Café Comunión: Espacio de encuentros y cruce de ideas

Hace unos días, un medio local publicó la nota periodística “La Loíza: de área deprimente a referencia del Caribe”, sin revelar el nombre de quien la escribió. Rápidamente, se convirtió en tema de discusión en las redes sociales, más bien de crítica, por la forma en que se refería a esa área santurcina. Tanto así que, aparentemente, el medio terminó borrándola de su página web.

Según la nota, la Loíza ha pasado a ser en los últimos años, gracias al esfuerzo de jóvenes empresarios, “la calle más ‘cool’ del Caribe, visitada por puertorriqueños que buscan las últimas tendencias y también por turistas que después de una jornada en la vecina playa de Ocean Park buscan un restaurante de moda o un lugar de ambiente para tomar un ‘drink’”.

Antes de esa trasformación, la zona se limitó a ser “área de acogida de inmigrantes de bajos recursos y de edificios degradados” que “aglutinaba negocios de la populosa comunidad dominicana”, tal como sugiere mencionada nota.

Uno de los temas principales de la discusión fue el llamado aburguesamiento o gentrificación de la zona, que surgió mucho antes de esta publicación. En resumen – y obviando un sinnúmero de acercamientos al tema –, ese fenómeno es un desplazamiento de los residentes o comerciantes tradicionales del área por gente de clases sociales con mayor capacidad económica que les permite afrontar los nuevos costos de alquiler implicados con la transformación.

Desde hace un tiempo, la agenda de trabajos pendientes de En Rojo incluye la publicación de una serie de lugares de encuentro, de comida y tertulia o cafés emprendidos en Santurce o Río Piedras. El sentido de la serie se respaldaba en el hecho de que es una realidad que está sucediendo y en que ese fenómeno es parte del concepto amplio de cultura.

Iniciamos la serie de estos espacios con Café Comunión, ubicado en la avenida Ponce de León, justo al frente del edificio Cobian’s Plaza.

Mientras esperábamos porque el dueño del lugar se desocupara, fue notoria la diversidad de personas que entraba y salía a esa hora de la tarde. Eran las 5:00 cuando Abner Roldán tuvo un tiempo en su ajorada rutina diaria para conversar con En Rojo.

Desde 2016, fecha en que solicitó orientación sobre la Ley de Incentivos y Financiamiento para Jóvenes Empresarios (Ley 135), comenzó gestiones para encontrar el espacio. Roldán, de 36 años, es residente de la zona, así que reconoció que el área provee la facilidad de caminar y llegar a farmacias, bancos, hospitales, etc.

“Mientras menos pueda usar el carro y más se pueda llegar caminando a algún sitio, más lo aprecio. Estuve como cinco años viajando de Juncos a San Juan. Se pierde tiempo en el tapón”, comentó el propietario, quien es original del pueblo de Juncos.

La idea de crear un café que sirviera de punto de encuentro y de cruce de ideas la tenía en mente hace mas de una década. Sin embargo, al ejercer el magisterio en el Departamento de Educación, solo conectaba con su afición de ser barista en las tardes. “En la escuela pública hay demasiada presión para el maestro”, indicó Abner a la vez que comentó que fue maestro transitorio de inglés por varios años y, debido a que no le renovaron el contrato en 2013, se dedicó de lleno a ser barista. “Era barista para distraerme cuando salía de la escuela”, dijo.

Roldán, quien estudió Administración de Empresas y Pedagogía en la Universidad de Puerto Rico en Humacao, capitanea este negocio de café junto a su esposa. De hecho, juntos se han encargado de educarse sobre la producción de café, más allá de la presentación de una taza de café de calidad en un coffee shop.

El espacio, que antes era un edificio abandonado utilizado como hospitalillo, se distingue por ofrecerle al público un buen servicio. “Somos bien detallistas en el servicio, en el proceso del café. Yo me he dado cuenta de que en Puerto Rico no hay muchos especialistas en ciertas partes de la cadena de café. El mismo agricultor lo procesa, lo cuenta, lo empaca, hace el logo de la empresa. Obviamente, gana más en el proceso, pero se pierde calidad así”.

Café Comunión, que sufrió daños con el paso del huracán María, reabrió sus puertas para ofrecer un ambiente acogedor, en el que se puede conversar, en el que se le puede hacer honor al nombre: compartir ideas, reunirse.

A parte de que el lugar se distingue por el cuidado con el que trabajan: “con el cuidado, queremos crear consistencia, no un nombre y ya, sino que las veces que vengas, queremos que el producto salga lo más parecido posible”.

“Queremos que la comunidad venga y participe”, continuó diciendo en aras de asegurar que están comprometidos con la comunidad dentro de la que se encuentra el negocio ubicado.

Sobre el tema del aburguesamiento, Abner Roldán considera que no tiene que adornar su negocio de tal forma que parezca de tiempos pasados. “La gente tiene que ver el negocio sin el estilo ochentoso para que digan que no es gentrificación. Tenemos ideas, hemos viajado y eso se integra en el concepto que manejamos para el diseño”, explicó.

“Lo primero que grita la gente es ‘gentrificación’, pero no conocen a fondo lo que esta pasando. Si se dijera que aquí había un negocio y que yo lo tumbé con dinero de papi y mami para pagarle un local más caro al banco, entonces”, comentó el propietario en defensa del negocio que mantiene hace un tiempo.

Según dijo, hasta el momento no lo han acusado de haber desplazado a la comunidad, ni de imposibilitar el acceso a su negocio de las personas que residen en los alrededores. Al contrario, “la gente viene por apoyar, porque aprecian que haya más tráfico de personas alrededor de este espacio que estaba vacío”.

Otro de los ofrecimientos de Café Comunión es que han hecho una asociación con las panaderías Levain de Aguadilla y La Jerezana, ubicada en el mismo barrio santurcino. Con el pan de estos negocios locales, confeccionan los sándwiches que están disponibles para la venta.

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