Cien Horas con Fidel (III)

JUAN MARI BRAS

Por Juan Mari Brás, Especial para En Rojo

La Disyuntiva del Mundo: ser mejor o desaparecer 

En los capítulos, a partir del 18 y hasta el 26, que es el final, el conversatorio entre Ramonet y Fidel se encampana hacia reflexiones verdaderamente transcendentales, muchas de ellas noveles.

Las premisas que sirven de apoyo a los comentarios de mayor envergadura que hace el Comandante de la Revolución Cubana están contenidas en sus conclusiones básicas de que en el mundo del Siglo XXI no hay capitalismo ni socialismo, si hablamos con rigor sobre esos conceptos.

Ramonet pregunta: “¿Usted se preguntaba qué quedaba del capitalismo? ¿Piensa usted que la globalización está destruyendo hasta el propio capitalismo?”

Fidel: “Hoy no hay capitalismo, no hay competencia. Hoy lo que hay es monopolio en todos los grandes sectores. Hay algunas competencias entre varios países por producir televisores o computadoras, hasta automóviles los ha puesto a producir el Banco Mundial, pero aquel capitalismo no existe ya.”

“Quinientas empresas globales dominan hoy el 80 porciento de la economía mundial. Los precios no son de competencia, los precios a que se venden, por ejemplo, los medicamentos contra el SIDA son monopólitcos. Los fármacos constituyen uno de los más abusivos, extravagentes y explotadores renglones del mundo; la medicina que le venden a la gente tiene un precio en muchos casos diez veces superior a los costos de producción. La publicidad casi determina lo que se vende y lo que no, quien no tenga mucho dinero no puede hacer publicidad de ninguna clase para sus productos aunque sean excelentes.”

“Después de la última matanza mundial en la década de 1940, se nos prometió un mundo de paz, reducir la distancia entre ricos y pobres y que lo meas desarrollados ayudarían a los menos desarrollados. Todo resultó una enorme falsedad. Nos impusieron un orden mundial que ya no se puede sostener ni se puede soportar. El mlundo está siendo conducido hacia un callejón sin salida.”

“Ninguna de aquellas categorías en las cuales creíamos que se basaba el capitalismo existen; no existe, por lo tanto, la teoría que enseñan los Chicago Boys a la gente. Y por otra parte, la teoría y la práctica del socialismo están por desarrollar y por escribir.” (pag. 440).

Ramonet: “Usted me dijo en otra ocasión que ya no había modelo en materia política, y que nadie sabía muy bien actualmente lo que el concepto de socialismo significaba. Me contaba usted que en una reunión del Foro de Sao Paulo que tuvo lugar en La Habana, y que reune a todas las izquierdas de América Latina, fue necesario ponerse de acuerdo para no pronunciar la palabra ‘socialismo’ porque es una palabra que ‘divide’ ”.

Fidel: Mire, ¿qué es el Marxismo? ¿qué es el socialismo? Eso no está bien definido. En primer lugar, la única economía política que existe es la capitalista; pero la capitalista de Adam Smith. Entonces andamos haciendo socialismo muchas veces con aquellas categorías adoptadas del capitalismo, lo cual es una de las grandes preocupaciones que tenemos. Porque si uno utiliza las categorías del capitalismo como instrumento en la construcción del socialismo, obliga a todas las empresas a competir unas contras otras, surgen empresas ladronas, piratas, dedicadas a comprar aquí y allá. Habría que hacer un estudio bien profundo.”

“Marx hizo solo un ligero intento, en la Crítica al Programa de Gotha, al tratar de definir cómo sería el socialismo, porque era un hombre demasiado sabio, demasiado inteligente y realista para imaginarse que se podría escribir una utopía de cómo sería el socialismo. El problema fue la interpretación de las doctrinas, y se han hecho muchas. Por esa razón estuvieron dividido los progresistas durante tanto tiempo, y las polémicas entre anarquistas y socialistas, los problemas después de la revolución bolchevique de 1917 entre troskistas y stalinistas, o digamos, para los partidarios de aquellas polémicas que se produjeron, la división ideológica entre dos grandes dirigentes, de los cuales el mas intelectual de los dos era, sin duda, Troski.” (Pg. 441)

Más adelante, Ramonet le prgunta: «¿Piensa que estamos actualmente en un momento de gran confusión ideológica?”

Fidel: “Sí. Hay en la ideología una confusión grande. El mundo en que vivimos es muy diferente. Hay muchos problemas que los grandes pensadores políticos y sociales no podían prever a tan larga distancia, aunque sus conocimientos fueron decisivos para convertirnos en personas con ideas revolucionarias.”

“La gente lucha contra el subdesarrollo, las enfermedades, el analfabetismo, pero todavía no se ha hallado la solución global de los problemas de la humanidad. Tales problemas de la humanidad no tienen solución sobre bases nacionales, porque hoy mas que nunca la dominación se lleva a cabo sobre bases globales: la llamada globalización neoliberal, apoyada en el poder del imperio y sus aliados. La OMC (Organización Mundial del Comercio), el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, establecen las reglas de una situación de dominio y explotación de hecho, igual o peor y de consecuencias más funestas que la esclavitud colonial.” (pág. 443).

