AES: Un impacto mortal a la salud

 

Por Giancarlo Vázquez López/CLARIDAD

gvazquez@claridadpuertorico.com 

Estudiantes de Salud Ambiental de la Escuela de Salud Pública de la UPR y el profesor Luis Bonilla, repitieron en 2018 un estudio de prevalencia realizado en 2016 sobre las condiciones asociadas a la exposición de personas al polvo de cenizas que genera la carbonera AES, en Guayama. 

La pregunta era si la prevalencia de las enfermedades crónicas que se había encontrado en el primer estudio, realizado por los estudiantes de Bioestadística y Tecnología en las comunidades Miramar y Puente de Jobos, en Guayama, habían cambiado en dos años o no. Ambas comunidades se compararon en 2016 con la comunidad Santa Isidra, en Fajardo; todas del mismo nivel socioeconómico, con la única diferencia de que esta última no está expuesta a la contaminación generada por la carbonera. 

En entrevista con CLARIDAD, Bonilla resaltó que Fajardo es el estándar de calidad de aire en Puerto Rico, por lo que se utiliza como medida de comparación cuando se hacen estudios epidemiológicos de esta índole. 

“Siempre se busca identificar la comunidad expuesta, en este caso, a la contaminación de aire. Vamos a ver qué diferencias tiene con otra comunidad que no tiene ese nivel de contaminación y de ahí se establecen unas diferencias y se determina si son estadísticamente significativas”. 

En el estudio de 2016 se encontró que todas las prevalencias de enfermedades asociadas a la exposición a contaminación de aire fueron significativamente mayores en Guayama que en Fajardo. Entre estas, enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cerebrovasculares, de la piel, diabetes y cáncer: “Lo que es indicativo de que en el caso de esas dos comunidades en el barrio Jobos en Guayama, al estar expuestas las emanaciones de esa planta, hay más gente enferma de esas condiciones que una comunidad que está expuesta a un aire más limpio, que no tiene una prevalencia tan alta”.

El estudio se hizo utilizando PM10 (Particulate Matter, en inglés), como indicador de contaminación. PM10 son partículas de menos de diez micrómetros de diámetro que se mantienen en el aire y pueden ser respiradas. Bonilla, indicó que para la Organización Mundial de la Salud (OMS) no hay nivel seguro de PM10 en la atmósfera por el nivel de impacto que tiene sobre la salud pública.

“Mis estudiantes de Salud Ambiental y yo repetimos ese mismo estudio (de 2016), pero en Guayama solamente. Para realizar dicho estudio utilizamos el mismo diseño epidemiológico y cuestionario que se utilizó para el estudio de 2016”, detalló el profesor. 

Bonilla y sus estudiantes encontraron que en 2 años las prevalencias en las enfermedades mencionadas habían aumentado significativamente: “En algunos casos superaron el doble de la prevalencia que había en 2016”.

Estudio ecológico: mortalidad por enfermedades cónicas 

En ambos estudios (2016 y 2018) la unidad de interés era el individuo. Luego, Bonilla quiso hacer un estudio más amplio comparando la población total de Guayama en oposición a la población total de Fajardo. En epidemiología esto se conoce como un estudio ecológico, donde la unidad de interés es la población completa. 

Para el estudio ecológico se utilizaron 15 años de datos producidos por la Junta de Calidad Ambiental (JCA), la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, en inglés) y el Registro Demográfico.

Bonilla, destacó que se utilizaron los niveles de PM10, una de las medidas que por ley la JCA tiene que tomar y enviar a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, en inglés). También, dos variables climáticas de dos estaciones de la NOAA: temperatura ambiental y precipitación acumulada. Del Registro Demográfico se obtuvieron las muertes ocurridas en Guayama en ese período de 15 años.

“En este caso, la variable de interés no era las enfermedades crónicas, sino la mortalidad de la gente por todas las causas, pero sobre todo por cuatro en específico: enfermedades respiratorias, cardiacas, cerebrovasculares y cáncer”. 

