¡Colores y formas que nos seducen en Otras Voces!

María Elba Torres

Otras Voces: Arte Afropuertorriqueño Actual es una muestra plástica que se presentó en Casa Escuté del Municipio Autónomo de Carolina. La excelente selección de obras por el curador y artista Edwin Velázquez, como así lo hizo en la exhibición Paréntesis: 8 artistas Negros hacen más de 25 años atrás, nos permite aseverar de la cantidad de artistas y gestores culturales que reiteran históricamente de una cultura visual afro en nuestro país caribeño, Puerto Rico. Asunto que no nos lo despinta nadie.

En esta exhibición no es la cantidad sino el elaborado plan de exhibir nuevas narrativas visuales desde el centro de cada uno/a que se autoidentifica como afrodescendiente. Es el tratamiento del tema utilizado en diversos medios y expresiones visuales que llevan una larga presencia en la historia del arte puertorriqueño.

Otras Voces… sugiere hilvanar desde particulares medios la continuidad a la eterna presencia de las aportaciones plásticas de lxs afroboricuas. El hilo narrativo de la exhibición es coincidir en una cultura visual presente, que fue silenciada desde la óptica eurocéntrica en la construcción de la historicidad plástica propia y sobre todo desde el marco que nos apela como caribeños. Al posicionarse ante el tema se exhibe en ella nuestrxs afrosaberes.

Nadar en contra de la corriente resulta ser una ardua tarea, pero no nos es extraño, le pasó a nuestro pintor Francisco Oller y Cestero a finales del siglo xix. Hagamos un recorrido a la muestra que nos presentan en saludo al Tercer Congreso Afrodescendencia en Puerto Rico (CONAFRO/2021)

Con la suavidad del grafito Aishamar Antonia Rosario Romero (Toña) nos remite al comienzo de la vida con una Afro Eva-mujer. Una mujer- negra abrazada a la serpiente. Dos en una. Ella no nos incita al pecado, al contrario de la ideología del mundo cristiano que ha demonizado la mujer y a la serpiente. Ella la domina, la apacigua, soba el reptil, para ser de ella en su cuerpo desnudo apetecible. Por ello la titula “La dominadora”. Ella es libre y se proyecta en su espacio natural, en su paraíso. Toña saca la serpiente del confinamiento de la maldad y la revive como símbolo del placer, del gusto, de nuestros afrosaberes ancestrales. En la Dominadora se obtiene un gozoso placer en comerse la manzana. Podemos advertir que la serpiente de color amarillo siena forma la gráfica del número 8 cual, si fuera el infinito, el movimiento perpetuo del universo. La visualidad de la serpiente es arrastrarse hacia abajo, significado que en diversas culturas provoca la caída, la cercanía del mal y hasta se caracteriza la llegada al pubis como algo morboso e insano. Y la propuesta de Aishamar es el gusto y el disfrute de la condición humana desde la sexualidad. Toña nos recrea nuevamente la dicotomía del bien y el mal y nos pregunta ¿cuáles son sus arquetipos? ¿dónde una se sitúa? Ya no hay vergüenza. Su desnudez es aliada de su contorno y entorno. Ella empoderada y poseedora de ella.

Notamos pues un carácter antropomórfico en donde la mujer afro se devora a sí misma. La serpiente antes del cristianismo, ha representado la sabiduría en culturas antiguas y ancestrales.

Por otro lado, la manzana como fruta extranjera que nos remite a la llegada de los estadounidenses a Puerto Rico. En esos tiempos, en los grados primarios en las escuelas en Puerto Rico los maestros estadounidenses que llegaron a evangelizar e imponer otra cultura extraña a la población puertorriqueña confundían los árboles de quenepas por árboles de manzanas. Por otro lado, las lianas del árbol nos figuran trenzas ( dread locks) de un pelo largo rizo. Símbolo visual que enmarca a la mujer afrodescendiente. Es un dibujo que nos remonta al origen y fundación del planeta. La mujer negra y el comienzo de la vida. ¿Aludirá al fósil humano más antiguo, Lucy? Lucy material humano africano que traza: ¿cómo se pobló la tierra? Es una mirada hacia dentro de la artista Aishamar Rosario. No cabe la menor duda que vemos uno de los arquetipos de C. Jung, una imagen arcaica universal que surge del inconsciente y que es tan vigente hoy.

