Comisión Nacional Conmemoración Hostos 180: Declaración sobre la violencia contra la mujer

 

“La razón no tiene sexo y es la misma facultad en el hombre y en la mujer”, escribió el educador y revolucionario puertorriqueño Eugenio María de Hostos hace casi 150 años. Desde el siglo 19, Hostos hablaba de la igualdad sin mediar género, un concepto fundamental que está presente en la Declaración Universal de Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas en 1948, en la que se reafirma “la igualdad de derechos de hombres y mujeres”, citada en la Carta de esa organización. La naturaleza, pensaba Hostos, otorga iguales derechos e iguales facultades morales a ambos géneros: “Ley eterna de la naturaleza es la igualdad moral del hombre y de la mujer, porque la mujer, como el hombre, es obrero de la vida […]” (“La educación científica de la mujer”, 1873). La Comisión Nacional Conmemoración Hostos 180 (CNCH180) se une a los dieciséis días de activismo en contra de la violencia a la mujer, así como se solidariza con las organizaciones que luchan día a día para proveer los servicios que requieren todas aquellas mujeres que sufren de diferentes tipos de violencia. En la CNCH180, el 10 de diciembre de 2020, día de cierre de esta jornada, y además Día Internacional de los Derechos Humanos, divulgaremos entre nuestros contactos y redes sociales el pensamiento progresista hostosiano que dignifica a la mujer.

No podemos dejar pasar los tratos desiguales, sean mayúsculos o minúsculos, pues todos son actos de violencia. Nuestro país vive desde hace años una crisis permanente por la violencia física, sicológica y económica que se ejerce contra la mujer. Los numerosos y trágicos feminicidios y el alza en la violencia contra la mujer han hecho de esta una situación crítica e intolerable. Miles de mujeres han sido y son víctimas de esa violencia cruel e insensata que ha aterrorizado, causado la muerte y creado profundos y dolorosos daños en la psiquis de muchas puertorriqueñas y sus familias. Sabemos que la represión tiene el efecto de inhibir e intimidar, que es lo opuesto de lo que necesitamos: una participación vigorosa y creciente de las mujeres en su propio desarrollo y en todos los procesos sociales, económicos y políticos. Esa violencia fue parte importante de las reflexiones de Hostos: “incapacitarla [a la mujer], para las más altas manifestaciones de su alma es suprimir violentamente uno de los factores del problema de la vida” (“Carta-contestación a Rodríguez Velasco”, 1873). La labor de Hostos a favor de la equidad de género y de los derechos de la mujer no debe pasar desapercibida, y queremos que este señalamiento se interprete como una manera de expresar nuestra solidaridad y apoyo hacia las mujeres de nuestro país por la violencia de la que son víctimas.

La posición de Hostos era radical para su época, pues representaba una propuesta de transformación tanto en las instituciones como en la forma de pensar el tema. Vale observar que las mujeres estaban en pie de lucha, tanto intelectual como políticamente, y eso es lo que hizo factible en Hostos una toma de conciencia y sirvió de acicate para sus intervenciones en Chile, Venezuela y en Santo Domingo. Es bueno señalar que Hostos fue probablemente el único escritor y activista latinoamericano de esa época que responsabilizó a los de su género por legislar la opresión de la mujer para procurar la dominación de ésta como una cuestión de intereses de grupo. Hagamos memoria histórica. A fines de 1872, recién llegado Hostos a Chile, escribe dos discursos o conferencias sobre “La educación científica de la mujer”, que pronuncia en la Academia de Bellas Artes, en Santiago. En esas conferencias, Hostos en total apoyo al reclamo de la educadora chilena Antonia Tarragó, se declara partidario de la educación científica de la mujer como un derecho natural y como una iniciativa importante para el progreso de las sociedades, incluyendo la formación de los niños y niñas. En 1876, Hostos trasladó su residencia de Nueva York a Venezuela. Allí dicta la conferencia principal en la inauguración de la Escuela Normal Número 2 de Caracas. En su discurso, Hostos comenta el significado de esta nueva institución para la educación venezolana, y en la última oración de su discurso lanza una propuesta de equidad: “Pero falta a la obra un complemento; falta una institución de esta especie para la mujer […], (“A lo que está llamada la Escuela Normal”, España y América, Vol. XXI de las Obras completas, 1953). En la República Dominicana, algunos años más tarde, Hostos tendría la oportunidad de efectuar ese proyecto. Bajo el gobierno del Presidente Gregorio Luperón, se le encargó iniciar y organizar las escuelas normales, ocasión que aprovechó para promover también la creación de un plantel de enseñanza para mujeres. En compañía de la poeta, intelectual y patriota dominicana, Salomé Ureña, fundó y co-dirigió el Instituto de Señoritas; ella fue quien en realidad asumió las riendas de lo que en 1887 se convertiría en la primera escuela normal para mujeres.

