuevas generaciones de sacerdotes, sembrándoles la idea de que Monseñor fue un político manipulado por la guerrilla, denunció.

“Esa es la Iglesia católica que hay ahora, pero resulta que el Vaticano dio la vuelta y ahora es un santo de la iglesia; ¿ahora cómo lo recomponemos?”, se cuestiona con relación a cómo la presente jerarquía de la iglesia salvadoreña va asumir la propuesta del papa de presentar a Monseñor Romero como modelo universal. “Para mí ha sido un regalo de la vida haber tenido la intuición y haberlo hecho canción y haberla divulgado”, concluye.

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