En términos netamente artístico, es una pieza figurativa en grafito donde maneja los matices entre el blanco al negro y brinca al rojo de la manzana. Esta técnica me recuerda a la sombrilla roja en el Velorio de Francisco Oller y Cestero.

Exhibe también Aishamar Rosario (Toña) el objeto que la trae de la postindustrialización, el mercado, las potenciales clientas de la cartera Power. Años 60 y 70 y sobre todo en los Estados Unidos y la masificación de lo que ellos llamaron productos étnicos. Recordemos Black Power y las luchas antirracistas en los Estados Unidos y el “Black is beatiful” . Desde otro tratamiento coincide con las obras presentadas de Vanessa Vani. Todes los exponentes se proponen hablar de lo nuestro como dice la canción es justamente “Vivir lo nuestro.” El poder negro inscrito sobre el plástico del mass media o del accesorio que adorna. Los objetos decorativos que adornan a nosotras las mujeres negras y que han variado de época en época. Siendo la cartera un accesorio recurrente entre nosotras.

Si algo tenemos de la colonialidad es que intenta identificar a las personas afroboricuas desde lo fenotípico del color de la tez y el pelo. Lo afro en Puerto Rico arropa toda la cotidianidad de la mujer y el hombre puertorriqueño: nuestra gastronomía, nuestra música, nuestra sandunga, etc. Y te tienen que someter a la confrontación de cómo te ven y te permiten ver. La cantidad de epítetos racistas y clasista que han creado para marcar a la mujer negra y pobre, como la palabra Yal y Cocola. Con estos objetos se da luz a la clasificación discriminatoria.

Maribel Canales hace unos collages para presentarse ella, tal cual. Se mira y se remira, se regodea mirándose ante fotos, espejos y bocetos de Dormida o Despierta. Autorretratos ante una sociedad racista y machista. Recuerdo los bailes de marquesina donde la joven negra tenía que llevar su parejo, porque si no, no bailaba. No la sacaban a bailar. Situación que pasaba más en los sectores de clase media, es decir, son muchos los Puerto Rico que se viven y se escuchan. La otra voz que Maribel Canales nos canta es “Aquí estoy ya yo llegué y “Para que afinques”. Con todo el conocimiento que maneja Maribel Canales de los materiales dentro del oficio de la artista y restauradora de bienes culturales. Su dimensión científica de la restauración y los cuidados para entremezclar los materiales propone estos collages. Ella es ella y moldea el collage con su propio pelo. Cuentan que en el siglo xviii, en Puerto Rico había una pintora negra que hacia los pinceles con su pelo. Este procedimiento obliga a la artista a llevar un proceso de tiempo. Esperar que los materiales sequen para que se pueda seguir manipulando la pieza.

La imagen de la artista con peinillas que se venden en el mercado a la población de pelo no rizo, ella las utiliza en pelo rizo. Sugiere una denuncia al no existir en el mercado de pelos en la isla los aditamentos e instrumentos necesarios para el pelo rizo. La negación de la existencia de la población afro en Puerto Rico se expresa invisibilizando los aditamentos correspondientes para sus toques y retoques. Reitero se quiere dar la impresión de que no existe esa textura del cabello en la isla antillana de Puerto Rico. Ella, Maribel Canales demuestra con su pelo afro, el pelo al natural y se niega a llamar pelo malo. Voz racista que se ha vociferado por una estética vikinga y bárbara. Nada que ver. El pelo enmarca la cara de “Dormida” y “Despierta”. Ambos autorretratos de Maribel Canales proclaman: “Yo soy yo y mi cabello” y” esas son mis circunstancias.” Además, nos lleva a cuestionarnos: ¿qué es lo bello y lo feo? Es ese soneo de las Caras lindas del gran Tite Curet Alonso, de donde emanan estas maravillosas piezas.

