Con parchos se sostiene la salud de la colonia

 

 

Especial para CLARIDAD

Hay conversaciones que se nos hace urgente retomarlas, continuarlas y profundizarlas. En un país donde el acceso a servicios públicos se observa cada vez más vilipendiado hablar de la salud pública, así con el apellido que indica que se le debe a todes por igual, debe convertirse en una prioridad. Si comienzo a presentar estadísticas sobre la desigualdad que se vive en Puerto Rico quizás me limite en cumplir con los objetivos que deseo en estas líneas, aún así me arriesgo a resaltar algunas ya ampliamente conocidas. El Instituto de Desarrollo de la Juventud nos ha estado informando que casi el 60% de la niñez vive bajo niveles de pobreza y el 70.3% de las familias son monoparentales, entre otros datos preocupantes. Cuando menos que estas estadísticas nos sirvan para reconocer que las miradas estructurales son urgentes y que con parchos o en segmentos no resolvemos la magnitud de lo que ocurre.

Como si ese panorama no fuera suficiente, nos hemos enfrentado a huracanes, terremotos y a una pandemia en un archipiélago sin un sistema de salud funcional. Puerto Rico lo que tiene es un mercado de la salud donde las aseguradoras han monopolizado el espacio, convirtiéndose a su vez en proveedores de servicios. Un servicio limitado en muchas ocasiones pero siempre alineado al poder adquisitivo de las personas. Es con este modelo, desintegrado y privado, en el que hemos descansado durante estos tiempos de austeridad para la mayoría mientras se vende un paraíso fiscal a millonarios extranjeros con la complicidad del aparato gubernamental. Ocurren despidos de profesionales de la salud, precarización de condiciones laborales, cierres masivos de escuelas y recortes a la educación, violencia de género rampante y más reciente el atraco de Luma al sistema de energía eléctrica de todo el país. Todo ante los ojos y manos de un gobierno que pareciera no vernos ni extendernos sus manos pero realmente es porque está mirando y tocando los intereses del capital. Bajo el neoliberalismo, lo que tenemos de manera salvaje y desmedida es un estado capitalista que como es nuestro caso, anda amarrado de pies y cabeza a una relación colonial en la llamada era postcolonial. Así de históricas y urgentes son las demandas y reclamos para un mejor país, somos una colonia en una etapa que muchas personas nominan como postcolonial.

La realidad es que el país ya no aguanta mas discursos que nos digan que el huracán María o la pandemia nos quitó el velo de lo que realmente ocurre. Ya lo sabemos porque lo vivimos diariamente. Necesitamos acciones concertadas, colectivas y miradas estructurales a todos los determinantes sociales de la salud. Se nos hace imperativo empezar por reconocer que no vamos a resolver los problemas de salud del país mirando solamente los servicios de salud. Tampoco lo vamos a resolver desde la academia exclusivamente o desde nuestras casas sin insertarnos en los movimientos sociales y de las luchas comunitarias.

¿Por donde empezamos esa misión que puede parecer utópica? Podemos comenzar por reconocer que la ineficiencia en política pública, la falta de transparencia, la corrupción gubernamental, las medidas fiscales neoliberales y el colonialismo son una gran telaraña en la que van cayendo presas nuestras vidas. Las condiciones sociales reflejan cada vez una mayor desigualdad, lo que representa un impacto directo en la salud de la población. Se requiere de acciones inmediatas e inminentes que de manera imperativa interpelen el llamado de Basta ya de parchos en el sector salud.

En el 2015, hubo un esfuerzo colectivo de múltiples sectores que logró la firma de la Ley 235-2015 que crea el Consejo Multisectorial del Sistema de Salud de Puerto Rico, en adelante CMSSPR. Basta ya de parchos en el sector salud, publicado en el 2016, es el primer informe del CMSSPR. Nos ofrece una mirada histórica a los modelos de salud que han existido y transformado durante los últimos 40 años aproximadamente. Presenta una cronología sobre eventos de salud en Puerto Rico y en Estados Unidos, así como algunas iniciativas para establecer modelos de salud alternos al vigente.

