Cómo es vacunarse contra la COVID-19 en Cuba

 

Corresponsal de CLARIDAD

La Habana, Cuba-El pasado 22 de junio, después de tanto esperar el momento, los residentes del edificio en el que resido, en el capitalino municipio de Plaza de la Revolución, fueron citados por las autoridades de salud a recibir la primera de tres dosis de la vacuna Abdala contra la Covid-19, como parte de una intervención sanitaria que se realiza en La Habana con ese fármaco.

Abdala, junto a Soberana 02, es una de las cinco vacunas que desarrolla Cuba contra el Sars-Cov-2 y quizás la que mayor conmoción informativa haya generado en las últimas semanas, luego que los científicos cubanos que trabajan en ella anunciaran que tiene un 92.28% de eficacia –haciéndola una de las más efectivas hasta ahora en el mundo.

No es difícil, entonces, imaginar mi tranquilidad al saber que al fin comenzaría mi inmunización contra el impresentable portador de coronas y que además lo haría con una vacuna de tanta efectividad y que con tanto esfuerzo se ha logrado.

El martes estipulado llegué relativamente temprano al consultorio de la familia, que me queda a una cuadra, con la esperanza de ser uno de los primeros. Ya conocía la dinámica, en mis coberturas periodísticas había asistido a varios vacunatorios, y sabía que el proceso podía demorar un poco. Pero esas batallas nunca se ganan si te toca competir con adultos mayores. No importa si es Puerto Rico, Cuba o en la China, ellos siempre son los expertos en llegar temprano. Así que me tocó esperar.

Al llegar pedí el último en la cola –como le llaman en Cuba a preguntar por el último en la fila– y enseguida entablé conversación con otros vecinos del edificio que ya esperaban por su turno. El proceso se movía pausado, pero constante, y la espera me dio chance para socializar con los vecinos a los que veo en pocas ocasiones por el trabajo o por la pandemia.

Al llegar mi turno, me sorprendió la sencillez y la celeridad del proceso. De una vez, entregué mi carnet de identidad y el doctor encargado llenó los papeles de rigor con mis datos. Me tomó la presión, la temperatura, las pulsaciones, hizo las preguntas de rigor –edad, condiciones previas, alergias a algo–, me explicó el procedimiento, los posibles síntomas de la vacuna y las atenciones que debía tener después de la vacunación. Lo demás fue aún más rápido.

En otra sala del consultorio aguardaba una enfermera y una estudiante de Medicina –bajo el sistema de enseñanza del país, los estudiantes de la carrera son integrados de forma práctica desde el primer año en disimiles áreas de la sociedad. La joven tomó nuevamente mis datos y me entregó un pequeño cartón con la fecha de la primera dosis y las de las próximas dos. Me instruyó a no perderlo, pues me haría falta en lo de adelante. La enfermera concurrió con ella: a partir de ahora, guarda ese cartón como si fuera tu carnet, llévalo a todas partes” – me dijo entre broma y enserio la Seño (apodo de cariño y ampliamente extendido que se le da en Cuba a las enfermeras).

El pinchazo lo recibí en el brazo izquierdo. Todo estaba listo. Ahora debía esperar. En un edificio aledaño al consultorio, una veintena de asientos estaban dispuestos guardando las distancias necesarias para la ocasión. Otro estudiante de Medicina monitoreaba constantemente a los recién vacunados. Debíamos esperar una hora antes de poder marcharnos; es una medida preventiva que permite a los médicos detectar inmediatamente si alguno de los participantes desarrolla un efecto adverso al medicamento.

En los 60 minutos que estuve esperando, nadie tuvo ningún síntoma adverso. Pasado el tiempo de espera, el joven estudiante me tomó nuevamente la presión y la temperatura. “Todo bien –dijo– nos vemos en un mes”. Ya tenía mi primera dosis, ahora sólo restaba monitorear otros posibles efectos secundarios.

Según los científicos a cargo de su desarrollo, Abdala sólo ha mostrado efectos adversos entre leves y moderados –es decir, dolor de cabeza o en el área de la vacuna, cansancio general y somnolencia– en alrededor del 90% de las personas que la recibieron. Estos síntomas son, en su mayoría, los mismos previstos para otras vacunas que hoy se aplican en el mundo contra el Sars-Cov-2.

En mi caso, sólo sentí una leve pesadez en el área del hombro donde recibí la inyección. Nada más. Superamos la primera prueba.

La segunda dosis de la vacuna debía ser el 6 de julio, pero la tormenta tropical Elsa, que atravesó la isla –sin dejar mayores afectaciones– obligó a mover las fechas de inmunización en varios municipios del país. El Ministerio de Salud Pública de Cuba (Minsap) ha asegurado que reprogramar la vacunación no es un problema mayor, pues existe un periodo de tiempo en el que se admite poder administrar las dosis sin que se pierda la inmunidad”.

Por el momento, los municipios capitalinos de Regla, Guanabacoa, La Habana del Este y San Miguel del Padrón, ya culminaron la intervención sanitaria con Abdala a su población. En el resto de los territorios de La Habana la inmunización marcha sin contratiempos y deberá culminar a mediados de este mes de julio.

Según cifras oficiales, hasta el pasado 4 de julio unos 2 millones 897 mil 404 cubanos habían recibido al menos una dosis de uno de los candidatos vacunales cubanos; mientras, 1 millón 624 mil 481 personas ya culminaron el esquema de vacunación con las tres dosis requeridas. Por otro lado, el país aguarda por la agencia reguladora de medicamentos para que autorice el uso de emergencia de los candidatos y así dar paso a la vacunación masiva de la población.

Con mi primera dosis, ya espero con ansias lograr la inmunización contra la Covid-19 antes de que acabe el mes corriente. La situación epidemiológica en Cuba se ha complicado en las últimas semanas, con la detección de nuevas y más virulentas cepas, y poder alcanzar ese 92.28% de eficacia que otorga Abdala será de suma importancia y tranquilidad para mí y mi familia.

 

 

 

 

 

 

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