Las obras de Violeta Vani, Law of movement y Law of correspondence nos conducen al Pop Art de aquellos años 70 y 80 sobre todo en los Estados Unidos. La ampliación del sujeto en el lienzo y el impacto de los colores. La modalidad del Pop Art de Andy Warhol se aplica a las mujeres negras. En la pieza “ Law of movements ” la de cabellos verdes y fondo anaranjado en donde se encuentran los colores fríos y calientes casi como si fuese una competencia del color. Pareciera que el verde se come al anaranjado y el anaranjado al verde. El pelo se eleva como nube verde que bordea el rostro de la mujer negra. Son espacios grandes en colores sólidos que iluminan y brincan a la vista. Rostros con intención de monumentalidad.

Mientras los rollos violetas que enmarcan el rostro de la mujer enjuta negra en la otra pieza, “Law of correspondence ” pareciera un bouquet de flores inmensas, alfombras largas y gruesas que resaltan el volumen que sobresale y que aparentan pesar. Predomina en ellas la repetición, el ritmo, la circunferencia, la rueda, la corona de la cabeza y otras muchas cosas más. Por otro lado, notamos en la actitud de las mujeres un cierto porte de modelos que se han destacado en algún desfile de moda occidental en donde las mujeres negras han desafiado la estética eurocéntrica.

Nitzayra Leonor nos ofrece la matriz de una tabla xilográfica lista a parir y ser impresa. Esta contiene unas incisiones que dibujan una mujer negra en movimiento y que asemeja el agua. De este modo, la matriz, la madre, da muchas posibilidades sobre soportes posibles: papel, lona, etc. Sin título es un autorretrato de la artista, como suele suceder en otras obras de Nitzayra Leonor. La mujer joven negra se mantiene estática rodeada del movimiento que sugiere el agua. De arriba abajo el movimiento acuático persiste. El agua se une al aire como dos estados del mismo asunto. El agua en el vientre materno, la placenta. El agua por donde acuatizamos niños, jóvenes africanes esclavizades, por donde se asentaron los pueblos originarios y llegaron los terribles europeos. Su pelo trenzado y su rostro marca entrelaza: agua, mares, océanos. Nitzayra Leonor se territorializa en derramarse en isla: El espacio eslastico del agua en el contexto afroindoantillano. Parecido a Maribel y Vani el rostro define, te ubica, te marca y te construye.

Añade Nitzayra Leonor en esta muestra una instalación en el suelo de la sala de Casa Escuté, titulada Cien palabras. Esta se construye en cerámica, sal, azúcar, cenizas y pigmento. Cual, si estuviera aludiendo a los momentos de la esclavización, de la explotación del ser humano, del despojo y la racialización de un continente. Las ruinas siguen siendo ruinas y nada más.

La cerámica como materia de construcción para fortificaciones y viviendas y con esto nos preguntamos: ¿quiénes construyeron las fortificaciones en Puerto Rico? La cerámica pulverizada denota la alusión al barro. Polvo eres y polvo serás. A la base material de aquellos tiempos en su uso para resguardar una ciudad o para construir una casa de adobe.

Por otro lado, la sal y el azúcar material de cocina que posicionó a la isla en un centro azucarero en manos de empresas extranjeras europeas y/o estadounidenses. El producto de esclavización en los trapiches, haciendas y salinas, sino que también la esclavizada doméstica. Fueron sujetos pigmentados y pigmentadas en alto grado de color oscuro los que construyeron el país. No cabe la menor duda que la misma objetivación de les sujetos africanes por la explotación los convirtió en cenizas. Los materiales en la instalación nos significan un proceso de la historia que nos ha azotado por siglos: la explotación y el racismo.

