Angel (Cachete) Maldonado Jerry Medina lo recuerda

Foto: José Rodríguez

En entrevista con En Rojo, el vocalista y trompetista puertorriqueño Jerry Medina recordó a Ángel “Cachete” Maldonado, su compañero en la música, amigo por cuatro décadas y quien falleció el pasado 10 de enero a sus 68 años tras batallar contra el cáncer. 

“Cachete tocaba con el corazón. Él vivió para el tambor y la música”, dijo Medina. Y continuó: “Cachete pasará a la historia como uno de los grandes tamboreros y músicos que ha dado Puerto Rico. Su legado aún continúa porque lo pasó a gente como Giovanni Hidalgo y Anthony Carrillo (entre otros), jóvenes músicos que desde más jóvenes estuvieron ahí con nosotros”. 

Conocido como “El hijo del tambor”, Maldonado tiene un sitial en la historia de la música afrocaribeña que se ha producido en Puerto Rico. Este destacado percusionista, maestro y compañero de muchos músicos que han representado al país internacionalmente, fue uno de los que popularizó en Puerto Rico la música con tambores batá y la combinación de géneros. 

A juzgar por Medina, la trayectoria musical de Cachete siempre estuvo marcada por la conciencia que tenía de sus raíces afro y por el sentimiento de libertad que expresaba al tocar. “La asimilación norteamericana no le impidió seguir siendo libre en su expresión musical. Esa libertad es la que yo creo que todo músico debe emular”, comentó Jerry Medina, quien considera que Maldonado era libre al tocar y exhortaba a otros músicos a sentirse libres en sus quehaceres musicales. 

El inicio de la hermandad entre Jerry Medina y Cachete Maldonado se remonta a los años ochenta, cuando surgió “sin coordinar, improvisadamente” la icónica agrupación Batacumbele (en lenguaje yoruba significa arrodillarse frente al tambor), compuesta por ellos dos y por el pianista Eric Figueroa, el bajista Eddie “Guagua” Rivera, los percusionistas Pablo Rosario y Giovanni Hidalgo. La agrupación, que revolucionó la música afrocaribeña por la fusión de tambores, que, según Medina, no se había dado así desde Rafael Cortijo, estuvo constituida por poco más de cinco años. Tiempo que les dio para viajar dos veces al Festival de la Juventud en Cuba, para grabar cuatro discos y para realizar dos giras por Estados Unidos. 

“Cortijo revolucionó y de ahí para adelante vinimos nosotros. Cachete supo dirigir la diversidad que se juntó, unos con más experiencias otros con ninguna. Lo que estaba saliendo de cada uno de nosotros era la honestidad de la expresión musical”, comentó Medina. 

Enfatizó, además, que “lo que hace legendaria la agrupación es la genialidad y sapiencia de Cachete Maldonado. Todavía hay mucha gente que no le ha dado la importancia que tiene en nuestra historia como tamborero”. Salirse de lo sencillo y manejar la fusión de la bomba, la plena, el songo, el jazz también hizo de este grupo uno para la historia. 

Esa sapiencia sonora que muchos le reconocieron a Cachete lo llevó a participar en un sinnúmero de grabaciones de todo tipo de música, incluyendo el rock, a montar Batacumbele en los ’80 y más adelante Los Majaderos y a ser inspiración para muchos percusionistas del país. 

Comentó Jerry Medina que el percusionista, debido al conocimiento que tenía de ritmos, a su destreza como tamborero y a sus experiencias tocando con diferentes orquestas en Nueva York y Puerto Rico, sabía reconocer el potencial de los músicos. El propio Medina es consciente de que debe mucho de su trayectoria al respaldo de Maldonado. 

Cachete sufrió dos derrames cerebrales (en 2002 y en 2005), los que le afectaron el cuerpo y el habla. Sin embargo, el sentir por la música y el ritmo de los tambores jamás cesó. Luego de esos percances de salud, continúo asistiendo a las presentaciones de Los Majaderos y tocaba el shékere desde un sillón de ruedas. Santurcino de nacimiento, incursionó en la percusión con la batería y se reafirmó como percusionista al toparse con los tambores batá, típicos en la religión yoruba.  

Aunque su padre, el bajista Rubén Maldonado, le instó a aprender piano, el rugir de la percusión le llamó más la atención. Fue entre Cuba y Nueva York, y de la mano de grandes exponentes musicales, que Cachete Maldonado despuntó como el gran músico que fue. Dejarse llevar por lo que le dictara el corazón fue clave para resaltar como percusionista. 

“Yo iba a tocar y a sacar lo que tenía en mi corazón (cuando tocaba en Batacumbele), que es lo que todavía hago. Yo no toco para complacer los gustos de otra gente, yo soy honesto cuando toco”, dijo Medina recordando una de las lecciones aprendidas del maestro Maldonado. 

“Conciencia de respeto hacia la música”, eso tenía el maestro de los tambores. “En mi carrera, que lleva más de 40 años, eso me ha servido de ejemplo. Además de otras lecciones como creer en lo que hago y estar orgulloso de mis raíces”.

“La vida es toda ritmo y sin él nada somos”, dijo Jerry Medina durante la entrevista. ¡Que siga el ritmo del legado del maestro Ángel “Cachete” Maldonado a través de quienes han seguido su ejemplo!     

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