Brexit y Trump

Por Jaime Lluch/Especial para CLARIDAD

La salida formal del Reino Unido de la Unión Europea (UE) ya ocurrió y en este año estaremos viendo cómo se desarrolla la negociación entre Bruselas y Londres sobre los términos de la nueva relación que va a existir entre el bloque de los 27 y las islas británicas. Cuando uno viaja hoy en día desde Grecia hasta Dinamarca o desde Portugal hasta Alemania, y recorre todo ese espacio sin tener que presentar un pasaporte, disfrutando de la libre circulación que creó el espacio Schengen, puede uno observar la diversidad dentro de la unidad que es la UE: decenas de culturas, lenguas, costumbres, tradiciones culinarias, espacios geográficos. Unidos por un deseo de dejar atrás los conflictos de los siglos anteriores, y por unos símbolos e iniciativas institucionales para promover la unidad pan-europea: desde los programas para promover el conocimiento de lenguas extranjeras, el programa Erasmus de movilidad académica, los pasaportes color vino iguales para los 27 estados, el himno, la bandera, y el día de Europa. Todo lo cual ha llevado al desarrollo de valores e identidades pan-europeístas.

Los ingleses ahora se alejan de todo lo que representa la integración europea. Es preocupante porque retroceden los ingleses a sus islas (pero sin un imperio mundial) y se disminuyen ellos mismos, y porque todo este movimiento pro-Brexit es un síntoma del mismo fenómeno nacional-populista que estamos viendo en el EE.UU. de Trump. Se rige ahora Inglaterra por las ilusiones y los mitos del nacionalismo inglés y el populismo de sus políticos. Después de todo, Bruselas no tuvo nada que ver con las políticas de los Conservadores que abandonaron al norte y los pueblos pos-industriales de los Midlands (igual que ha pasado en Ohio, Michigan, y Pennsylvania) y ahora la clase trabajadora de esas zonas, marginada y en aprietos económicos, se ha abrazado con los populistas pro-Brexit (igual que en Ohio, muchos abrazaron el populismo de Trump) (McEwan 2020). 

Igual que en EE.UU. en los tiempos de Trump, el Brexit es un preocupante reflejo de una política en la cual una minoría curiosamente sale victoriosa. Casi dos-terceras partes del electorado no votó por el Brexit en 2016 (si contamos los que no votaron y los que no estaban registrados). La mayor parte de las asociaciones empresariales, sindicatos, y organizaciones científicas preferían quedarse en la UE. Tres-cuartas partes de los miembros del Parlamento hasta el año pasado no votaron por el Brexit. Las encuestas indican que los que no votaron en 2016 y los jóvenes, están ahora a favor de la UE por un margen de 2 a 1 (McEwan 2020).  En la elección del pasado 12 de diciembre, los partidos que se oponían al Brexit o por lo menos planteaban que había que re-evaluarlo, recibieron 52% del voto. Es igual en Estados Unidos bajo Trump. La mayoría de los estadounidenses querían que testificaran testigos en el proceso contra Trump, pero Mitch McConnell lo ha impedido. El Presidente Trump de hecho perdió la elección del 2016 por 3 millones de votos. El Senado Republicano representa 15 millones de ciudadanos menos que la minoría Demócrata en el Senado.  

El Brexit igual que el fenómeno de Trump es un reflejo de unas grandes deficiencias en las democracias liberales anglosajonas de hoy en día.

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El autor es Catedrático en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

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