Las tres propuestas de Juan Pablo Vizcaíno Cortijo Javier, Macha y Sasha tienen un entorno y una territorialidad, Loíza. Los vejigantes que nos presenta Vizcaíno Cortijo y en cada una de ellas simboliza la permanencia de una tradición. Los vejigantes están en función de la afirmación y la re- existencia dentro de otro medio de circulación visual, las artes plásticas, las llamadas “bellas artes”. Vizcaíno Cortijo, re-inventa el vejigante desde los sesos hasta la vestimenta conteniendo el propósito de sacar del confinamiento de “lo folclórico del objeto”. Propone un carácter mucho más amplio y complejo tanto desde el significado como del significante. Asunto que trabaja excelentemente bien otro loiceño Daniel Lind- Ramos. Elabora y conjunta todo un quehacer plástico visual- artístico tradicional propio de Loíza para darle un lugar distinto a ese objeto tradicional que caracteriza a Loíza. Lugar de gran valor dentro de la cultura visual de Puerto Rico. Su ropaje contemporáneo armoniza con la contemporaneidad de las máscaras. Estxs sujetxs modelos son activistas antirracista y antidiscrimen en Puerto Rico. Cada vejigante es distinto y su funcionalidad se elabora con la nobleza de sus materiales. La labor de preparar el soporte metálico para imprimir y pegar sobre ella conlleva un trabajo manual, cual si estuvieses en un taller de herrería y apoyado por la tecnología construir unas piezas bidimensionales artísticas dentro de un contenido popular.

Por otro lado, y no menos importante la propuesta de lo trans. Tanto Javier como Macha ocupan el espacio de la imagen hasta media pierna y en falda roja, mientras Sacha es de cuerpo entero y de falda amarilla. Macha lleva los cuernos más allá de una docena, mientras que Javier y Sacha es en unidades. Sacha luce como única desde la posición del cuerpo y brazos. Vizcaíno Cortijo nos propone cual si fuera un tríptico. Una y otra dialogan entre sí para sacudir espantadxs. Entre la materialidad de las planchas de metal mohosas y las imágenes propias de carnavales, Vizcaíno Cortijo nos adentra en el enlace entre las artes populares, las artes plásticas oficiales y los oficios que ejercimos después de la invasión estadounidense, antes finales del siglo xix éramos esclavizades. Nuestros ancestros y ancestras tuvieron que fajarse por décadas en todos los oficios como herreros, costureras, albañiles, escultores, marmoleros, cocoteros, tejedoras, tabaqueras, etc. Crea el entre juego de lo artesano y las “Bellas Artes”. Por tanto, son las aportaciones de lxs afroboricuas en el campo de la cultura visual del país, vengan de donde vengan.

Deyaneira Maldonado Ramírez nos propone tres piezas: Sal, Guaraguo y Gritó. Todas monocromáticas, con títulos que nos remiten al producto gastronómico y de explotación, del animal que se defiende y la emoción evocativa cuando ahoga. Todas y cada una de ellas aluden a uno de los símbolos más representativos de nuestra afrodescendencia, las máscaras. Ese objeto multicolor que se usaba y usan para los carnavales y que esconde el rostro con la intención de desviar el sujeto que baila o ataca. Es la oportunidad de disfrazar para poder poseer y posicionarse en la entera y profunda diversidad visual de la negrura. Fue la máscara de defensa para subvertir y responder a los abusos de los europeos en las Antillas y las Américas sin que supieran quienes eran. Mi más alto reconocimiento por ser parte de la conservación, protección de nuestro caudal de afrosaberes que se encuentran en Loíza, Arroyo, Patillas, Mayaguez, Cataño, Dorado, Toa Baja y otros pueblos. Al igual que Vizcaíno Cortijo las figuras se construyen en materiales humildes, se pintan se les toma una fotografía y se exhiben. Cada uno de estas máscaras tienen unos sujetos que tapan su cara y parte de su cuerpo.