Ramonet vuelve a la carga, preguntando: “¿no tiene usted la impresión de que la globalización liberal ha recibido algunos golpes fuertes y ya es menos arrogante que hace unos año?”

Es llevado por Ramonet a unas reflexiones muy hondas en que, al contestar la última pregunta arriba apuntada, dice

Fidel: “Sí, yo también tengo esa impresión, porque ha ocurrido el caso de Argentina, la victoria en mayo de 2003 de Néstor Kirchner y la derrota del símbolo de la globalización neo-liberal que ha tenido lugar en aquel país, en momentos decisivos de crisis económica internacional. No se trata sólo de una crisis en el sudeste asiático, como la de 1997; Es una crisis en el mundo, más la guerra de Irak, más las consecuencias de una enorme deuda, más el fatalismo de que el dinero se devalúe y escape por exceso de impresión y déficit por parte de la principal potencia económica y militar del planeta.”

“Es mundial el problema, y por eso mundialmente también se está formando una conciencia. Por eso será un día de gloria ese en que otro mundo mejor sea por fin posible. Observe que ha tomado fuerza esa frase que creo que usted mismo propuso: ‘un mundo mejor es posible’. Pero cuando se haya alcanzado un mundo mejor, que es posible, tenemos que seguir repitiendo: un mundo mejor es posible, y volver a repetir después: un mundo mejor es posible. Porque el mundo está en la disyuntiva de ser mejor o desaparecer.” (subrayado nuestro, pág. 444). 

Fidel señala a continuación que hace falta promover un cultura política y echar a un lado  los dogmas. Le pregunta Ramonet “¿Los dogmas le irritan?”

Fidel: “Soy profundamente anti-dogmático; ya le he hablado de eso en otro momento. Y ahí está la fe de nuestro pueblo en la fuerza tremenda de las ideas, en lo que hemos aprendido en cuarenta y tantos años acerca del valor de las ideas y de los conocimientos. No obstante, hay peligros, y nosotros siempre tratamos de educar, cada vez más, a las nuevas generaciones. Porque hoy el mundo globalizado obliga a mayores conocimientos, y a buscar y encontrar soluciones globales.”

Ramonet: ¿Cuáles, por ejemplo?”

Fidel: “Primero, para que la humanidad se preserve, porque no está asegurada en absoluto su supervivencia.”

A continuación Fidel específica variados asuntos en que Estados Unidos, como poder hegemónico en el orden económico y militar, ha estado perjudicando a prácticamente todo el mundo, y concluye con lo siguiente: “Cada vez son más los pueblos que tienen menos miedo, cada vez serán más los que se rebelen, y el imperio no podrá sostener el infame sistema que aún sostiene. Un día Salvador Allende habló de ‘más temprano que tarde’; pues pienso que más temprano que tarde ese imperio dejará de ser  amo y sennor del mundo.” (pág. 450).

A todo lo largo de los capítulos del veinte al veintiseis, que es el final, de este libro sobre el conservatorio de cien horas entre Ramonet y Fidel, se traen a colación las opiniones del jefe de la Revolución Cuban sobr diversos movimientos y personajes protagónicos del mundo, y en especial de Estados Unidos, en las que se revelan datos de suma importancia sobre los avatares que ha tenido que enfrentar el pueblo de Cuba ante el enramado de presiones y agresiones que ha Washington para dar plena vigencia al bloqueo de la nación rebelde que tiene frontera marítima con el territorio este del imperio. Hace elogios de ciertas posiciones reflejadas en la acción política de John Kennedy como presidente de Estados Unidos y piensa que de no haber sido asesinado en 1963, habría podido darse un relajamiento de tensiones entre los gobiernos de Washington y La Habana durante su presidencia. No obstante, su mayor estimación entre los presidentes norteamericanos con quienes ha tenido que tallar en los largos años que lleva al mando del gobierno de Cuba, es hacia Jimmy Carter, a quien considera “que fue el mejor presidente de los que he conocido, independientemente de la apreciación que tenga sobre cada uno de los demás.” (Pág. 466).

A continuación, Fidel relata sus encuentros con Carter, desde la vez de su encuentro en el funeral del primer ministro canadiense Trudeau hasta su visita a Cuba, ya fuera de la presidencia. Es importante señalar que fue bajo la presidencia de Carter en Estados Unidos que se acordó el establecimiento de relaciones bilaterales entre los gobiernos de Wáshington y La Habana por medio de una llamada “sección de interés” de la embajada suiza, que es una manera de disimiular —suponemos que para no asustar a los sectores más derechistas de Estados Unidos— lo que en la práctica ha sido, aunque en forma reducida, el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países.

A pesar de su apasionada denuncia, a lo largo de todo el libro, de los horrores cometidos por el gobierno estadounidense contra los pueblos del mundo, fijémonos con atención a la siguiente pregunta y respuesta:

Ramonet: “¿Piensa usted que Estados Unidos, con la administración Bush, puede derivar hacia un régimen de tipo autoritario?”

