A 85 Años de la masacre de Río Piedras

 

Especial para En Rojo                                                                                 

“Impacibles con la calma, Hiram, Elias Griselio,

 Crearon la Madrugada… – El TOPO

Al hermano René Torres Plated

La Masacre de Rio Piedras del 24 de octubre de 1935, es uno de los eventos más cruciales y cruentos de la historia de la confrontación entre la Policía imperial de la década de 1930 y el Movimiento Nacionalista de Puerto Rico. No obstante, aun cuando reviste la mayor importancia, en nuestra historia política del Siglo veinte, en ocasiones ha sido soslayada o ignorada en los textos de Historia de Puerto Rico.

El eminente historiador Fernando Picó en su Historia General de Puerto Ricoapenas le dedicó un párrafo denominando el evento como una “refriega;” (1) y por su parte Lucas Morán Arce en su Historia de Puerto Ricoequivoca la fecha señalando “…que se produjo un “encuentro” con la policía en el que resultaron muertos cuatro Nacionalistas…”   (2)

De manera que resulta fundamental que veamos los acontecimientos desde los inicios del año terrible de 1935, pues este, concatena y desencadena acontecimientos posteriores como el ajusticiamiento del coronel E. Francis Riggs y de la Masacre de Poncede 1937.

En agosto de 1935 el Partido Nacionalista recibe confidencias de los centros del propio poder norteamericano en Puerto Rico que revelaban el firme propósito del régimen norteamericano de hacer asesinar con cualquier pretexto a los dirigentes del Partido Nacionalista y a su presidente, Pedro Albizu Campos. Don Ramón S. Pagán fue uno de los hombres que corroboró la existencia del plan que estaba dirigido por la policía secreta norteamericana en Puerto Rico.

Así las cosas, el 24 de octubre la policía dirigida por el coronel Elisha Francis Riggs asesina en Rio Piedras a los nacionalistas Ramón S. Pagán, Pedro Quiñones, Eduardo Rodríguez Vega y José Santiago Barea. Otro nacionalista, Dionisio Pearson, resultó gravemente herido. Este suceso se conoce como: La Masacre de Rio Piedras. Al día siguiente (25 de octubre) Albizu Campos pronuncia un discurso de despedida de duelo y juramenta a los presentes para que ese asesinato no quede impune: “Venimos aquí a prestar un juramento para que este asesinato no quede impune. Levantad la mano en alto los que se crean libres.” (3)

El primer enfrentamiento no se hizo esperar. Transcurría el mes de octubre de 1935. En las afueras del recinto de Rio Piedras de la Universidad de Puerto Rico, donde se estaban celebrando unos mítines estudiantiles en contra de unas declaraciones de Albizu, cinco estudiantes nacionalistas que viajaban en un auto fueron baleados por la policía. Cuatro de ellos murieron, amén de un inocente espectador. La policía alego defensa propia en este suceso, conocido por muchos como Masacre de Rio Piedras. Sin haberse realizado investigación alguna, varios de los policías responsables fueron ascendidos. Ante la tumba de los nacionalistas caídos, Albizu hizo un llamado al heroísmo. “Juremos que cuando llegue del momento”, dijo “sabemos morir como héroes, porque el heroísmo es la única salvación que tienen tanto los individuos como las naciones”. (4)

El 23 de febrero de 1936, en represalia por las muertes de la Masacre de Rio Piedras, dos nacionalistas, Hiram Rosado y Elías Beauchamp, asesinaron al coronel Riggs, tras ser capturados y llevados a un cuartel de la policía en el Viejo San Juan, Rosado y Beauchamp fueron acribillados por los policías, quienes nuevamente alegaron defensa propia con las tres muertes de este fatídico día, ascendían a ocho, hasta el momento, las victimas del enfrentamiento entre policías y nacionalistas, iniciado a finales de 1935.

Como sabemos no sería éste el último conflicto violento ni la última matanza por el régimen imperialista en Puerto Rico. Todo ese escenario sirvió para que el Gobernador Yanki Blanton Winship ordenará la Masacre de Ponceel domingo de Ramos del 21 de marzo de 1937, que dejó el saldo de 21 muertos y 200 heridos.

Un antecedente en ese año de 1935, fue un discurso radiado de Albizu Campos a todo el país desde el pueblo de Maunabo, en donde se atacaba la política del régimen norteamericano en Puerto Rico y se señalaba la influencia decadente del asimilismo en la Universidad de Puerto Rico. Un grupo de estudiantes universitarios, a quienes algunos historiadores han clasificado como vinculados a las capas sociales dominantes de la sociedad, hijos y parientes de altos funcionarios del gobierno, llama a la celebración de una Asamblea y declarar el presidente del Partido Nacionalista persona non grata. 