Es un objeto en jagua y en medio mixto que busca esconder los rostros y no ser identificados, de tal suerte no ser arrestados por quien o quienes lo buscan. Podría ser un acto de cimarronaje para poder escapar. Lo importante de esto, es que como buen país antillano ha perdurado por los siglos y ha permanecido en carnavales en distintas partes del país. Lo contrario a la mascarada, sería desenmascarar para ver la realidad del sujeto, que hoy nos engañan. Nos ha llevado al grado de apuntalar a personas deshonestas como suelen aparecer en altos niveles en las instituciones gubernamentales del país.

La geometría predomina en el trabajo de Deyaneira Maldonado Ramírez. Cada una de las máscaras en las fotos ocupan de dos, tres picos o más picos. El material, las jaguas, encontrado cerca de los palmares le sugiere a la artista su dimensionalidad y su carácter. Estas propuestas orgánicas donde los materiales provienen del entorno representan un reto a la normalidad del material único y ajeno al espectador desde las artes plásticas tradicionales. La materialidad o cuerpo de las piezas artísticas se cuestionan. Es plantearme si es válido el bautismo con agua mineral, sí o no y porqué

Uno de los símbolos, que justamente aparece como un continuo en las culturas visuales en Puerto Rico desde las décadas de los cuarenta y cincuenta con las máscaras. Para esos tiempos era la contra respuesta al obsesivo jibarismo. Lo veremos en obras de Félix Rodríguez Báez, José Antonio Torres Martino, Rafael Tufiño, y Antonio Maldonado, entre otrxs. Y el video de Don Ricardo Alegría en esos mismos años sobre el carnaval de Loíza.

El pintarse el rostro de blanco como suele aparecer en las culturas africanas lo encontramos en el Autorretrato, 1970 de Cecilia Orta Allende. Nos dice Maldonado Ramírez en torno a sus propuestas; “El proyecto busca entablar una conversación con la comunidad humana y lo divino. Nuestros ancestros utilizaban las máscaras para poner orden, interrogar asuntos de violencia, pueden juzgar, castigar y perdonar. En fin, considero que en tanta desigualdad e incertidumbre en nuestra cotidianidad las máscaras necesitan nuevamente tener su espacio en la lucha y como portador de la resistencia”. Hoy, ¿quiénes juegan a la mascarada?

De Eduardo Texidor tenemos Madre del Rio y Marzo, el más profundo de los recuerdos, sus obras se interconectan con los planteamientos de una estética afrocaribeña, el sistema racial en la isla y lo ecológico. En Texidor nos encontramos con un planteamiento político-plástico-visual caribeño desde la aplicabilidad de los tonos obscuros del rojo, café, crema, amarillos, azul además del blanco que bien armonizan esos colores en mis ojos. Redondea con el azul dándole acuosidad y profundidad celestial nocturna al rostro femenino. El estilo frontal del rostro casi monumental pareciera que quisiera alcanzar la tridimensionalidad de un busto. “Las caras lindas de mi gente negra” del gran Tite Curet. Vocifera esta pieza el derecho de ser “melaza en flor.”

Las facciones del rostro son un homenaje a cada una de las características fenotípicas que hace visibilizar una incuestionable negrura: los labios gruesos, la nariz ancha, una frente ancha con un alargado cuello. Siendo el rostro la parte frontal de la cabeza en donde se encuentran cuatro órganos principales de los cinco sentidos: ojo, boca, oído y nariz. La honra y el respeto a la cabeza, que lo tiene todo.

Los ojos provocan la duda de la mezcla con otros grupos étnicos, dándole un tono claro a los ojos. Pero la mirada es retante y asegura su presencia y permanencia. El rostro no se define en sus especificidades, sino que demuestra una mujer con babilla, desafiante, frontúa, fajá y entregá. Como si estuviera parafraseando la icónica pieza de Goyita de Rafael Tufiño. El uso de la pantalla en la nariz denota una aseveración contestaria y no tan contemporánea, ya que en poblaciones originarias en el continente africano esto era común como en otras culturas en el mundo. El marco que rodea el rostro no es de un peinado acometido, sino un cabello que ondula al natural. Pareciera querer ser una escultura sagrada del continente africano, una diosa. Una sujeta que nos llegó desde el mar, una Yemayá.