¿Será este esfuerzo del 2016 vigente en el 2021? Ciertamente en este periodo Puerto Rico ha sufrido y se ha transformado grandemente. Estamos ante un país post huracán María, post terremotos en el sur de la isla grande, sin hospital en Vieques y con una sistema de transportación negligente para los residentes de Vieques y Culebra. Como si fuera poco, todo esto en medio de la pandemia del Covid-19. Cada uno de esos escenarios ha recrudecido aun mas la salud física, emocional e integral de las personas, la salud ambiental y los entornos comunitarios poco saludables. La gobernanza y la rendición de cuentas en la gestión de política pública no existe, incluso pudiéramos puntualizar que es un accionar criminal. Y es que no basta con colocar buenos candidatos en la legislatura, mucho menos en votar por la opción menos mala, esto se trata de cuestionar todo el sistema bajo el que se ha construido la atención a la salud y todas las ramas afines de sus determinantes sociales. Requiere mucho mas que legislación, nos requiere acción social, organización política concertada, mucha educación, formación desde los colectivos y las miradas de luchas interseccionales.

Y es desde esa mirada que me atrevo, con la posibilidad de no ser justa ante algún desconocimiento de los procesos ocurridos en el CMSSPR, cuestionar la falta de continuidad en las tareas del CMSSPR. Me obliga a preguntarme el balance de fuerzas dentro de ese espacio. ¿Un colectivo que recoja a todos los sectores será suficiente para dialogar y llegar a acuerdos? Pareciera que el esfuerzo apuntó a un espacio de “juntos pero no revueltos” donde sectores que en un inicio se opusieron a la creación de la Ley 235-2015, luego pasaron a ser parte de la iniciativa. Si los opositores al proyecto (que fue pensado colectivamente y desde luchas en la calle) luego pasan a formar parte del comité permítanme colocar en mi análisis una gran bandera roja. Si las aseguradoras que se enriquecen y que controlan prácticamente todas las bases del juego conforman parte del comité permítanme colocar otra bandera roja. Son a esos y a esas que debemos preguntarles lo que esperan del espacio pero somos también otros y otras los que debemos accionar, cuestionar y promover la reanudación de encuentros y desencuentros que nos lleven a conclusiones. Con toda probabilidad es posible que confirmemos falta de afinidad ideológica entre algunos de los sectores representados en la CMSSPR. El país no lo salvamos todos unidos de las manos porque hay antagonismos que no son reconciliables. Quienes usan el servicio para servirse y enriquecerse merecen todos nuestros señalamientos y repudios.

A pesar de estos cuestionamientos lo que si parece irrefutable es que permea una falta de voluntad política en el Estado para estudiar la viabilidad de otros modelos de salud. En esta colonia, la gestión gubernamental, atada al desmantelamiento del servicio público, donde se prioriza al sector privado y al mercado tenemos que empezar a nombrar y colocarles caras a los protagonistas de esos esquemas. Quizás ese sea el gran encuentro que nos convoque Basta ya de parchos. Para concluir recalco que no podemos hablar de salud pública si miramos para el lado ante los recortes a la UPR y su Recinto de Ciencias Médicas, no podemos gestionar salud si no abogamos activamente por nuestras escuelas públicas y por supuesto que no podemos tener salud si en todos los espacios gubernamentales no comenzamos a tener perspectiva de género en sus protocolos y enfoques antiraciales en sus prácticas. Lo público debe defenderse y mejorarse porque sin espacios públicos no tendremos país. Para lograrlo hay que arrancar los parchos y rellenarlos con educación y condiciones de vida dignas.

La autora es trabajadora social escolar en el Departamento de Educación y estudiante doctoral en Salud Pública con especialidad en Determinantes sociales de la salud, RCM

 

 

 

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