2019 Feria Internacional del Libro de la República Dominicana

Por Lowell Fiet/En Rojo

 

NOTA: Dedico este escrito a la destacada catedrática Mercedes López Baralt.

Mercedes López-Baralt viajó a la Feria en Santo Domingo el miércoles, 1 de mayo, pero no había asistido ni participado anteriormente. Su hermana Luce López-Baralt sí participó durante los primeros días de la Feria. Esa misma noche del 1ro de mayo después de dictar su conferencia “Perdida y ya por siempre conquistada: musa y poesía en el ciclo de Fili-Melé de Luis Palés Matos” y en camino a un restaurante, Mercedes se cayó, fracturó una cadera, tuvo que sufrir una intervención quirúrgica y se quedó hospitalizada en Santo Domingo hasta el 9 de mayo. En ánimo se recuperó inmediatamente, pero los huesos toman más tiempo. Saludos y cariño a Merce.

Del 1º al 5ºde mayo tuve la ocasión de pasar cuatro días muy satisfactorios en la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo. Fui invitado a la Feria de 2004 dedicado a Luis Rafael Sánchez y viajé a Santiago de los Caballeros y luego a Santo Domingo con Idalia Pérez-Garay y José Félix Gómez y el resto del equipo de Quíntuples. Hubo funciones en las dos ciudades mientras yo dicté una conferencia en Santiago y presenté mi libro El teatro puertorriqueño reimaginado (Ediciones Callejón, 2004) en la feria, 15 años más tarde fue mi privilegio ser parte de la delegación de Isla Negra Editores y presentar mi libro An Archipelago of Caribbean Masks en Santo Domingo.

La Feria Internacional continúa siendo la feria de libros más grande del Caribe pero diferente de 2004 y de todos los años anteriores, en la edición 2019 –la 22ª– todos los pabellones, exposiciones, presentaciones, lecturas, quioscos y ventas se dispersaron, como si fuera un laberinto esperpéntico, a través de los extensos espacios de la zona colonial de Santo Domingo.

Para dar una idea,  la Plaza Cultural de Santo Domingo, donde se llevaba a acabo anteriormente, sería como llenar el parque Muñoz Rivera en Puerta de Tierra completamente con libros; mientras la versión actual visualiza –si fuera en San Juan– espacios interconectados desde la Plaza de San José, hasta Ballajá, la Casa Blanca, el Instituto de Cultura Puertorriqueña, la Escuela de Artes Plásticas, los terrenos del Morro y hasta el fuerte San Felipe del Morro –todos llenos de libros. Sin embargo, sabemos que ni el gobierno colonial ni las agencias federales que controlan muchos de los espacios “históricos” accederían a promover un proyecto de talla internacional de tal amplitud. 

Puerto Rico fue el “Invitado de honor” al 22ª Feria y los escritores y casas editoriales de Puerto Rico dijeron presentes, aunque tal vez no suficiente porque me parece que muchas casas editoriales pasan por la misma crisis post-María y del proceso de desmantelamiento de la Junta de Control Fiscal. En este caso, el peso organizativo dentro de la feria cayó principalmente sobre las editoriales del Instituto de Cultura Puertorriqueña, la Universidad de Puerto Rico e Isla Negra Editores, porque Isla Negra, como independiente, no ha perdido ni una Feria en los últimos 22 años.

Alrededor de 25 escritores de la isla fueron invitados o aparecían en el programa, además hubo representación del Instituto de Cultura de Puerto Rico, como entidad gubernamental que patrocina y representa la cultura boricua, y del equipo de trabajo de la disminuida editorial universitaria. El gobierno de Puerto Rico también tenía su presencia, especialmente en el acto inaugural de la feria. Como es de esperarse, surgió la controversia sobre quién representaría a Puerto Rico, sus escritores y casas editoriales, y cómo esa representación se montaría en términos discursivos y corporales en el escenario internacional de la feria. La nación dominicana invita, pero el invitado es una colonia y no una nación; el ministerio de cultura de esa nación ofrece la invitación, pero Puerto Rico no tiene un ministerio sino un empobrecido “instituto” de cultura marginalizado de los demás departamentos del gobierno. Por eso, la participación de la primera dama, Beatriz Areizaga de Rosselló y otros representantes del gobierno colonial de Puerto Rico levantó ronchas en los miembros del público presente. 

Como yo no estaba presente, voy a citar a Daniel Nina del blog “El Post-Antillano”: 

Contrario a lo que muchos podrían sugerir o pensar, Beatriz Rosselló estuvo a la altura del evento, y su alocución fue una impregnada por un mensaje de corte nacionalista sobre todos los atributos de la nación boricua. En particular resaltó el valor de la lengua castellana o español como parte de nuestra identidad. De igual forma estableció el vínculo natural entre ambos países, por vía de la figura de Eugenio María de Hostos, a quien reconoció como el educador ilustre nacido en Borinquén y fenecido y enterrado en Quisqueya.

