Aún no ganamos

se puede verificar que este libro que nació de una tesis de doctorado permite a quien lo lea observar cómo la relación del autor del libro con el objeto estudiado se establece de dos formas: César Pérez estudia el evento que fue la huelga de 2010 como académico, en el proceso de escritura de una tesis de doctorado, y por fin se identifica con el sujeto colectivo que es el actor protagonista en las distintas huelgas.

Ruy Costa

Las palabras finales de César –‘Aún no ganamos y la huelga no ha terminado’– me parecen las palabras justas para comenzar mi comentario y presentación de Rebelión – No-Derecho y Poder Estudiantil, la huelga de 2010 en la Universidad de Puerto Rico.

Justas porque este sujeto colectivo del ‘no ganamos’ incluye al autor de este libro, César Pérez Lizasuain, que se identifica con el sujeto colectivo que es el estudiantado que hizo la huelga de 2010, la del 2011 y la del 2017. De esta forma, y para quien no conozca al autor, se puede verificar que este libro que nació de una tesis de doctorado permite a quien lo lea observar cómo la relación del autor del libro con el objeto estudiado se establece de dos formas: César Pérez estudia el evento que fue la huelga de 2010 como académico, en el proceso de escritura de una tesis de doctorado, y por fin se identifica con el sujeto colectivo que es el actor protagonista en las distintas huelgas. 

Para este proceso de identificación que se da entre César y el sujeto colectivo protagonista de la huelga de 2010 será importante señalar que César fue docente sin plaza en la Universidad de Puerto Rico durante varios años, que en 2017, como lo dice en el prefacio ‘en contraste con la huelga de 2010, me tocó ver y participar del evento como profesor universitario’, y que además de esto, César es ciudadano, asalariado, miembro de la clase trabajadora de un país en que la precariedad es junto con el desempleo el futuro expectable para la gran mayoría de los que ahora estudian y trabajan en este país. 

El proceso de construcción del estudiantado en movimiento estudiantil, del estudiantado como agregado de individuos atomizados que ocupan un lugar en la estructura que es la universidad, y que como dice en una entrevista un ex-miembro de la Junta de Síndicos – ‘aquí los maestros vienen a enseñar, los estudiantes a aprender y los administradores a administrar y si hacen cualquier cosa distinta a eso is not okay’ (125), y que se convirtió en un sujeto colectivo conocido como el movimiento estudiantil, y el modo de organización de esta comunidad creada a través de un proceso largo y complejo en el cual la huelga refleja parte de este proceso de subjetivación, digo, este proceso de construcción de una identidad colectiva es lo que faltó hasta ahora en gran medida en los empleados (docentes y no docentes) de la Universidad de Puerto Rico y lo que está faltando hace mucho tiempo en el país, de acuerdo con lo que César dice a propósito del 15 de octubre de 2009:

‘El 0-15 marcaba así un declive, al menos, en la lucha de los gremios sindicales, e instauraba un nuevo ciclo (2009-2011) en el que la resistencia no solamente en el contexto universitario, sino a nivel nacional, no se enfocó en los dos grupos tradicionales que servían de vanguardia a la protesta social en Puerto Rico: por un lado, las y los trabajadores organizados en sindicatos y, por otro, el independentismo.’ (66). 

Como añade un de los entrevistados, miembro de la UJS en el RUM: ‘La verdad, en el momento en que le tocaba al movimiento obrero, ese sector se quedó callado’. 

Ya empecé la presentación del libro pero me permito interrumpirla para ahora hacer una introducción a la presentación: conocí a mi amigo César, y en este contexto pudiera llamarlo también compañero o camarada de lucha, durante la última huelga universitaria en 2017. Esta huelga que ambos vivimos como docentes sin plaza en la UPR, creó las condiciones para que un grupo de docentes se constituyera en comités de acción autoconvocados en distintos recintos de la UPR, y esto es uno de los aspectos novedosos de esta última huelga, en comparación con la huelga de 2010, y fue a través de uno de estos grupos, PARES, que conocí a César. 

