“Beware of the Plastics” Notas sobre Mean Girls

a dani

“There are no harmless high school girls”

– The Escort

Preludio

Cady Heron es hija de zoólogos. Su educación se había dado enteramente en el seno del hogar, y en el continente africano. Ahora que regresa a los Estados Unidos, entrará por vez primera en lo que algunos consideran el aparato ideológico del estado más poderoso y eficaz: la educación pública.

Se encuentra inmersa en una atmósfera tensa, hostil, a punto de estallar en cualquier momento, dominada por sectas o “cliques”. Rápidamente se vincula a los elementos más progresistas de la escuela, aquellos quienes más retan la heteronormatividad y la artificialidad del sistema de educación, aunque de manera espontánea y poco organizada: los llamados “art freaks”, Janis y Damián. Pero el verdadero interés de Cady girará desde un principio en torno al triunvirato del mal: “las plásticas”. Regina George, la reina; su ejército, Gretchen Wieners y Karen Smith.

Ante Regina George nos encontramos frente a uno de los grandes villanos del cine norteamericano. No solo por su completa serenidad ante la destrucción de las vidas sociales de quienes la rodean. Su mayor fuerza: que uno mismo busca quererla. Mientras peor ella trata a los personajes de la película, más buscan su amor y aprecio. Incluso el mismo espectador de la película no es capaz de apagar su entusiasmo hacia ella. “She’s fabulous but she’s evil”, dice Damián en su aparición inicial en la película.

A primera instancia, el título de la película parecería referirse a este triunvirato, particularmente a la malvada mayor, Regina George. Pero la única vez en la película en la que se emplean ambas palabras en conjunto se dirigen hacia Cady y en boca de Janis, en un momento tardío de la historia. Ya este hecho revela que Mean Girls es una compleja red de ironía trágica capaz de analizarse y desde la cual se pueden extraer una serie de conclusiones interesantes con posibles consecuencias políticas positivas.

Entremos de lleno al asunto. Como gran película Hollywood, Mean Girls esconde sus claves de lectura en los hechos que a primera instancia parecerían ser irrelevantes, como lo es el que estudien la obra Julio César de William Shakespeare en la clase de inglés, donde, como ejercicio, necesitan “parafrasear” la obra en inglés moderno. (De alguna manera, de eso se trata la película: de adaptar la lucha de poderes y el error trágico de la ambición a una intriga de escuela superior.) Las dos frases más conocidas de la obra Julio César son las siguientes: “Et tu, Brute? – Then fall, Caesar”; y “The fault, dear Brutus, is not in our stars, but in ourselves”. Ellas guiarán este escrito. La primera es la clave de lectura, la segunda es la enseñanza transformadora de la película.

Et tu, Brute?

Por su belleza natural, Cady es aceptada por las plásticas como una integrante del grupo. Janis y Damián la convencen de practicar lo que en el marxismo se conoce como “entrismo” y así servir de informante para, poco a poco, arruinarle la vida a Regina George. Es entonces que Cady descubre el “Burn Book”, un cuaderno en el que las plásticas “queman” a cada persona en su escuela: recortan una foto de la persona y a su alrededor escriben insultos. Janis originalmente propone que Cady se robe el cuaderno para exponerlo ante la escuela y demostrarle a todos lo maligna que es Regina George. Cady desiste porque la apropiación ilegal es algo que se siente incapaz de hacer en esos momentos.

Luego de varios intentos fallidos, poco a poco logran erosionar algunos aspectos de la vida de Regina George. Pierde su novio. Aumenta algunas libras. Sufre bajas en el ejército de plásticas. Pero el descenso de una reina se da de manera paralela al ascenso de otra. Cady se va transformando en todo lo que despreciaba: un ser superficial, capaz de mentirle a sus más cercanos y sacrificar a sus amistades en aras de elevarse. Quizás el hecho de haber permanecido fuera de este aparato ideológico – la escuela pública – por tanto tiempo la hizo tan vulnerable a estos cambios sociales repentinos. En un gesto revelador, si al comienzo de la película fue querida por su belleza natural, ahora todo su rostro se esconde bajo maquillaje. Se ha convertido, según Janis, en una “mean girl”.

Then fall, Caesar.