El momento más humano de su alocución fue cuando la Sra. Rosselló se dirigió a los presentes para enaltecer el sentido de resiliencia del pueblo de Puerto Rico luego del paso del huracán María. En ese momento, lágrimas brotaron de sus ojos, y tuvo que detener su intervención, lo cual le mereció un fuerte abrazo.

El gobierno de Puerto Rico, el cual dirige Ricardo Rosselló, esposo de Beatriz, no escatimó en poner recursos para este evento. La delegación encabezada por la Sra. Rosselló contó a su vez con la participación de Luis Rivera Marín, secretario de estado, Manuel Laboy, secretario de desarrollo económico y comercio; Jorge Haddock Acevedo, presidente de la UPR; Carlos Ruiz, director ejecutivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña; y de una veintena de otros funcionarios y funcionarias de varios departamentos del gobierno de la isla.

Nina recibió críticas fuertes por aparentemente haber apoyado la gestión oficial puertorriqueña. No obstante, es fácil perder la ironía de su columna: la primera dama hizo declaraciones al nivel de datos básicos sobre el patrimonio nacional –comentarios que no podría hacer en Puerto Rico– mientras el gobierno de su esposo, que mal administró la recuperación post-María y ahora corta fondos para educación y cultura dentro de Puerto Rico, “no escatimó en poner recursos” para que una delegación grande podía fingirse como una “nacional”. Por el otro lado, sí “escatimó en poner recursos” para la feria como tal ya que la mayoría de los participantes puertorriqueños pagaron sus gastos de viaje y estadía en Santo Domingo.

También se debe destacar la presencia dentro de la Feria Internacional del Libro de la República de dos otros factores: los medios estaban presentes en las actividades y sus grabaciones llegaron a la televisión y radio para transmisión. Esto ya lo había visto antes en mis viajes para investigar los carnavales dominicanos. Los eventos culturales locales forman parte de la programación regular local, algo que en gran medida se ha perdido en Puerto Rico. 

El segundo factor refiere a la presencia de miles estudiantes de escuelas en las calles que ocuparon la feria y especialmente su presencia dentro de las conferencias y presentaciones de libros. En general, su comportamiento fue cortés, aunque muchos prestaron igual o más atención a sus teléfonos que a las presentaciones. La fluidez natural de su presencia y su asistencia aún en las sesiones del sábado me impresionó positivamente.

No puedo asegurar el número de quioscos mostrando y vendiendo libros nuevos y usados –sería por lo menos 200. También hubo pabellones dentro de edificios con salas de conferencias y exposiciones de libros más especializados. Yo participé en eventos en cinco pabellones, pero muchos otros también estaban en uso continuo. La embajada francesa, ubicada en la zona colonial, tuvo una presencia muy fuerte en las actividades y jóvenes de Martinica y Guadalupe asistieron a la feria. Varios otros países, incluyendo a Cuba, también auspiciaron quioscos y pabellones.

Pero el gran placer de participar en la 22ª edición de esta feria del libro fue viajar dentro de la delegación de Isla Negra Editores. Allí conocí nuev@s autores y compartí con otros conocidos. Pude presentar y reseñar el nuevo libro de Larry La Fountain-Stokes, Escenas transcaribeñas: ensayos sobre, teatro, performance y cultura, y él hizo lo mismo con mi libro. Así fue para todas las presentaciones de Isla Negra. El director Carlos Roberto Gómez Beras logró una coordinación excepcional de un grupo que también incluía a: Mercedes López-Baralt, Pablo Cancio Reichard, Nancy Debs Ramos, Madeline Millán, Amarilis Vázquez Jaime Marzán, Helena Sampedro, Irene Estévez, María Ostolaza Rivera, Robert A.B. Sawyer y Dinorah Cortés-Vélez. Tod@s presentaba nuevos libros publicados por Isla Negra Editores.

Termino donde empecé hace una semana con el teatro programado simultáneamente con los otros eventos –pude ver tres obras dentro del contexto de la Feria. Ya escribí sobre “Andrea Evangelina” de Chiqui Vicioso pero también quiero mencionar “Luvina”, un notable performance basado en el cuento del mismo título de Juan Rulfo. Por su puesta en escena al aire libre en un parque y por la fuerza que ejercía la joven Charismel García, la impactante pieza proyecta una visión contada y corporal lejos de su y nuestra propia experiencia. Por otro lado, el trabajo de máscaras de “En tiempo de mangos verdes” del Teatro Utopía de Santiago de los Caballeros, adapta el estilo de la Commedia del‘Arte para presentar la problemática de una joven de colegio encinta y las dificultades, opciones y decisiones que ella enfrenta en la República Dominicana actual.

La República Dominicana invierte y participe orgullosamente en lograr anualmente una impresionante feria internacional del libro. Fue un placer poder asistir. ¿Y Puerto Rico?  

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