¿Cómo atar a ese Hostos del siglo 19, intelectual combativo y visionario, a las condiciones en que se encuentra actualmente la mujer en Puerto Rico?

Habría que decir que desde entonces hasta ahora no ha cesado la violencia en sus diversas formas. De ahí la importancia de combatir la desigualdad incapacitante entre los géneros desde su raíz. De ahí la pertinencia de la educación con una perspectiva de género que ayude a formar a nuestras niñas, niños y jóvenes con otras actitudes y valores. Se trata de promover sobre bases científicas la igualdad a la que todo ser humano tiene derecho, paralelo a lo que se expresa en el Artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene derecho a la educación y tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana…” (Naciones Unidas, 2015, p. 54). Se propone la necesidad de infundir en la edad formativa de los seres humanos el aprecio y respeto hacia la mujer, de promover su autoestima desde temprana edad y de hacer valer por medio de la convivencia y de un espíritu de colaboración los valores que fomenten las relaciones sanas entre todos y todas. Nuestra sociedad, nuestro país, nuestra gente saldrían beneficiados.

Unimos nuestras voces a las de los grupos que denuncian todo tipo de violencia de género y que hacen un llamado a declarar un Estado de emergencia para combatir ese flagelo. Están en riesgo los derechos fundamentales de ciudadanas que deberían ser amparados por las leyes del estado, como el derecho a la vida y a la integridad física y emocional y la libertad de expresarse libremente sin represalias. Se trata de evitar que la terrible enfermedad del machismo pueda destruir más vidas y ocasionar más daños, con terribles consecuencias para la fibra misma de nuestras relaciones sociales, familiares y políticas. Denunciamos al Gobierno de Puerto Rico como opresor y cómplice porque no ha actuado responsablemente ante el reclamo de los grupos que piden su intervención ante la gravedad del problema.

El pensador y sociólogo Eugenio María de Hostos luchó por la integridad y la dignidad de la mujer y tuvo muy claro el rol fundamental que esta desempeña en nuestras sociedades. Para Hostos, la promesa de una sociedad mejor tenía que basarse en la igualdad de género y en el reconocimiento de las aportaciones sociales fundamentales de la mujer, cuyo potencial sería incluso mayor mediante su educación científica. Para lograr ese progreso, es preciso atender la crisis que nos aqueja hoy y que requiere nuestra acción decidida en cada uno de los espacios en los que nos relacionamos, aportamos y compartimos, para concienciarnos sobre la atroz violencia contra la mujer. Esta lucha nos acerca a una reflexión honesta de lo que decimos y hacemos, de manera que haya una coherencia de pensamiento, sentimiento y acción.

Declaramos que:

  1. Se convierta en prioridad ofrecer protección a las mujeres en todos los pueblos, ciudades, barrios y barriadas de la Isla. Que las iglesias, las organizaciones comunitarias y cívicas abran sus puertas y creen espacios seguros para las mujeres que los necesiten.
  1. Que cese la impunidad ante el feminicidio: que se haga justicia y se atiendan todos los casos pendientes de investigación.
  2. Que la Procuraduría de las Mujeres ejerza el liderato y la responsabilidad que le corresponde para combatir este flagelo, en lugar de ser cómplice pasiva de la situación actual.
  3. Que se implante de manera compulsoria la perspectiva de género en todas nuestras escuelas, colegios y universidades.
  4. Que se cumplan todas las leyes que garantizan la equidad de género y que se legisle en las áreas en las que se obstaculiza esa equidad.

¡Estamos en pie de lucha por la vida, la seguridad y la educación liberadora para, desde y con la mujer, y expresamos nuestra solidaridad con toda persona que esté padeciendo o haya padecido la violencia de género! Que la igualdad y el respeto a la diversidad sean los valores que nos inspiren para construir, desde las comunidades, la sociedad que queremos.

 

Bangesy Carrasquillo

Liliana Cotto-Morales

Roberto Mori González

Orlando José Hernández

Contacto: cnch180@gmail.com, 5 de diciembre de 2020

 

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