El momento más sugerente de la película ocurre luego de que Regina George descubre las trampas de Cady y el papel que llevaba actuando todo este tiempo. En su rabia, Regina George pasa a agarrar el “Burn Book”. Toma una foto de ella y de Cady. Se le ve recortar la foto por la mitad, pegar una parte a una página en blanco y decir, mientras escribe: “This girl is the nastiest skank bitch I have ever met. Do not trust her”. El recorte de la foto ya es revelador: donde antes había unión, ahora hay rompimiento. Pero mientras uno espera encontrar la foto de Cady en el “Burn Book” como recipiente de toda la ira de Regina George, cuando la cámara se enfoca en la página vemos que Regina George no ha hecho otra cosa que plasmar su propia foto en el libro y atacarse a ella misma.

El asunto es complejo. La única manera de destruir a la nueva reina es destruyéndose a sí misma. Dentro de todo, Regina George no olvida que ella es quien engendró el monstruo. “I created her”, dice. (Su ataque autoinfligido es de tal magnitud que Regina George apenas cuenta con diálogo en lo que le resta a la película. ¿Torpeza del guion o acierto alegórico? La reina ha quedado afásica.) Pero no es este un momento de conciente autocrítica. Más bien, su caída como César, sus golpes autoinfligidos, se dan de manera deshonesta. El propósito de su autocrítica es el de hacer pasar el “Burn Book” como creatura de Cady y así destruirla socialmente. Si al comienzo Janis trató de convencer a Cady de utilizar el “Burn Book” en contra de Regina, ahora será ellá quien lo difunde por la escuela, tanto entre los alumnos como entre los maestros y los directores. La rabia colectiva se dirige hacia Cady.

The fault, dear Brutus, is not in our stars but in ourselves.

Mean Girls ha desatado una serie de paralelos complejos. Mientras el título parecía referirse a Regina George, las palabras han sido utilizadas en contra de la protagonista. Mientras el “Burn Book” quería utilizarse para desenmascarar a Regina George, es utilizado por ella en contra de Cady. Este encadenamiento de reveses solo puede agotarse si las contradicciones que encarna la película se resuelven de manera dialéctica. En tiempos revueltos como los nuestros, las enseñanzas de Mean Girls, particularmente ante la necesaria relación entre crítica y autocrítica, pueden contener un interesante espíritu revolucionario. Si Regina George, de manera deshonesta, llega a la solución del enredo – la autocrítica –, como único pueden disolverse las tensiones y las contradicciones que la película pone en movimiento es asumiendo de manera honesta esta respuesta. “Lo que ocurre es que la dialéctica aparece en [ella] invertida, puesta de cabeza. No hay más que darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie, y en seguida se descubre bajo la corteza mística la semilla racional”.

Luego de mucha reflexión, cuando es enfrentada por la escuela, Cady asume la responsabilidad entera del “Burn Book”. Es decir, asumirá la culpa de una obra producida por el triunvirato. Por ser una mentira, sus palabras no dejan de contener mucha verdad, dado que ella, en efecto, se había convertido en heredera de aquel proyecto. Cady no busca dirimir la culpa, ni hacer juicio en contra de las “plastics”. Se critica ella misma, igual como lo hizo Regina George, pero usando el potencial revolucionario de toda verdadera reflexión interna y honesta. Como le enseñó la obra que leyó en su clase de inglés, reconoció que los monstruos se encuentran dentro de uno mismo. La respuesta de Cady, en fin, disuelve las tensiones sociales que se encontraban, llevando a un cursi pero inevitable “happy end”: el año escolar y la graduación de la escuela superior coinciden con el esta nueva “paz romana” entre los estudiantes.

Las enseñanzas profundamente revolucionarias de la autocrítica en Mean Girls debieran de ser motivo de reflexión para la izquierda puertorriqueña. Es difícil recordar momentos autocríticos en la historia del liderato independentista o marxista. Y si era necesaria en momentos de auge progresista, más aún debiera serlo en la onda larga de estancamiento en la que nos encontramos. Si bien es cierto que la agresión neoliberal ha sido abrumadora, no por eso estamos exentos de la culpa del achicamiento del movimiento sindical y de las organizaciones políticas de todo tipo.

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