El paro que empezó en los últimos días de marzo de 2017 y del cual surgirá la huelga aprobada el 5 de abril en la asamblea de estudiantes, comienza por la noche del día 27 de marzo, luego de una reunión de claustro convocada de emergencia y que sirvió por lo menos para demostrar, a quienes tenían todavía alguna duda, la inutilidad de realizar reuniones de claustro cuando estas son burocráticas, verticales, anti-democráticas (al excluir todos los docentes sin plaza y sin carga académica completa de cualquier posibilidad de la participar en las decisiones del claustro). Los comités de acción autoconvocados están para la reuniones de claustro como los comités de acción estudiantil están para la representación institucional de los estudiantes, docentes y empleados en la estructura de la Universidad. Lo que falta es que estos comités de acción autoconvocados no surjan cuando hay una huelga de estudiantes y se disuelvan o desaparezcan cuando la huelga termina. Lo que falta es todo el trabajo político de construcción de una identidad colectiva descrito en el libro de César y que articula la experiencia de la huelga de 2005, de CUCA, a las huelgas de 2010 y de 2011 y de 2017. Porque estas huelgas no surgieron de la nada y tampoco se desvanecieron en el aire. Lo que falta es que los trabajadores de la UPR pasen por un proceso idéntico de construcción de una identidad colectiva de forma análoga a la que resultó en el surgimiento del movimiento estudiantil y por ahora falta crear los mecanismos para que estos grupos autoconvocados puedan conducir a una lucha por la hegemonía. Como veremos a continuación, los comités de acción y, durante la huelga, las bases por portón y el Pleno son estructuras creadas con el propósito de que una comunidad estudiantil en la huelga pueda organizar, deliberar, vivir, bajo principios de la democracia participativa y de una forma horizontal una vez que se verifican los límites de los espacios institucionales definidos por la ley universitaria. Si las reuniones de departamento, de facultad, de claustro, si el senado no son estructuras en que la democracia participativa se pueda ejercer, entonces habrá que crear otras estructuras que lo posibiliten.

La huelga de 2017 tiene características singulares que la distinguen de la huelga de 2010, descrita en este libro: además de los comités autoconvocados, cambió en gran medida el perfil de los rostros más visibles: de los porta voces al mismo consejo de estudiantes, fueron mujeres muchas de las personas más destacadas del movimiento estudiantil; también, y como me dijo una amiga y antigua participante de la huelga de 2010, Teresa Córdova Rodríguez, ahora el antagonista no era solamente la Junta de Síndicos y el gobierno de Ricardo Rosselló, era también la Junta de Control Fiscal que de forma similar a las Troikas que llegaron a Grecia y a Portugal, llegaban para imponer un programa de políticas neoliberales en un contexto de una crisis financiera del Estado. Por eso, en las demandas de la huelga, además de cero recortes y de cero aumento de matrícula, se exigía una auditoría sobre la deuda de Puerto Rico. 

Hay sin embargo una continuidad entre los procesos de huelga que van desde 2005 hasta 2017, y eso lo reconoce César al inicio de su libro, que es el desarrollo de la doctrina neoliberal en las políticas públicas de Puerto Rico y a partir de la cual se pretende cambiar por completo la Universidad de Puerto Rico. Por esa razón, César utiliza inicia su reflexión utilizando el término subsunción real que proviene del sexto capítulo inédito del Libro 1 del Capital de Karl Marx, y que en las palabras de Antonio Negri que el mismo César cita se lee:

‘… Negri (en La Fábrica de Porcelana) sugiere que la subsunción real ‘significa que todos los aspectos que la sociedad presenta de modo más o menos distinto se resumen en un solo proceso de producción. Todas las formas son subordinadas a la construcción de la ganancia, no existen más fases o espacios intermedios de la sociedad en los cuales las formas de producción independientes puedan subsistir autónomamente.’ 

Si, como dice Boaventura Sousa Santos, ‘el desarrollo de la educación universitaria en los países centrales, durante los 30 o 40 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se apoyó por un lado en las conquistas de la lucha social por el derecho a la educación, manifiestas en la democratización del acceso a la universidad, y, por otro lado, en los imperativos de la economía que exigía una mayor calificación de la mano de obra en los sectores clave de la industria. La situación se alteró significativamente a partir de mediados de la década de 70 con la crisis económica que se instaló. A partir de entonces se generó una contradicción entre la reducción de la inversión pública en la educación superior y la intensificación de la competencia entre empresas, presente en la búsqueda de innovación tecnológica, y, por lo tanto, en el conocimiento técnico-científico que la hacía posible, y en la necesidad de formación de una mano de obra altamente calificada’. 