De igual forma la Madre del Rio, ente el agua y el bosque. Ese río que se hace mar y no tiene vuelta atrás. Rio paridor. Agua que ha condicionado a la gran mayoría de los pueblos del planeta a vivir a su lado. El agua componente principal del cuerpo, de la transportación primaria, del alimento, de toda limpieza y crecimiento.

La figura esbelta, cual, si fuera una modelo, una estatuilla que se viste de tonos rosados para embarcarse en el verde que te quiero verde. El color de la esperanza, el optimismo y la buena suerte. También con la naturalidad y la búsqueda del placer y el vigor. Color muy ligado a la idea de equilibrio, serenidad y calma, así como con lo espiritual. El verde de la naturaleza que nos evoca nuestra genuina y agradable sexualidad.

Los tres tableros de José Ballester: Tablero IKA, Tablero OBARA, Tablero OYEKUN nos provocan la búsqueda, la investigación, el lugar de pertenencia de estos objetos que nos presenta. ¿A qué aluden? De más está decir que la mística espiritual que nos convoca nos ofrece confianza y certeza desde las espirituales afrodescendientes, que nos hablan de destinos y sus posibilidades. Son estos tableros la expresión visual-filosófica del misterio del origen y fin de nosotrxs, los seres humanos con su devenir. La importancia de hacer y accionar hacia la transformación del ser con la cosmogonía de nuestros afrosaberes. Cuentan historiadores, antropólogos nacionales y de la diáspora que muchos de esos afrosaberes tienen sus raíces en el Congo y son bantú. Es decir, el ser humano se mueve porque estamos montados en los hombros de nuestres ancestres. Sus ritos nos hablan de esa línea espiritual. Soy porque somos. ¡Ubuntu!

Es la circularidad de los objetos oraculares en los tableros. El rito de la adivinación que nos van diciendo cada tablero, con la particularidad que cada uno de estos tableros tienen sus orishas. La variedad de las interpretaciones de los códigos IO pasan de los doscientos cincuenta. Es un oraculo de Ifá que pronostica el destino y el carácter de les consultantes. El movimiento continuo con los caracoles, se descifra el camino hacia el destino. Una filosofía mágico – religiosa que ayudan con las fuerzas de naturaleza al ser humano a realizar su autotransformación.

El sujeto interesado se sienta frente el que lee el tablero y su mirada persigue las manos que al tirar los caracoles comunican lo que los códigos similares y disímiles le dicen. La figura 1 alude a la luz y la figura redonda a la oscuridad .

El continuo movimiento de las manos en los tableros de Ballester es multiplicador, el azar no es entre dos sino entre tres. Tres manos que se representan en tres tableros para darnos en todas sus partes la suma del 9. Siendo el 9 el símbolo del sexo en la cábala, símbolo de la creación. Donde la forma vertical del número 9 alude al falo y lo redondo de la figura del 9 a la vulva.

Las espiritualidades no occidentales se encuentran y se asemejan, es la filosofía animista. De este modo el principio y el fin nos remiten a las posibles interioridades que mantenemos los seres vivientes hacia la transformación. Coinciden pues dos tradiciones antiquísimas en las distintas formas de adivinación. Los planetas, la tierra es el principio de la expresión circular donde el principio y el fin se encuentran. Estos círculos que tienen un diámetro de 18” y que en la suma de 1 + 8 nos lleva al 9 están construidos en medio mixto: fotos sobre aluminio y planchas de acrílicos. Un número que para los “bahaís” está asociada con la perfección.

