“El Nacionalismo en Puerto Rico” cápsulas de un discurso Albizuista (IV)

JUAN MARI BRAS

 

“El Nacionalismo, mis queridos compatriotas, no es un movimiento personal de Albizu Campos, ni Albizu Campos es una figura insubstituible en Puerto Rico. Si Albizu Campos fuera insubstituible, no sería posible la independencia de Puerto Rico. Este es un movimiento de cada uno de nosotros. Sintetizando todo nuestro ideario en cuanto al deber individual de cada uno de vosotros, mi mujer ha dicho a toda la juventud universitaria que se congrega en nuestro hogar, que cada uno de vosotros, puertorriqueños, tiene un deber, y es prepararse para substituir al director de un movimiento de esta naturaleza, requiere una enorme disciplina personal y preparación física. Por eso le decimos a la juventud que no tiene derecho a envenenar sus cuerpos, que el cuerpo juvenil es sagrado. Sagrado porque es la floración de todos nuestros antepasados; y si no fuese bella y fuerte no podrían rendir honores a sus progenitores. Y le decimos a la juventud que no tiene derecho a la ignorancia, que es el deber de cada puertorriqueño de ser un prócer, de ser un sabio, de ser el hombre y la mujer más culto de la tierra, porque las pequeñas nacionalidades se defienden y se basan en la grandeza de cada individuo. Las pequeñas nacionalidades tienen que velar con devoción infinita por la grandeza de cada uno de sus miembros constituyentes, y Puerto Rico no puede ignorar que en el cerebro de ningún puertorriqueño puede haber debilidad orgánica, ni en el cuerpo de ningún puertorriqueño; y de que debe haber en cada cristiano puertorriqueño la fe en el infinito, para que cada puertorriqueño sea el héroe de todas las jornadas que le esperan a la patria.”

“Esa es la escuela del nacionalismo. Yo a veces tiemblo cuando se me hacen estas ofrendas florales. Esta es una ofrenda floral única. Aquí está representada en perfume, en colores, con el perfume del alma de nuestra mujer, el alma de la patria, la bandera puertorriqueña. Es una joya amorosa. Estas ofrendas yo preferiría que no se hicieran, sinceramente prefiero que no se me hagan, porque dan a mi ser el sentido de una enorme responsabilidad. Los hombres conscientes de los grandes problemas de su patria jamás pidieron a sus conciudadanos ningún homenaje, rehuyeron todo homenaje, y rogaron que nunca se les rindiera un homenaje, ni siquiera el homenaje póstumo. Porque los que amaron a la patria la amaron con la plenitud del desinterés; no la amaron nunca con el sentido de jamás esperar ninguna recompensa, aunque fuese esa recompensa la forma sutil de un pétalo de rosa. Porque aquí, señores, en estas ofrendas, está el peligro, el peligro más grande para la patria, porque estas ofrendas les dan a los hombres un falso valor ante la mentalidad de las multitudes. Cuando la ofrenda se hace rutina, con la ofrenda se hace también la rutina de los falsos apóstoles.”

Por eso nuestras multitudes vienen consagrando a los verdugos de la patria. Yo no quiero que se me guarde algún recuerdo de lo poco que yo haya podido hacer, porque considero una inmoralidad creer que un hombre va a hacer nada por su patria; una inmoralidad un hijo creer que va a hacer nada por su madre, porque realmente es una inmoralidad creer que se hace un favor a quien uno le debe la vida.”

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