Como lo sintetiza César, a través de esta lógica neoliberal aplicada a la universidad pública:

“… desde el estado neoliberal se fomenta que la universidad estatal vaya asumiendo lógicas propias de lo privado. La descapitalización, el aumento en el costo de matrícula, la privatización de servicios dentro de la propia universidad (comunicaciones, seguridad, tecnología, patentes, entre otros), la imposición de que se busquen fuentes de financiación en los mercados (préstamos, participación en los mercados de bonos, etc.) y la precarización del trabajo docente tienen el efecto de una privatización de facto del aparato universitario, mientras que jurídicamente conserva su estructura pública. (30-31)

Ante este ataque conducido por los poderes económicos que determinan la lógica neoliberal de las políticas públicas, y siendo el Estado un instrumento de poder de esta clase (se lo puede decir? Burguesa), César encuentra en autores como Alain Badiou y Enrique Dussel la teoría del evento del primer y el concepto de estado-de-rebelión de segundo como teorías que le permiten pensar las revueltas organizadas por el movimiento estudiantil como forma de revuelta en contra esta lógica neoliberal. 

En el análisis que César hace de la Ley 7 de 2009 del gobierno de Luis Fortuño que declaró un ‘’estado de emergencia fiscal’’ y de la reacción del movimiento estudiantil que conduzco a la huelga de 2010 se adecua a la distinción que Enrique Dussel presenta entre estado de rebelión y estado de excepción:

“…el ‘estado de rebelión … es algo más que un ‘estado de excepción. El segundo es correlativo al orden jurídico establecido (potestas), y lo decreta una función del poder constituido (al menos un poder legitimado carismáticamente); el primero, en cambio, es la acción misma originaria de la voluntad consensual de la comunidad política (potentia).” (38)

 Así, si el estado de emergencia fiscal en 2009 (a lo que se sumará en 2016/17) la crisis financiera y la Junta de Control Fiscal, pretendió ser la forma de conseguir el contexto de legitimación del programa neoliberal en toda su extensión, el estado de rebelión es la respuesta por parte de la revuelta estudiantil. Como dice César, esta respuesta no es solamente negativa, o en sus palabras ‘’el evento rebelde transciende la negatividad propia de la protesta y se desenvuelve en un terreno positivo en el que se produce subjetividad.’’ (39). Como se puede ver el terreno positivo? 

En la página 42 dice César: a través, del “…uso de los medios sociales de comunicación en red, expresiones artísticas o cultural jamming, asambleas para la toma de decisiones, nuevas formas organizativas para la participación, nuevos esquemas de mando-obediencia, la renuncia y puesta en marcha de un nuevo entendido sobre la representación, el acto de desobediencia civil, enfrentamientos pacíficos y no pacíficos con las autoridades estatales, entre otros) que producen significados, tanto de ruptura respecto a la hegemonía neoliberal como de creación de un nuevo campo subjetivo mediante la afirmación de una nueva verdad política más allá del Estado-parlamentario y del Estado de Derecho. 

A través de todos estos mecanismos, se puede constatar que es posible inventar normas, formas de organización y de participación y de deliberación, que no están reguladas por la forma jurídica moderna. A estas formas de ordenación social no jurídica, César, de acuerdo con Carbonnier designa como el no-derecho y va a ser a través de este concepto como César analiza la contradicción entre la forma de actuar del Estado, de la Junta de Síndicos, del Tribunal Supremo, hasta del Colegio de Abogados en dado momento de la huelga, y la forma de actuar del movimiento estudiantil.

Los cambios en la composición del Tribunal Supremo en 2010 son, para César, la expresión de la validación jurídica del estado de excepción económico en Puerto Rico. La aprobación en el 24 de febrero de 2010, en la Junta de Síndicos de la UPR de la Certificación 98 que limitaba el acceso de las exenciones y ayudas económicas a estudiantes universitarios fue la causa inmediata de la huelga que comenzó en abril y que se extendió hasta junio de 2010 ocupando diez de los once recintos universitarios.

