Carlos y el Deporte

Esta semana en vez de escribir sobre la pelea de Pedraza con Lomachenko o de la final de la Copa Libertadores, me uno a la celebración de la vida de Carlos Gallisá. Desde pequeña Carlos estuvo en mi vida, bueno, incluso desde mucho antes, ya que fue el padrino de boda de mis padres, y cuando nací ya era un miembro más de la familia. De Carlos se hablará mucho en estos días y en estas páginas de Claridad, pues por décadas contribuyó al país desde muchas trincheras. Yo solo quiero resaltar su pasión por el deporte, una de las muchas áreas que lo unían a mi padre.

Tengo varios recuerdos de pequeña de Carlos en ambientes deportivos. Pero recuerdo particularmente dos; el primero, los viajes al hipódromo que tanto disfrutaba con Papi y otros panas, incluyendo a su gran amigo Genaro “Tuto” Marchand. Y también su pasión por el béisbol. En muchas ocasiones íbamos a su casa a ver un juego de las Grandes Ligas y recuerdo cómo le enseñaba a Sofa, su hija menor, las reglas y los jugadores. Recuerdo particularmente el año en que se proclamaron campeones los Bravos de Atlanta. En años más recientes, se que iba mucho a ver juegos de béisbol con mis padres. Con mucho cariño guardo el recuerdo, y se que mi madre Vilma Ramos también, de el último Clásico de Béisbol en el cual se juntaban a ver los juegos de Puerto Rico. Y hasta estaba ahí cuando mi Papá se pintó el pelo de rubio, como parte de la moda del equipo, y se que las carcajadas fueron épicas. Se que esa noche, de las últimas que compartieron los tres juntos, es un gran recuerdo.

Así, decido recordarlo con esa bella sonrisa que siempre me cautivó, sobre todo su dentadura tan blanca que siempre recuerdo desde niña, y emocionado por una gran jugada de pelota.

Un abrazo,

Elga

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