Fidel: “No creo que en Estados Unidos pueda instaurarse un régimen de tipo fascista. Dentro de su sistema político se han cometido graves errores e injusticias —muchas de las cuales perduran—, pero el pueblo norteamericano cuenta con determinadas instituciones, tradiciones, valores educativos, culturales y políticos que harían aquello casi imposible, el riesgo está en la esfera internacional. Son tales las facultades y prerrogativas de un presidente norteamericano, y tan inmensa la red de poder militar, económico y tecnológico y de ese Estado, que, de hecho, en virtud de circunstancias ajenas por completo a la voluntad del pueblo norteamericano, el mundo está amenazado.” (pág. 626).

En el último capítulo del libro, los dos participantes del conversatorio se plantean la interrogante que, de distintas maneras y con propósitos muy diferentes, se vienen planteando en todas partes del planeta los que analizan la Revolución Cubana y sus consecuencias: ¿después de Fidel, qué?

Casi al final del diálogo, Ramonet le pregunta: “¿Usted cree que el relevo se puede pasar sin problema ya?”

Fidel: De inmediato no habría ningún tipo de problema; y después tampoco. Porque la Revolución no se basa en ideas caudillitas ni en culto a la personalidad. No se concibe en el socialismo un caudillo, tampoco un caudillo en una sociedad moderna, donde la gente haga las cosas únicamente porque tiene confiaza a ciega en el jefe o porque el jefe se lo pide. La Revolución se basa en principios. Y las ideas que nosotros defendemos son, hace ya tiempo, las ideas de todo el pueblo.” (Pág. 693).

Antes, Ramonet le hace un planteamiento de suma importancia al Comandante, en los siguientes términos:

Ramonet: “En muchos países del desaparecido campo socialista, ser miembro del partido era una manera de obtener privilegios prebendas y favores. Se hacía por interés más que por convicción y espíritu de sacrificio. ¿No ocurre lo mismo en Cuba?”.

Fidel: “Este partido no es para obtener privilegios. Si hay cualquier obligación que cumplir, el primero que tiene el deber de hacerlo es el militante del partido. Y no postula ni elige, es el pueblo quien lo hace, a través de las más de diez mil circunstancias electorales. El Partido dirige, yo diría, de una forma ideológica, traza estrategias, comparte esa responsabilidad con el Parlamento de la República, con las organizaciones  de masas y con todo el pueblo. Es un concepto diferente.”

Ramonet: “Pero ya hemos visto que aquí también hay corrupción, ¿usted estima que en Cuba, en el seno de la dirigencia, no hay corrupción?”

Fidel: “Ha ocurrido en algunos funcionarios que negociaban con poderosas empresas extranjeras, y bueno, a veces los invitan a un restaurante, o los invitan a ir a Europa para alojarlos en la casa del dueño o en un hotel de lujo. Al fin y al cabo, algunos funcionarios nuestros eran compradores de millones por un lado, y por el otro el arte de corromper que suelen tener muchos capitalistas, más sutiles que una serpiente, y a veces peores que los ratones. Los ratones anestesian a medida que van mordiendo y son capaces de arrancarle a una persona un trozo de carne en plena noche. Así, a la Revolución la iban adormeciendo y arrancándole carne… Puede existir corrupción, ya hemos hablado de eso, hay mucha gente aquí que ha incurrido en ella, pero no puede darse en un cuadro de dirección del Partido o en un cuadro de dirección del estado, ni uno solo de ellos puede permitírselo. (Págs. 674-675).

Y ya al final, Ramonet pregunta: “Pero la pregunta que algunos se hacen es: ¿el proceso revolucionario, socialista, en Cuba, puede también derrumbarse?”

Fidel: “¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Yo me hecho a menudo estas preguntas. Y mire lo que le digo: los yanquis no pueden destruir este proceso revolucionario, porque tenemos todo un pueblo que ha aprendido a manejar las armas; todo un pueblo que, a pesar de nuestros errores, posee tal nivel de cultura, conocimiento y  conciencia, que jamás permitiría que este país vuelva a ser una colonia de ellos.”

“Pero este país puede auto puede autodeterminarse por sí mismo. Esta Revolución puede destruirse. Nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra. Si no somos capaces de corregir nuestros errores. Si no conseguimos poner fin a muchos vicios, muchos desvíos y muchas fuentes de suministro de dinero de los nuevos ricos del período especial al que no debemos volver.”

“Por eso estamos actuando, estamos marchando hacia un cambio total de nuestra sociedad. Hay que volver a cambiar, porque tuvimos tiempos muy difíciles, se crearon desigualdades, injusticias. Y lo vamos a cambiar sin cometer el más mínimo abuso. Hoy puede asegurarle que la superación de esos problemas es una meta perfectamente alcanzable.”

“Habrá una participación cada vez mayor, y seremos el pueblo que tendrá una cultura general integral. Martí dijo ‘ser cultos para ser libres’, y sin cultura no hay libertad posible, Ramonet.” (Págs. 694-695)

Los amigos de Cuba, en Puerto Rico y en mundo entero, estamos confiados en que así sea.

FIN

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