Sobre el proceso de negociación entre la Junta de Síndicos y el Comité Negociador Nacional, dice uno de los entrevistados por César lo siguiente:

“… la Junta de Síndicos estaba en un cuarto y los estudiantes estaban en otro y el árbitro (un ex juez) iba de cuarto a cuarto y se llegó a un acuerdo así…” (74)

Finalmente, los acuerdos recogidos en el documento titulado Entendidos entre la administración universitaria y el Comité Negociador Nacional fueron certificados por la Junta de Síndicos con fecha del 16 de junio de 2010 y por una asamblea nacional de estudiantes el día 21 de junio de 2010.

Como dice otro de los entrevistados quien fuera parte del Comité Negociador Nacional “… una de las razones de la huelga fue que los que estábamos en el Consejo fracasamos en nuestra labor de poder parar esas acciones de la administración: fracasamos por completo. Fracasamos porque no teníamos el poder para hacerlo…’’ (80)

El poder estudiantil es analizado de la siguiente forma: (1) de carácter cíclico y diverso, (2) en la huelga de 2010 (y en la huelga de 2017 de otra forma – por ejemplo, en abril de 2017, durante el proceso de la huelga docentes entraron en un de los comités de base y de esa forma pudimos participar en los plenos llevados a cabo durante la huelga) se abrió la puerta para una participación amplia y diversa de actores no tradicionales en las luchas estudiantiles, (3) hubo una promoción de la participación amplia, diversa y directa de todas y todos estudiantes interesados en hacerlo, (4) la identidad flexible, no fija, del movimiento estudiantil que obligó a adoptar posturas y formas organizativas no tradicionales. (5) Finalmente, y vuelvo a citar el texto “el movimiento estudiantil se concibe como la propia Universidad (…). No se produjo pues, dentro de este discurso una línea que deslindara al estudiantado, como sujeto participante de unos derechos y obligaciones, de la Universidad como institucionalidad separada que se encuentra obligada a cumplir determinadas obligaciones contractuales. El protagonista se concibió como centro vivo de la propia universidad, contrario a lo que pensaba la administración universitaria.” (83)

En oposición a esta última idea, se puede oponer lo que en la página 129 es la ideología plasmada por el juez asociado Rafael Martínez Torres en el caso Universidad de Puerto Rico v. Gabriel Laborde:

“Cada estudiante firma un acuerdo con la UPR en la que la segunda se compromete a enseñar y el primero a cumplir con sus deberes académicos.”

Es en una lógica de contrato de prestación de servicios, y en una lógica individualista y liberal, en donde no existe el estudiantado como entidad colectiva sino cada estudiante singularmente, que se articula este texto, por oposición a una lógica colectiva en el cual el estudiantado, a pesar de diverso, de plural en sus características no pierde aquello que los une como un sujeto colectivo. 

En la lógica de construcción de este proceso de resistencia se analizan las estrategias para contactar con las audiencias, sea los otros estudiantes sea el resto de la ciudadanía. Entre estas estrategias se encuentra por ejemplo la Carta al País hecha pública el 21 de abril de 2010, la Declaración desde la Universidad tomada publicada el 1 de mayo de 2010 y la Radio Huelga, una estación de radio por internet creada en medio de la Huelga de 2010 para comunicar sobre lo que acontecía diariamente en la revuelta estudiantil. 

En cuanto a la estructura organizativa que conduzco a los Comités de Acción Estudiantil se dice que estos fueron creados por lo menos dos años antes del inicio de la Huelga de 2010 y que se remite a la huelga de 2005 y a las manifestaciones de solidaridad con la huelga en 2008 por la Federación de Maestros de Puerto Rico.

Los CAE se solidificaron como espacios informales por oposición a la estructura formal del Consejo General de Estudiantes y al déficit democrático de la UPR. Ya en el contexto de la Huelga el Pleno era el foro de participación amplia en donde se llevaban cuestiones centrales y en donde se tomaban decisiones. A propósito de la relación entre los Comités de Portones y el Pleno se dice que “… La superioridad del Pleno se daba en la medida en que la participación en la toma de decisiones era plenaria, amplia, participativa y deliberativa. Pero no tenía jurisdicción directa sobre las decisiones locales en los CAE, que se transformaron en los Comités de Portones a partir de la ocupación de los campos universitarios”. El Comité de Seguridad y el Comité en Contra de la Homofobia y Discrimen son otros de los comités descritos. En la huelga de 2017, existía también el Centro de Comunicación Estudiantil y el Comité Central de Comidas y que junto con el desarrollo del huerto dan cada vez más la apariencia de una ciudad, de una ciudad-Estado, de una Comuna. 

