Apuntes sobre un poeta antifascista

 

Especial para En Rojo

I

Déjenlo todo

-André Breton

Cuando George Oppen publicó The Materials (1962), habían pasado veintiocho años desde la publicación de su primer poemario, Discrete Series (1934). El mismo poeta que durante la década del 30 fundó el sello editorial “Objectivist Press” (con mucho más esfuerzo que dinero), y que junto a William Carlos Williams, Louis Zukofsky, Lorine Niedecker, y otrxs, insistió que el poema era un objeto desde el cual percibir el mundo, dejó de escribir por casi tres décadas. ¿Qué provoca que un poeta abandone la poesía? El contexto político de Oppen, un judío de Nueva Rochelle, NY, arroja algunas pistas. Entre un poemario y otro, múltiples crisis se desataron: la Gran Depresión de los Estados Unidos, la Guerra Civil española, el advenimiento del facismo en Europa y la Segunda Guerra Mundial, en la que Oppen participó como soldado. Al ojear algunas fotos de Oppen, no es fácil imaginarlo en uniforme. No porta la imagen clichosa de un intelectual que se sienta a pensar, pero sus pómulos pronunciados, el poco peso que parece atarlo a la tierra, tampoco remiten a la imagen de un soldado o un “hombre de acción”. Resulta difícil imaginar su tamaño eludiendo balas, buscando un tiro al blanco, desplazándose a través de un campo abierto y desconocido, a donde la metáfora apenas llega.

Cuando la identidad de Oppen como poeta comienza a vacilar, todavía Theodor Adorno no había sentenciado que escribir poesía después de Auschwitz era un acto de barbarie. Eso vendría después. Pero, en Oppen, la sospecha de que escribir poesía era incompatible con su realidad inmediata, empezaba a cobrar forma. En el invierno del 35, después del VII Congreso de la Internacional Comunista, George Oppen y su esposa, Mary, también escritora y artista, trocaron el arte por la organización política. Se organizaron bajo la insignia comunista y abandonaron la poesía como quien deja atrás un disfraz o un artículo muy poco preciado. Atrás quedaron las colaboraciones con Louis Zukofsky, William Carlos Williams y las memorias de una editorial que buscaba, lo de siempre: una poesía nueva y fresca, capaz de recoger la raíz de una experiencia en el mundo.

II.

La poesía es un arma cargada de futuro

-Gabriel Celaya

Abandonar la poesía fue la contestación de Oppen a su presente, aunque bien es cierto que había otro horizonte de respuestas posibles. Oppen pudo haber optado por la poesía “de armas” que se produjo en el mundo hispano, a partir de César Vallejo y Pablo Neruda. Pudo haber escrito una poesía útil, próxima a la acción como el calor que emana de un fusil. Pero Oppen no comprendía esa convivencia entre lo político y lo poético, o al menos no la consideraba honesta. Por eso no retomaría la escritura hasta después de regresar de la guerra, a finales de los 50. Según cuenta su compañera, Mary, una noche, Oppen tuvo un mal sueño. “Soñaste que no te quieres oxidar”, le dijo su doctor poco tiempo después. Ese mismo día, Oppen llegó a la casa con lápices y una libreta. El miedo a oxidarse, a volverse una tuerca en desuso, lo devolvió a su herramienta original: el poema.

III.

I had miscalculated “we”

-Natasha Lennard

Leer a George Oppen mientras un grupo armado de extrema derecha irrumpe en el Congreso de los Estados Unidos genera su propio sentido del absurdo. Atestiguo un intento golpista en vivo, yuxtapuesto a los últimos versos de Oppen que alcanzo a leer. Dicen así:

There are things

we live among ‘and to see them

Is to know ourselves’

(Of Being Numerous, 1968)

Mareada por la cantidad de banderas que ondean en la televisión, me quedo atorada en cómo Oppen habla de un pronombre que, en este momento, me resulta impensable: “we”. Un judío que sobrevivió el fascismo y que dejó el arte por el activismo durante casi tres décadas, emplea el “nosotrxs”, como si la fragmentación que nos legó el siglo XX no afectara la integridad, la capacidad de congregar, de dicho pronombre. Pese a la sospecha, me hago la pregunta que, según yo, los versos de Oppen dejan abierta: ¿qué autoconocimiento debo ganar si miro las cosas entre las que vivo justo en este instante? Si lo que rodeo es mi espejo, y yo soy lo que veo, entonces, ¿debo abrazar como mías las imágenes del mundo al revés y el sonsonete de la periodista, que repite en la televisión: “We are better than this”?  Estoy en medio de una contienda entre comunidades imaginadas.

El pronombre de la reportera remite a su uso fundacional, aquel “We the People” que los estadounidenses emplean orgullosamente para referenciar la fantasía de unidad y consenso que sirve de base a su imaginario nacional. Su pronombre se nutre de un miedo fundamental a lo otro: no admite como propio lo que no reconoce, aunque la rodee como una evidencia. El “nosotrxs” de Oppen le sirve de contraste. La poesía que Oppen produce después de la guerra supone una larga y concentrada meditación en torno a lo que significa ser unx en relación a lxs otrxs:

The self is no mystery, the mystery is

That there is something for us to stand on.

We want to be here.

The act of being, the act of being

More than oneself

(“World, World—”, 1965)

Sobre todo en su poemario más famoso, Of Being Numerous (1968), Oppen emplea un “nosotrxs” plural e indefinido, pero en constante relación con todo aquello—humano, objeto, animal—que logra atisbar. No deja de sorprender que Oppen sea capaz de usar semejante pronombre después de años de activismo y su participación directa en una guerra. Pese a todo lo visto y vivido, su experiencia con la historia no produjo un rechazo enfático a su capacidad de decir “nosotrxs”. Más bien potenció la necesidad de repensar lo común desde los fragmentos de una realidad polarizada. El pronombre en Oppen es una apuesta a lo numeroso, a la perplejidad de pertenecer a una comunidad que, en el momento decisivo, y de cara a la cifra unívoca y singular, opta por lo mucho, lo plurívoco, lo incontenible. Frente a la desconexión descomunal que percibo entre la televisión y el poema, entre la reportera y Oppen, me dejo llevar por las palabras de quien abandonó la poesía y regresó en números para contarlo:

Obsessed, bewildered

By the shipwreck

of the singular

We have chosen the meaning

Of being numerous.

(Of Being Numerous, 1968)

 

 

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