Estudiosos del tema de la religión concuerdan que es una estructura cultural, que como sistema está cargada de un complejo de símbolos que sirven como una fuente de información intersubjetiva y externa. Así también como un modelo de la realidad y un modelo para la acción. Como también otros estudiosos apuntan sobre el ritual y comentan como la repetición de algo que te recuerda tu memoria primigenia ancestral como individuo, como sociedad, pero en función de algo superior como los dioses. Y esta memoria primigenia observa a la naturaleza como a sí mismo.

Los tableros de IKA, OBARA y OYEKUM del 9 se desbordan en tres figuras con tres códigos de lecturas distintos IO OO OI, OO IO OO, OI OO IO y con tres elementos naturales que hacen en cada uno de estos tableros un tablero con sus respectivos oráculos distintos que remiten a elementos como: el agua, la tierra y la vegetación. El agua y la tierra son por antonomasia vida y con la vegetación que son las plantas que han sido consideradas como verdaderas fuentes de vida por las fuerzas sobrenaturales que de ellas emanan.

La propuesta visual de José Ballester y sus tres tableros se suman y se separan para corresponder a las diversas formas de enfrentar la vida. La vida y sus complejidades que busca aterrizar en acertijos que nos conduzcan a adivinar un mejor destino. Esas formas entre la maleza y los rizomas. Grandes aportaciones espirituales y artísticas de nuestro comportamiento desde el entendimiento de la cultura visual antes y hoy. Los dos periodos son zonas de explotación y exploracion en nuestras Antillas, las interioridades del ser puertorriqueño. Remitase al curso del Profesor Félix Joaquín Rivera sobre las interioridades.

Hablemos de las propuesta de Javier Cintrón. Sí, hay dos obras que nos apelan a la ternura, donde físicamente venimos. ¿Cómo fue y cuáles fueron las condiciones del patrimonio edificado en la época de las haciendas azucareras? Las casitas de los trabajadores que caminaban hasta la hacienda. Cuando uno costea el sur, Salinas y Santa Isabel se repiten esas casas de los trabajadores en las haciendas después del 98. Entre la fantasía del cielo, los platanales en el hogar en Puerto Rico parte del archipiélago de las Antillas, el Caribe. El verde de las praderas atravesadas por las casitas de los que residen en su jaragual, en su barriada. Casitas que se esconden en las veredas con la intensidad del verde, de la reproducción de los sin permisos. El verde y la reproductividad andan juntas. El verde ese color de la práctica sexual de gran naturalidad y responsabilidad. Son como jaulas de pájaros y gallo donde nos auto encerramos, atemorizados de lo que nos acecha en lo urbano de la ciudad. Un idílico retorno a los mogotes que nos puedan quedar. Un díptico vertical de la producción de viviendas en un momento dado de nuestro devenir económico. Si nos fijamos la casa pequeña en azul se presenta en movimiento. En la cabeza de la casa un cielo inventado. Por otro lado, el gallo asertivo mirando el horizonte de lo que se ve amenazante, nuestras tierras, mi casa, mi hogar, donde he vivido por décadas, donde me quiero quedar, Amanecer en Alto del Cabro y Casita criolla azul en Alto Cabro. Alto del Cabro formó parte de la fundación de las barriadas eminentemente negras en Cangrejos, San Juan.

Noto en Ismael Figueroa la entonación caribeñista en su propuesta plástica tanto en El Batey, que es una comunidad reunida y que entre manchas y pinceladas cargada de colores les identifican como antillanos, caribeños, africanos, afrodescendientes, por los cuerpos negros. Los negros y negras se pintan y se visibilizan, sirven de modelo para captar momentos. Pañuelos y turbantes en la cabeza como para separar el bulto de la cabeza, esconder el pelo que adorna el rostro, decorar y contrastar con el vestido. Los colores en los adornos las califican muy genuinamente como mujeres visiblemente africanas o afrodescendientes.