“Se hizo un estudio ecológico integrando todas esas variables en un General Lineal Model, o modelo de regresión lineal, con regresión de poisson […] que nos permite integrar todas las variables y ver el efecto de una variable, en este caso la mortalidad, controlando las otras variables que tiene el modelo”, explicó. 

Este tipo de estudio de contaminación del aire y salud requiere dividir la población en estratos. Generalmente se divide en 4 grupos generales: menores de 65 años, de 65 a 74, y 75 y más, para ver ¿cómo por grupo de edad la gente padece alguna de las enfermedades crónicas o mueren debido a la exposición? 

En el primer grupo, la mortalidad en Guayama y Fajardo era similar. Sin embargo, Bonilla y sus estudiantes encontraron una relación entre la concentración del material particulado a nivel atmosférico y la mortalidad de este grupo. Por cada aumento de 10 microgramos de PM10 en la atmósfera, la mortalidad se incrementaba un 4%. Por otra parte, en los grupos de 65 a 74, y de 74 y más, se encontró que por cada 10 microgramos de aumento de PM10 en la atmósfera, la mortalidad aumentaba un 11%. 

“Es una diferencia grande, lo que demuestra que hay una relación dosis-respuesta: a medida que aumenta la dosis, mayor es la mortalidad”, explicó.

El estudio ecológico comparó la mortalidad, tanto en Guayama como en Fajardo, por la exposición al PM10. 

Muestreo del agua

“Esa parte no la tocamos porque el impacto mayor, según hemos visto, es a través del aire. Eso es otro ángulo. Se han tomado muestras, se han analizado y se ha encontrado arsénico y otros metales pesados en el agua subterránea, pero todavía no se ha hecho la conexión epidemiológica”. 

“Hay mucha evidencia, podemos decir, anecdótica, porque tú puedes hacer mediciones, pero ¿cómo tú conectas esos niveles con efecto a la salud pública? Ahí entra la metodología epistemológica que nosotros utilizamos en nuestro estudio para demostrar que sí hay unos efectos sobre mortalidad y la prevalencia de enfermedades crónicas que son causadas en gran parte por la contaminación del aire que genera AES en Guayama”. 

Aclaró que aunque no es lo único, la contaminación que genera la carbonera es un factor bien importante en la mortalidad y las enfermedades que padece la gente en Guayama, al menos en las comunidades donde se realizó el estudio. 

Bonilla, resaltó que los tres estudios realizados en la Escuela de Salud Pública, se apoyan mutuamente y son los únicos que conectan la contaminación que genera la planta con el impacto a la salud y mortalidad. 

Experimento natural

El profesor mencionó que hay quienes han cuestionado los estudios diciendo que no muestran causalidad, ya sea por defender a AES u otras razones. 

“De los nueve criterios de causalidad cumplimos con ocho, no cumplimos con uno tan específico que incluso Leon Gordis, el epidemiólogo más famoso, dice que se debería eliminar”, explicó Bonilla. Según ese criterio “una exposición dada causa una condición o enfermedad específica, pero esa relación de uno a uno es prácticamente imposible encontrarla”. 

“La única manera es sometiendo con experimentos seres humanos a esos contaminantes por años, como ha sucedido, pero la investigación con seres humanos está bien reglamentada. [En cambio] cuando uno como investigador encuentra una comunidad donde ya vivía gente y luego le construyen al lado una industria como la carbonera que los está contaminando por años (desde el 2002), eso se conoce como un experimento natural en epidemiología”, sugirió el profesor. 

Señaló que las personas en las comunidades aledañas a la carbonera son de bajo nivel socioeconómico y no tienen los recursos para mudarse de área. En consecuencia, han estado expuestos a esos contaminantes. Para los efectos, si eso se considera un experimento, la causalidad estaría demostrada.

“A mi entender, hay suficiente evidencia científica para que esa planta se cierre cuanto antes”, sentenció Bonilla. 

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