Carta de amor sobre el incidente del 3 de noviembre*

 

(Las elecciones que elegimos)

 

En Rojo

  1. Quisiera comentar algo sobre las elecciones generales en Puerto Rico pero mi mente deriva. Siempre lo hace. Es decir, que si yo quisiera escribir una carta abierta a las lectoras de En Rojo tendría que citar, palabra por palabra, aquella carta que escribió Kafka a Milena:

“Las cartas de amor son una relación con fantasmas: los besos escritos no llegan a destino, son bebidos por los fantasmas por el camino”.

No es que quiera escribir una carta de amor a partir de ese incidente que llamamos elecciones generales.Es que escribir siempre me ha parecido algo similar a una carta de amor.  Y si se trata de eventos que remedan un gesto democrático todo es más parecido a la carta de amor:  presencia y ausencia. Registros de lo real, simbólico e imaginario. ¿Acaso no hay, hace dos eventos, más del 50% de abstención electoral? ¿Habría que depurar las listas?  ¿Cuántas se habrán marchado del país? ¿Cuántos habrán muerto? ¿Cuantas y cuantos han decidido, sin aspavientos, no responder al llamado de “ejercer su derecho al voto”? Entonces, habría que depurar las listas. Pero, ¿ustedes se oyen?  ¿Limpiar, purificar, perfeccionar, qué cosa? ¿El lenguaje de lo político?

  1. ¿No es acaso el amor un invento? ¿No es algo deliciosamente imaginario? ¿No nos instalamos en el cerebro para darle cuerpo? Entonces, ¿de qué manera escribo sobre este incidente que acaba de ocurrir hace apenas unas horas? (Escribo el 4 de noviembre poco después del mediodía). Fíjense que hablo de lo que quisiera escribir. Me refiero a lo que quisiera decir y no a lo que materialmente ocurrió. ¿Qué ocurrió? Deleuze propondría que se trata de “la eterna repetición de la diferencia”. Sin embargo, ¿sería capaz de ponerme a citar franceses para tratar de expresar mi amor? Eh, pues sí, la verdad es que sí.¿Se va a entender lo que escribo? Se joda, contestaría mi voz.

Lo cierto es que mientras combatía el sueño escuchando el incesante parloteo de politólogos y comentaristas en la noche después del cierre de colegios electorales pensé, quizás por las cervezas que bebimos, en el formidable El 18 Brumario de Luis Bonaparte, de Carlos Marx. Mi recuerdo es que ahei Marx concluye que el Estado en una so­ciedad capitalista no puede dejar de depender de los que poseen y controlan los procesos de producción. También recordé alguna cita de El manifiesto comunista  «El ejecutivo del estado moderno no es más que un comité para dirigir las cuestiones comunes a toda la burguesía».

Entonces quise hablar de amor, es decir, de deseo, o sea, de lo que quisiera decir. Por ejemplo, ¿qué pasaría si escribiera una carta de amor al pueblo puertorriqueño o del mundo -cosa que en sobriedad no se me ocurriría-? ¿Qué sucedería si propusiera -con una rodilla en el suelo y un anillo en la mano izquieda levantada en un puño-  “para el amor entre nosotros necesitamos, primero, frente al mercado, la planificación y el bienestar público; segundo, frente a la propiedad privada, la propiedad colectiva de los medios de producción. Y tercero, casi como se lee en el Eclesiatés o en Gálatas, frente al derecho al beneficio privado, el derecho universal de un trabajo digno y de un salario digno. ¿Cuántos asistirían a esta cena? ¿A este ágape?

  1. ¿Dónde está el goce? Quizás en que en el evento que llamamos elecciones generales, se muestra una indudable erosión del bipartidismo. Mas, gozar siempre es un alma (con L) de doble filo. ¿Y si estofuera un aviso urgente? ¿Si ese goce no fuera un material para hacer más preguntas?  Por ejemplo, ¿cómo ampliar la democracia más allá de su forma actual? ¿Cuál forma? Esa que imita al sistema republicano norteamericano y que prácticamente se reduce a un ejercicio electoral cada cuatro años. El mismo deia y a la misma hora en que la realizan los conciudadanos del norte (dicho así por joder). Pero si la pregunta es esa ¿cómo ampliar la democracia en una colonia administrada por una Junta de Control Fiscal? ¿Podría explicar eso -entre otras cosas- la enorme abstención?
  1. Marx también decía que verdadera libertad reside en la red «apolítica» de relaciones sociales, desde el mercado a la familia, donde el cambio necesario para realizar mejoras no es una reforma política, sino un cambio en las relaciones sociales de producción. Creo que en El Manifiesto. No votamos en referencia a quién posee qué, o sobre las relaciones entre los trabajadores de una fábrica. De modo que si aceptamos que los mecanismos democráticos formales son el único medio legítimo de cambio ¿cómo van a transformarse las relaciones sociales? Por otro lado, ¿qué hacemos con el modo en el que nos relacionamos con la democracia?
  1. Todo el mundo está claro Ricky, Pierluisi, TRS, Tata, Perelló, tal o cual político o tal o cual partido (el PNPPD) es ineficaz y Sin embargo, dos tercios de los que participaron en el incidente de anoche volvieron a escoger a esa(s) organización(es)  Entonces, ¿el sistema de representación política en general resulta ya insuficiente? ¿Se podrá al menos añadir procesos “más democraticos”? ¿Unicameralidad, representación proporcional, segunda vuelta? ¿Podremos enmendar la constitución del ELA?  ¿Auditar la deuda no cuenta como un ejercicio democrático? ¿Procesar a los culpables no lo es? ¿no es posible e incluso necesario hoy en día proponer y construir nuevas figuras constitucionales? Si es así, ¿no tendríamos que plantearnos que se trata de una constitución que no puede hacer nada para impedir que el Congreso de EEUU nombre a quien le venga en nada para controlar y fiscalizar el gobierno elegido “democráticamente”?
  2. Miren, finalmente, no voy a escribir una carta de amor. ¿A quién le importa ahora que uno hable en esos términos? ¿Qué enamorado o enamorada del mundo utiliza hoy una palabra tan comestible como burguesía? Todos hablan de los mercados, de los corruptos, de los funcionarios ineficientes, de la JCF, de Wall Street -a veces- del “sector económico” que decide sin ser votado quiénes habrán de morir afectados por el COVID-19 y quienes -ellos- no. Entonces, si no puede uno escribir cartas de amor libremente, citando libros viejos, poemas cortesanos o libros sobre Napoleón III, ¿para qué hablar de lo que ocurrió ayer entre nosotros?

*Bibliografía disponible

Artículo anteriorLo bueno, lo malo y lo feo de las elecciones
Artículo siguienteElecciones 2020 y el nuevo mapa político-electoral en Puerto Rico