China en polvo: del espacio, la dinastía imperial y el Sahara

 

 

Por Rafael Acevedo/En Rojo

0.Ustedes creen que soy un tipo ácido. Tienen que comprenderme. Yo nací en una época en la que los niños tomaban la misma bebida que el astronauta John Glenn: TANG. Sí, en una Isla que produce chinas (naranjas) deliciosas y dulces YO ME CRIÉ BEBIENDO CHINA EN POLVO. 29 gramos de azúcar cada dos cucharadas. A veces, comíamos unas tostadas frías que venían envueltas en papel de aluminio rellenas de no se sabe qué pero que sin duda es lo que se comía en el proyecto espacial Géminis.

Luego, ya a los quince años (1976), se puso de moda un caramelo que estallaba en la boca debido al anhídrido carbónico atrapado en el dulce. Por suerte, ya era un adolescente y a pesar de la presión de grupo, escupí esa mierda y nunca volví a probarla. Pero ya el daño estaba hecho.

No sé como llegué a esta edad y a estos tiempos. Mi sistema inmunológico aguantó la comida de los astronautas comercializada. Uno sabe que si se come en la tierra lo que comen en el espacio algo andará mal. Será por eso que a veces escribo esos exabruptos. Perdónenme. Yo me crié bebiendo Tang, que era lo que bebía un tipo que voló en la Friendship 7, de la misión Mercury Atlas 6, y que nos hicieron creer que era el primer hombre en el espacio cuando en realidad era el quinto hombre en orbitar la Tierra. Hasta una perrita, Laika, lo hizo antes que él. Sí, también nos hicieron beber mentiras. Ha sido muy duro sobrevivir la era espacial y llegar a mi edad en medio de una pandemia. Si no les gusta lo que digo móntense en un cohete y arranquen con sus bebidas orgánicas al mismísimo espacio sideral.

1.La verdadera dinastía imperial Tang de China gobernó desde 618 hasta 907 conquistando territorios con muchas campañas militares y ejércitos privados. Se trata de un punto culminante de la civilización china . De esa época es el poeta inmortal Li Bai (Li Po). Poeta entre poetas. Sobre el tema les recomiendo: Yu, Pauline (1998), «Charting the Landscape of Chinese Poetry», Chinese Literature: Essays, Articles, Reviews (CLEAR) 20: 71-87, JSTOR 495264, doi:10.2307/495264). Les obsequio una muestra de su poesía:

 

Visita infructuosa a un taoísta de la montaña Dai Tien

En medio del murmullo del arroyo ladra un perro.
Tras la lluvia se abren con vigor flores de durazno.
En lo más hondo del bosque, corre uno que otro ciervo.
Y junto al agua, ya es mediodía, aún no oigo campanadas.

Cortinas de bambúes separan las densas nieblas,
y de la esmeralda cumbre pende una cascada.
Nadie sabe a dónde ha ido el ermitaño.
Triste descanso, recostado en un pino.

Mirando alejarse a Men Ho-Jan hacia Yangchow, desde la Torre de la Grulla Amarilla

En la Torre de la Grulla Amarilla, en el Oeste,

mi viejo amigo dice adiós.

Entre la bruma y las flores de primavera

desciende hacia Yangchow.

Vela solitaria, sombra distante,

se desvanece en el vacío azul.

Sólo veo el gran río fluyendo

en el horizonte lejano.

 

Bebiendo solo a la luz de la luna

Entre las flores, un tazón de vino

bebo solo, ningún amigo está cerca.

Levanto mi copa, invito a la luna

y a mi sombra, y ahora somos tres.

Mas la luna nada sabe de bebidas

y mi sombra se limita a imitarme,

pero así y todo, luna y sombra serán mi compañía.

La primavera es época propicia para el goce.

Canto y la luna prolonga su presencia,

bailo y mi sombra se enreda.

Mientras me mantengo sobrio, somos alegres juntos,

cuando me embriago, cada uno marcha por su lado

jurando encontrarnos en el Río de Plata de los cielos.

 

El sapo ataca a la luna de Yao-Tai

El sapo ataca a la luna de Yao-Tai

y se la traga.

El disco brillante se extingue en el seno del firmamento,

las tinieblas se engullen el alma de oro.

El arcoiris atraviesa las constelaciones de Sen-Wei,

el sol naciente opaca la luz matinal.

Las nubes flotantes separan a los dos astros,

todo es incierto como en un sueño.

Aislado, aislado el palacio de Tchang Men:

antes inspiraba a nuestros antepasados, ¡ahora no existe ya!

El laurel roído por los insectos florece, pero no trae frutos,

el cielo duplica su desgracia cubriéndolo de escarcha.

Me entristece. Suspiro en la larga noche solitaria

y las lágrimas humedecen mi ropa.

 

Conversación en la montaña

 ¿Me preguntas por qué habito

en estas colinas verdes jade?

Yo sonrío. No hay palabras para expresar

el sosiego de mi corazón.

¡Que fascinante la flor del melocotón

arrastrada por la corriente del agua!

Aquí vivo en otro reino

más allá del mundo de los hombres.

 

2.Alguien podrá pensar que la dinastía Tang en la China Imperial y los viajes al espacio no tienen ninguna relación. Alguien buscando el sentido de las cosas podría confundirse al buscar la conexión entre una bebida de china (naranja) en polvo y el estudio de la cultura china. No tengo que justificarme ni explicar una relación que me parece clara. Cuando era niño me pregunté que relación mágica existía entre la palabra “lluvia” y aquél fenómeno cristalino que caía de aquellas nubes desbordándose. ¿Sería posible convocarla a través de un conjuro, de una palabra? Aprendí las canciones de San Isidro el aguador y la de La Virgen de la Cueva. Entonces la palabra convocaba y se proponía como poderosa, como transformadora. El poeta Yves Bonnefoy decía que “La poesía es aquello que exige la existencia del mundo”. Y las palabras están repletas de exigencias. La exigencia mayor es a establecer conexiones, a convocar diferentes realidades, unirlas, formar algo nuevo de esa unión. Eso me pasó de niño con la palabra TANG. Era una marca comercial. Era una bebida de naranja hecha especialmente para la era espacial. Sin embargo, ¿no era un imperio según habría leído en uno de esos libros que tenía mi viejo en su pequeña biblioteca? ¿No era leer mi deporte favorito después del béisbol? ¿No había tratado de hacer llover cantando? Las palabras siempre unieron mundos, se unieron unas con otras, reunían la era espacial con el pasado imperial chino.

 

3. Hoy, en el año 2020, año olvidado de la mano de Dios, la era especial es un lejano tiempo que se satiriza en una serie de Netflix o se convierte en el delirio de un multimillonario empeñado en ser considerado como un genio con la capacidad creativa de Da Vinci. La pandemia me ha devuelto a mirar las cajas de frutas que crecen en nuestros suelos. Las chinas -que llamamos chinas por una razón que es otro relato de conexiones aparentemente fortuitas- llegan en unas cajas cada dos semanas. Las busco en el puesto al lado de El Monte. Las compro en un semáforo. Y mondarlas en el balcón es liberar un olor delicioso que me recuerda aquella espantosa bebida que bebí con entusiasmo de astronauta infantil. Me recuerda el pasado imperial de la China, que amo con fervor literario. Me recuerda que la agricultura nos salvará de nuestro mundo enlatado. De ese mundo triste en polvo. Ah, pero “polvo” es otra palabra llena de significados, relatos, buenos y malos recuerdos. Otro día, quizás, les hablo del polvo y los viajes por el Sahara o aquella vez desnudos en El Yunque.

 

 

 

 

 

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