Breves de septiembre-1

No siempre podemos predecir qué películas quedan en cartelera por más de dos semanas pero siempre pensamos que si fue un filme especial—esos que nos hacen pensar y vibrar—permanecerá en los cines, especialmente los Fine Arts, hasta que el público deje de asistir. Detroit fue uno de esos filmes que por ser muy especial—temática, cuadro histórico-político, directora premiada—estábamos seguras que tendría una buena temporada. Nada más lejos de la realidad: solo duró dos semanas en una sola sala de Fine Arts de Miramar y me la perdí. Así que los tres que comento pueden seguir en cartelera o haber desaparecido, pero todos son excepcionales por la temática, su presentación y su alejamiento de los elementos hollywoodenses.

Maudie

(directora Aisling Walsh; guionista Sherry White; cinematógrafo Guy Godfree; elenco Sally Hawkins, Ethan Hawke, Kari Matchett, Zachary Bennett, Gabrielle Rose, Billy MacLellan, Marthe Bernard, David Feehan)

Lo que destaca este hermoso y emotivo cuadro de una mujer que poco a poco y a pesar del ambiente y circunstancias que le han tocado vivir sobrevive y florece como artista es su sencillez. Comienza en la década de 1930 en el pueblo de Marshalltown en Nova Scotia, Canadá. Al perder a sus padres, Maud Dowley también perdió su casa ya que su hermano la hereda y la vende sin consultarla. Le toca entonces vivir con una tía que no entendía cómo una mujer soltera y en sus treinta no podía quedarse en su casa y ser parte de su congregación religiosa. No importa si Maudie caminaba medio tullida por una condición artrítica severa, a ella le gustaba ir al pueblo en las noches cuando había música y baile y podía beber alcohol. Ya se imaginarán como esto le caía a su tía Ida. Su único entretenimiento en esta casa donde le recordaban a cada momento que no pertenecía era dibujar y pintar con juegos de colores que su madre le había dejado.

En una de sus caminatas al pueblo —pues no importaba si se le hacía difícil la travesía ya que era una manera de liberarse del encierro en que vivía— encuentra un anuncio de trabajo como sirvienta de un campesino que vivía solo y responde presentándose y convenciéndolo de que podía hacer el trabajo de limpieza a pesar de ser pequeña de estatura y caminar raro. Así convencerá a Everett Lewis de dejarla transformar su vivienda, una casita de una sola habitación y buhardilla, y llenarla de pájaros, hojas, flores pintadas en colores brillantes. Poco a poco tanto la gente a su alrededor como extraños de muy lejos conocerán su arte y pasarán por su pequeña casa a comprar sus postales y pinturas.

Sally Hawkins como Maudie es una obra maestra e Ethan Hawke nos sorprende por su interpretación de un personaje tan diferente a lo que nos tiene acostumbradxs. Todos los elementos de producción hacen de este cine minimalista un ejemplo de cómo se puede contar una historia con mínimo de diálogo, gestos casi congelados, cámara contemplativa pero también en movimiento para seguir a sus personajes y el relato de una vida relevante como son todos los que nos rodean.

The Big Sick

(director Michael Showalter; productor Judd Apatow; guionistas Emily Gordon y Kumail Nanjiani; cinematógrafo Brian Burgoyne; elenco Kumail Nanjiani, Zoe Kazan, Holly Hunter, Ray Romano, Anupam Kher, Zenobia Shroff, Adeel Akhtar, Bo Burnham, Aidy Bryant, Kurt Braunohler)

Puede que los comediantes ‘stand-up’ sean muy exitosos en sus presentaciones ante un público en vivo o en programas diseñados por ellos en Comedy Central, pero eso no traduce a un largometraje de ficción con una historia que vaya más allá del chiste fácil o de montaje difícil. Aunque con diferentes experiencias pero todos con la base de reírse de la vida, sí lo lograron en Funny People (2009), dirigida por Judd Apatow y protagonizada por Adam Sandler, 50/50 (2011), escrita casi como autobiografía por Will Reiser y Trainwreck (2015), escrita y protagonizada por Amy Schumer y dirigida también por Apatow. En The Big Stick, Kumail Nanjiani es co-guionista y protagonista de una historia que recoge lo que pareciera ser algo inventado en vez de una experiencia de vida.

Prácticamente toda la historia se desarrolla en interiores comenzando con el club donde Kumail hace su rutina junto a sus amigos y compañero de cuarto: Mary, CJ y Chris. Esas improvisaciones ensayadas de los comediantes se miden por la aceptación (muchas risas y especialmente carcajadas) del material presentado. En este caso, alguien del público decide volverse participante: así conoce a Emily. Lo que parece un romance muy interesante y con potencial de desarrollo se torna complicado por las familias de ambos. Kumail es pakistani y musulmán y si quiere continuar con el lazo familiar tiene que seguir las normas culturales, no importa dónde residan. Enamorarse de alguien diferente es un insulto a la familia. A través de la historia Kumail aprende a cómo establecer prioridades y balancear el amor y respeto hacia su familia y la mujer que ama a pesar de su negación. Todo esto sucede en medio de una crisis de salud cuando Emily se enferma seriamente y tienen que inducirle un estado de coma para salvar su vida. Todo esto parece un drama pero lo fabuloso del filme es que la audiencia/espectador estamos riéndonos a carcajadas. Muy de ‘stand-up’ los personajes entran y salen de escena con ‘one-liners’ pero tener a Holly Hunter y Ray Romano como los padres de Emily es darle otra dimensión a esta comedia romántica.

A Ghost Story

(director y guionista David Lowery; cinematógrafo Andrew Droz Palermo; elenco Casey Affleck, Rooney Mara, McColm Cephas, Kenneisha Thompson, Grover Coulson, Liz Franke, Barlow Jacobs, Richard Krause, Dagger Salazar, Sonia Acevedo, Carlos Bermúdez, Yasmina Gutiérrez)

Nuevamente en un estilo minimalista, este filme apenas tiene diálogo y depende casi en su totalidad de la cinematografía: las tomas de los personajes, la presencia del fantasma en su cubierta reconocida, los colores en interiores y exteriores, la escenografía casi desnuda, la distancia establecida entre lugares y presencias. Pero ante todo es una historia de cómo se apropian o no los espacios que ocupamos ya sea por corto o largo tiempo. Cuando conocemos a la pareja que habita la casa, C y M, reconocemos su intimidad pero a la misma vez la distancia que parece rodearles. Las pocas palabras que escuchamos tienen que ver con la casa que habitan y las que habitaron y quedan en su memoria. Cuando la pareja se separa, la casa ya es ajena y observamos cómo se vende o alquila, los nuevos inquilinos y su manera de llenar los espacios tan distinto a sus anteriores moradores. También el tiempo dejará de ser consecutivo y dará saltos hacia el pasado reciente y lejano para luego lanzarse a toda prisa a un futuro donde la casa ya sea irrelevante y sus fantasmas no tengan razón para requedarse.

La narración sin palabras, con imágenes y música, es como un poema silente que sentimos porque nos hace recordar casas no enteramente olvidadas, imaginar el pasado del presente que habitamos y las historias que quedaron flotando entre paredes.

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