 Juan Ángel Silén en su Historia de Puerto Rico sobre esto señala que sobre esto hay varias contradicciones: “Isabel Picó le adjudica el movimiento a estudiantes Republicanos dirigidos por Francisco Ponza Feliú y que la asamblea no se celebró. Juan Antonio Corretjer en El Líder de ladesesperación (1972) se la adjudica a las manipulaciones del coronel Riggs, a través de la juventud del Partido Liberal y pone a Juan Juarbe Juarbe participando en le asamblea. Ramón Medina Ramírez en su obra. (5)

Lo cierto es que los nacionalistas llamaron a un acto a celebrarse en Rio Piedras el 24 de octubre de 1935. La policía rodea la universidad y tirotea un automóvil que manejaba Ramón S.  Pagán, tesorero del Partido. Mueren en el atentado cuatro nacionalistas: Ramón S. Pagán, Pedro Quiñones, Eduardo Rodríguez y Pepito Santiago Barea, quien fue asesinado frente a la Universidad al entregarse a la policía. El saldo total del incidente son cuatro nacionalistas muertos, un policía, y cuarenta heridos. Como sabemos, dirige la policía el norteamericano E. Francis Riggs.

Esta matanza que hoy se conoce como la Masacre de Rio Piedrasfue resultado – sin duda alguna – a la reorganización que había comenzado Riggs y el gobernador Blanton Winship de la policía como unidad militar. Bombas lacrimógenas, pistolas automáticas y ametralladoras componen el nuevo arsenal de la policía. Sus ordenes son: “Frente a los nacionalistas disparen a matar.” (6)

El entierro de los jóvenes nacionalistas se convierte en una manifestación contra el gobierno. Más de quince mil personas escuchan a Albizu Campos, quien despide el duelo. “Venimos aquí – dijo Albizu – a prestar juramento para que este asesinato no quede impune. Levantad la mano en alto todos los que se crean libres. Juramos todos que el asesinato no perdurará en Puerto Rico.”   Y la juventud juró vengar la muerte de los nacionalistas. (7).

El día 24 de octubre de 1935, la policía mató a cuatro nacionalistas (incluyendo al tesorero del partido, Ramón Pagán) en lo que luego se llamó la Masacre de Rio Piedras. El incidente ocurrió a una cuadra del cuartel de la policía, a plena luz del día y ante varios testigos. Una bala perdida también mato a un anciano llamado Juan Muñoz Jiménez, quien había salido de su casa comprar un billete de la lotería (8). Ese día en que se había convocado una Asamblea por los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, a las diez y media de la mañana antes de que comenzara la misma varios autos de la policía detuvieron un sedan Willis-77 donde iban cuatro nacionalistas. Dos policías saltaron a sus estribos y les ordenaron que procedieran lentamente a la estación policiaca más cercana. A una cuadra de la estación, en la Calle Arzuaga, autos adicionales de la policía detuvieron su marcha, y un escuadrón de policías rodearon el coche y todos comenzaron a dispararles.

Un cadete de la República, de nombre José Santiago Barea, corrió del coche y lo mataron al instante. Los tres nacionalistas, Ramón S. Pagán, Pedro Quiñones y Eduardo Rodríguez, fueron baleados dentro del vehículo. Un anciano llamado Juan Muñoz Jiménez también cayo al pavimento mortalmente herido. Muñoz no era nacionalista; andaba por allí – como mencionamos – comprando lotería.

Como bien apuntó la investigadora de Albizu, Marisa Rosado, la isla entera montó en cólera y hablándole a ocho mil personas en el funeral de los nacionalistas, Albizu Campos acusó al general Winship y a su jefe de la policía, coronel E. Francis Riggs, de “deliberadamente asesinar a los nacionalistas que representaban a Puerto Rico” (9) Ya que Ramón S. Pagán había sido el tesorero del Partido Nacionalista y recientemente había delatado un complot para asesinar a Albizu Campos, este no aparece haber sido una hipérbole de su parte. Cuatro días después de la masacre, el jefe de la policía Riggs, declaro a varios periódicos que el estaba listo para entrar en “guerra a muerte contra todos los puertorriqueños.” (10)

En la tranquila mañana del 23 de febrero de 1936, Riggs tuvo su guerra. Nelson A. Denis en su libro Guerra contra todos los puertorriqueños: Revolución y Terror en la Colonia Americana, lo describe así: “…Como un caballero educado en la Universidad de Yale, miembro del exclusivo Club Scroll and Key,y heredero de la fortuna del Riggs National Bank, Riggs tal vez sentía que era intocable. Pero después de haber organizado la Masacre de Rio Piedras, estaba maduro para un escarmiento. Durante el regreso a su casa desde el exclusivo balneario de El Escambrón, se le acercaron dos jóvenes armados. Hiram Rosado le disparo y fallo; Elías Beauchamp lo mato instantáneamente. La Policía inmediatamente les arresto, llevándolos al Cuartel del Distrito de San Juan, y allí mismo los ejecutaron sin dilación. (11)

