Como un latido detrás de la nuca: Reflexiones sobre documental Aún aquí yo era libre

Por Teresa Previdi

Especial para En Rojo

Hay proyectos que nunca te abandonan aunque tarden 40 años en completarse. Tal es el caso del documental Aún aquí yo era libre, que comenzó en el 1981 cuando Rafael Cancel Miranda, acompañado por un grupo de puertorriqueños residentes en el área de San Francisco, California, tomó un “tour” por la prisión de Alcatraz.  En el grupo de amistades que lo acompañó por las ruinas del edificio en el que estuvo preso durante seis años se encontraban, entre otros, Melba Maldonado, Leida Arroyo, Steven Pérez, Brunilda Santos, Ada Luz Ortiz, y Juan Franco. La visita fue organizada por Casa Puerto Rico, núcleo del Partido Socialista Puertorriqueño en San Francisco. Para ese fecha estaba tomando mis primeros cursos de cine en el San Francisco City College, institución que me prestó la cámara para filmar la visita en formato Super 8.

De izq. a derecha: Rafael Cancel Miranda, Andrés Figueroa Cordero, Lolita Lebrón e Irving Flores.

De ese evento surge el Luisa Capetillo Collective que fundamos con las amigas Melba, Leida, Ada y Brunilda con el fin de buscar financiamiento para filmar y producir el documental. A partir de la visita a Alcatraz fuimos desarrollando la idea de hacer una película que denunciara las condiciones de las instituciones carcelarias en Estados Unidos. Con ese fin, realicé una investigación sobre el sistema penal y la ejecución de metodologías represivas como el behavior modification. Me reuní con representantes del National Moratorium on Prison Construction, del Prisoners Union y del San Quentin American Indian Cultural Group que apoyaron el proyecto con cartas de endoso. El libro Vigilar y Castigar de Michael Foucault me sirvió de guía teórica para comprender la dimensión filosófica de la prisión.

En enero de 1983 fui a Mayagüez a entrevistar a Cancel Miranda; conté con el apoyo de amistades entre los que se encontraban Eugenio Ballou y miembros del Taller Experimental de Cine La Red, colectivo de cineastas que fomentaban la producción en Super 8. Al regresar a San Francisco con el material filmado y grabado, desarrollamos la propuesta, presupuesto, tratamiento y guión del documental.  Sometimos entonces el proyecto a Povorello Fund, Third World Fund, The Women’n Foundation y Vanguard Public Foundation. No conseguimos financiamiento, pero con nuestros medios pudimos hacer el revelado y copiar el sonido directo magnético en la película en el laboratorio Leo Diner Films, Inc. ubicado en el número 350 de la avenida Golden Gate de San Francisco.

La falta de recursos y de trabajo me llevaron a la búsqueda de nuevos horizontes. Llego en septiembre de 1983 a la ciudad de México a estudiar en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México (CUEC-UNAM). El trabajo en Aún aquí yo era libre se fue posponiendo por la dificultad que tuve en  conseguir el equipo para editar el documental en Super 8.  Regreso a Puerto Rico en el 1989 y otras prioridades dejan enterrado el documental en la mudanza de cajas que me llegan por barco y se guardan al fondo del closet aunque siempre presente, como un latido  detrás de la nuca que nunca cesa.

Cuando trabajaba en la investigación de mi documental Ser Familia, conocí al archivero Osvaldo Rivera en Radio Universidad y me enteré que  él hacía, con medios muy precarios y autogestionados, transferencias digitales de películas Super 8. Al desenterrar la caja del fondo del closet me doy cuenta de que las películas de acetato de celulosa pueden padecer el “síndrome del vinagre”, proceso de deterioro que resulta de la exposición de las películas al calor y la humedad y provoca que despidan el olor acre que le da el nombre al síndrome. Pude salvar parte de mi colección de películas Super 8, pero aquellas a las que se le añadió el sonido magnético se echaron a perder completamente como pasó con la entrevista de Cancel Miranda en Mayagüez, aunque se conservan los dos cassettes del sonido directo y la transcripción. La buena noticia fue que el pietaje filmado en la prisión de Alcatraz  estaba en buenas condiciones, como también lo estaba el cassette con el sonido directo que a pesar de haber sido grabado de forma rudimentaria, se pudo salvar.

Para esa época Ana María García estaba realizando dos episodios de Cancel Miranda para la serie televisiva Prohibido Olvidar producido por la Universidad de Puerto Rico y transmitido WIPR. De esta manera el proyecto encontró un espacio en donde recobrar vida y contexto  por lo que le cedí el pietaje de la visita de Alcatraz para el documental I’m Not Sorry For  What I Did.

El confinamiento provocado por la pandemia me dio el tiempo para retomar el documental original. Ahora cuento con las herramientas de edición que en la era digital facilitan la realización y difusión de los proyectos audiovisuales. Haber conservado todos los documentos de investigación, propuesta, guión, transcripciones, y log de tomas me facilitaron reanudar el trabajo suspendido por 40 años pero desde la perspectiva que da el tiempo. Es así como hoy presento Aún aquí yo era libre.  Lamento no haber podido presentarle el corto documental a Rafael Cancel Miranda a quien le alcanzó la muerte antes de que se pudiera completar el proyecto.  Espero que este pequeño y modesto homenaje rescatado del tiempo sirva para mantener viva la memoria de un hombre extraordinario que siempre fue libre a pesar de haber estado preso 25 años.

A modo de conclusión quiero compartir el poema que me dedicara el querido amigo y roommate Joe Chadwick en el 1982 y que sirviera de inspiración para el texto que narro en la película.

La prisión, la película

para Teresa

Después de un año a solas

en una celda oscura,

empiezas a olvidar

cómo se ve

tu propia cara.

Solamente el hilo tenue

de la memoria–

roto algunas veces,

otras veces enredado–

te permite volver

a esa otra celda oscura

que tu entras tímidamente,

recordando un monstruo

que una vez confrontaste allí.

Ahora parece que está vacía.

pero cuando te acercas

al centro de la celda,

un ángulo fino de luz

tropieza con tus ojos

y penetra tu calavera

(que es, claro,

donde ya tú estás).

Girando para escapar

el fulgor cegador

tú ves tu cara

desplegada sobre la pared,

ancha y plana

como bandera o tapicería.

De repente sabes

que la luz

que disuelve la pared

en cielo de puro azul,

la luz

que brinca por las ondas verdes,

la luz

que se desdobla sobre las velas anchas y blancas

del barco que te lleva a lo lejos–

es la luz que brilla

de tus propios ojos.

Enlace al documental https://youtu.be/E_o98g6UA1E

 

 

 

 

 

 

 

 

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