Las otras piezas que nos presenta Figueroa son tridimensionales, sustancialmente en barro. Rey Eulogio con porte y figura de príncipe y nos remite al abuso corporal. Además la contradicción de lo que le llega a nuestra poblacion afro a la cabeza, plomo. Se adhieren y se enganchan cual si fueran parte del cuerpo afro. Tu nacimiento marca tu muerte.

Obligadamente quedas insertas en el espacio o lo que le llamamos un cacumen fuertemente herido. Aun así, el busto presenta un aire de cierta creencia superior, dotado, pero fuertemente golpeado en el mismo centro que une la cabeza al cuerpo, el cuello con hueco, con un profundo vacío. San Tiroteo, el santo que vive al lado de nosotros todos los santos días. Un país que atraviesa con plomo las cabezas de sus ciudadanos. La muerte se ha normalizado, una juventud que se dispara. Que la inconciencia esta planificada, jóvenes que se matan y los mayores adultos los envenenan. Un plan maquiavélico.

Esta muestra incluye su propia sonoridad por ello Otras voces que hablan. Esta muestra tiene buenos aciertos como propuestas visuales en los marcos puertorriqueños, antillanos, latinoamericanos y más allá. Muestra que se enmarca en el Decenio de los y las Afrodescendientes proclamado por las Naciones Unidas (2015-20240). La misma nos provoca preguntarnos podríamos hablar a estas alturas, a principio del siglo xxi, que dentro del devenir de la cultura visual y lo que eso implica nos preguntamos: ¿cómo nos vemos y cómo nos ven, cómo nos hemos imaginados como puertorriqueños, por ende caribeñenos, antillanos y colonia de Estados Unidos. ¿Cómo nos hacen creer qué somos, cómo nos adornamos, cómo nos expresamos desde lo visual y todas sus diversas formas, sean estas, en lo industrial, lo tradicional, las fotos, las marcas, las artesanías, lo digital, las llamadas “ bellas artes” , todo aquello que nos llega a través de la vista? ¿Hemos logrado una contranarrativa ante la estética exclusivamente eurocéntrica y desvaloriza la propia? ¿De este modo nos preguntamos siempre ha existido y existe una estética afroboricua?

Que lo que se requiere es su circulación, su recuperación, investigaciones en archivos. Que es responsabilidad de todos y todas las conversaciones de estos hechos, de este tema medular en la isla. Es importante conservar los logros de las muestras en todos los lugares del mundo. Donde haya la presencia afroboricua, hay que documentar para dar permanencia al trabajo realizado. Y que la estética de la cultura afropuertorriqueña va más allá de las propuestas plásticas artísticas. Que hoy en día dialogamos desde la diversidad y los posicionamientos de los afrosaberes sean estos tangibles o intangibles, sean bidimensionales, tridimensionales, performance, digital, espirituales, digital, gastronómicos, etc son parte de nosotrxs.

La inestabilidad y desobediencia a una estética eurocéntrica, blanca se ha ido diluyendo por las nuevas estéticas y soportes en la cultura visual contemporánea en el Puerto Rico Negro y

que se ha insertado en la cultura visual global. Hoy, contamos con artistas negres puertorriqueñes destacades en muchos países del mundo. Han sido reconocidos y premiadxs. Han ido ganando mayor espacio y visibilidad internacional. Se sostienen en el entrecruce de tendencias plásticas a nivel global. Hoy, muchos de nuestrxs artistas se mueven y circulan sus obras desde la autogestión hacia el mundo entero. Unas propuestas visuales que buscan diversificar y decolonizar la mirada de la tan nombrada “cultura nacional”. Se expresan no tan solo desde la resistencia sino desde la re–existencia en el imaginario del ser y del existir en nuestra consentida isla, Puerto Rico. Nuestra historia como colonia por siglos, ha dejado muy lejos la reflexión sobre estos temas, y todavía hay mucho de qué hablar.

La autora es directora del Instituto Interdisciplinario y Multicultural

Universidad de Puerto Rico, Rio Piedras

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