Ante la situación el general Winship inmediatamente se hizo cargo personal de la Policía Insular. Esa misma noche dos nacionalistas más fueron asesinados por la Policía en el pueblo de Utuado. (12). Otros nacionalistas “desaparecieron” y jamás se volvió a saber de ellos; estos se conocieron desde entonces como los “desaparecidos”. Al otro dia  El Imparcial publicó el relato con el titular: DISPAREN PARA QUE VEAN Cómo MUERE UN HOMBRE

En los servicios fúnebres de Rosado y Beauchamp, Don Pedro Albizu Campos declaró: “Los asesinatos de Rio Piedras fueron su obra (…) General Blanton Winship, que ocupa La Fortaleza. Asesinó a sangre fría, perpetuar el asesinato como una forma de gobernar es lo que esta haciendo ahora la Policía entera” (13).

Después del ajusticiamiento del jefe de la policía Riggs y del asesinato de los cuatro nacionalistas, el general Blanton Winship desencadenó un reino de terror a través de toda la isla. El 21 de marzo de 1937, Domingo de Ramos, la isla entera presenció el evento más sangriento de toda su historia: La Masacre de Ponce.

Como señaló un estudioso de esa coyuntura de la media década de los años 30’s, hay que observar estos enfrentamientos entre policías y nacionalistas en un contexto mayor: el de grandes tensiones ocasionadas  por la crisis económica y social producto de la Gran Depresión económica que había comenzado en 1929. Es decir, los disturbios eran un cuadro de tensiones ocasionado, en gran parte, por las condiciones de miseria en que vivía la clase obrera y el pueblo en general (14).En efecto tras la participación de Albizu en las huelgas de la caña 1933-34, la atención de Estados Unidos a los conflictos surgidos se tornó hacia una política de represión y asesinatos. Con el gobierno del General Winship y del coronel Riggs se militarizó la policía y se puso en acción todo un plan de guerra contra  el movimiento Nacionalista.

Se había puesto en marcha la amenaza del coronel Riggs jefe de la Policía al servicio del gobierno interventor yanqui a la nación puertorriqueña aquella declaración de guerra. La misma que había circulado en la edición del periódico La Democracia (de fecha 28 de octubre de 1935), y que circuló la noche antes. Había dicho el coronel que habrá ¡guerra, guerra y guerra!

Es que acto de guerra había sido la invasión del ejército de Estados Unidos aquel 25 de julio de 1898; acto de guerra que constituyó la intervención que sufre Puerto Rico desde esa fecha nefasta hasta el día de hoy.

El autor es historiador y profesor universitario

Referencias

Fernando Picó. Historia general de Puerto Rico.Ediciones Huracán. 1986. Pág. 250 
Lucas Morán Arce. Historia de Puerto Rico. LIBROTEX Inc. San Juan, Puerto Rico. Pág. 195.

Pedro Albizu Campos. Obras Escogidas, 1923-1936. Tomo I. Recopilación y Notas por J. Benjamín Torres. Editorial Jelofe. San Juan, Puerto Rico. 1975.

Manuel Maldonado-Denis. Albizu Campos y el desarrollo de la conciencia nacional puertorriqueña en el Siglo XX. México, Edit. Siglo XXI, 1972. Págs.25-27.

Juan Angel Silén. Historia de Puerto Rico. Distribuidora de Libros, Inc., 1993. Pág.184.

Silén, Op.Cit., pág. 184.   

El Mundo, Octubre de 1935.  

Marisa Rosado. Pedro Albizu Campos. Las Llamas de la Aurora: Acercamiento a una biografia de Pedro Albizu Campos. (Segunda edición. 2001. San Juan, Puerto Rico). Págs. 225-228.

Rosado, Idem.

Miñi Seijo Bruno. La insurrección Nacionalista en Puerto Rico, 1950. (Rio Piedras, Puerto Rico, Editorial Edil, 1989).
  • Nelson A. Denis. Guerra contra todos los puertorriqueños: Revolución y terror en la colonia americana. Nation Books, New York. 2015, págs.70-71.
  • Rosado, Op Cit, pág. 234.
  • El Imparcial, 25 de febrero de 1936.
Thomas Mathews. La política puertorriqueña y el Nuevo Trato. Editorial Universitaria. 1969. Pág. 249.

      

 

Artículo anteriorMinutos de cine:#Alive
Artículo siguienteA veces llegan cartas:La pitonisa eleccionaria