En el capítulo 3, se analiza como tanto el CAFI en 2006 que recomienda “un aumento de matrícula y la consiguiente reforma universitaria acomodada a las variantes impuestas por el mercado” (105) durante el gobierno de Aníbal Acevedo Vilá como el CAGFES creado en 2010 por Luis Fortuño siguen un modelo similar de lo que debe de ser la universidad. Eso se puede ver también en la composición del CAGFES que era compuesto por ‘’altos miembros de la industria farmacéutica; por representantes de la empresa privada como fue el Sistema Universitario Ana G. Méndez; por la presidenta en aquel momento de la Junta de Síndicos, Ygrí Rivera y por afiliados al PNP’’ (110)

Además de la utilización del Tribunal Supremo como instrumento para implementar la agenda neoliberal, también la represión de la protesta se está dando a través de una progresiva militarización de la policía, por tácticas de detención y encierro en vehículos en movimiento, o más recientemente por otras leyes.

Concluidas las huelgas estudiantiles de 2010 y 2011, nos dice César, “inició un nuevo intervalo de despolitización de la protesta social’’ que terminó con la huelga con la huelga estudiantil de 2017 y con las manifestaciones del 1 de mayo de 2017 y de 2018. 

Para empezar a cerrar esta presentación quisiera distinguir distintos niveles del análisis: por un lado, como el movimiento estudiantil evoluciona en relación con la audiencia, con la percepción por la ciudadanía en general en una lucha por la hegemonía –y la formación por ejemplo del Comité de Seguridad o la definición de una regla como de no fumar frente a los portones y de definir áreas específicas para hacerlo son medidas tomadas en ese sentido así como las Cartas abiertas o la Radio Huelga– cuando del otro lado tiene no solamente todo el aparato del Estado y de los principales medios de comunicación privados que transmiten un discurso generalmente contrario al movimiento de estudiantes. Por otro, el movimiento estudiantil evoluciona dentro del mismo recinto –por ejemplo la creación de un Comité de Acción de Mujeres y del Pleno de Mujeres son parte de ese trabajo interno del movimiento estudiantil de autorreflexión. Existe también otra evolución que se relaciona con las formas de represión y con la ocupación de la universidad por la policía obligó igualmente a inventar nuevas formas de lucha. 

Finalmente, en el capítulo 3.5.1. titulado Zapatistas en la UPR: el mandar-obedeciendo del poder estudiantil, César analiza la Declaración de la Universidad Tomada, redactada por el Comité de Acción Estudiantil de la Facultad de Humanidades de la UPRRP y su similitud y inspiración en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona. Cito, por última vez a César que comparando ambos documentos dice: 

“A partir de este comunicado (…) y con el característico estilo poético y la carga filosófica de los comunicados zapatistas, se intenta traducir lo siguiente: (1) el rechazo a la situación imperante en la UPR, análogo al ¡Basta! de la Primera Declaración de la Selva Lacandona; (2) la consolidación de la auto-identificación como el protagonista del conflicto en contraposición al poder antagónico contra el que luchan: ‘hemos cambiado la historia, la hemos hecho nuestra’; (3) los objetivos y metas del movimiento estudiantil: ‘Diálogo, negociación, conocimiento, educación, libertad, transparencia, democracia y participación. Éstas fueron nuestras banderas en la madrugada del 21 de abril de 2010; éstas son hoy nuestras exigencias”; (4) la identificación de uno de los agentes antagonistas, la ‘mala administración’, haciendo uso de la referencia zapatista al ‘mal gobierno’; y (5) el criterio de validación mediante la producción de una esfera ética.” (150)

Quisiera terminar agradeciendo mucho a César la invitación a presentar este su libro, que agradezco a todos aquellos y aquellas que luchan por un mundo más justo y que en los años que aquí he vivido los días en que la universidad fue ocupada por el movimiento estudiantil fueron los días en que sentí el olor de la democracia y de la libertad. 

Artículo anteriorChiqui Vicioso: Julia en el Caribe, el Caribe en nosotras
Artículo siguienteA Private War: Marie Colvin, corresponsal de guerra