Conversación sobre la conversación (En la neblina)

 

En Rojo

0. Glendalys Marrero (Barranquitas, 1974) publicó su primer libro hace apenas unos meses, Conversación en la neblina. Sin embargo, es una escritora con una notable producción. He seguido su obra desde hace aproximadamente un cuarto de siglo. Ha publicado en revistas y blogs. Tiene lúcidas reflexiones sobre el proceso de escritura.  En las redes, Marrero fue creando un espacio orgánico en el que los textos no permanecen inalterados. El libro es producto de ese proyecto de escritura.

Conversé con ella sobre eso, proyectos de escritura, y sobre cómo su libro me pareció por momentos un formidable artefacto que le provee valor poético al discurso de la ciencia. Fractal, le digo, Fractal, en el sentido de que hay unos patrones que simulan el mismo proceso creativo. En el sentido de que ‘lo poético’ se muestra en la prosa y, se repetirá en otra escala en la poesía. O viceversa.

Glendalys Marrero

Ella me dice que sí. Que probablemente sí.

Le digo que me gustó el libro desde la primera página, desde la primera cita. Y es que la primera cita es de La novela de Genji, de Murasaki Shikibu, poeta y autora de la primera novela japonesa. Y ya creo que es un buen libro esta Conversación porque amo la literatura  clásica oriental.  Claro, también está allí una cita de H.G. Wells y otra de Daphne Du Maurier, para atestiguar que Marrero es una escritora y, además, una estudiosa de la literatura. Una estudiosa libre. Y a partir de esta constatación procedo a leer una hermosa reflexión sobre el tiempo. Me voy de paseo en un mar de filosofía y poesía -misma moneda- en el aprecio de un relato: “tiempos raros”, “la velocidad de los recuerdos no es la velocidad del mundo” y es la escritura -y nuestra lectura- un modo de acceder al relato de un miedo profundo: la simultaneidad del pasado y el futuro en una máquina perfecta. Esta es una definición de la poesía. Otra.

  1. Ella me dice -más bien me escribe- que si lo escribo así lo puede ver claramente. Que puede ser, que la poesía es el pseudocódigo que simula una secuencia de pasos hacia la solución del texto. Coincidimos en que parecen instrucciones pero no lo son.

-O sea, estudié en el Departamento de Literatura Comparada, que más “sobrelectura” que esa.

Eso, lo demás de la escritura.

-Pienso que es un libro muy rico. Muchas lecturas posibles. Me detengo un poco en la ‘ciencia’ porque me gusta como discurso. Pero hay muchas más cosas que decir.

-A mi me gusta que tú le veas sentido a todo el libro y al tránsito de la narrativa a la poesía.

– Como parte de esa fractalidad que decía hace un momento.

– Me gusta que digas eso porque ese primer relato donde están las citas que citas, Pájaros, tiene unos elementos de ciencia ficción que luego se conectan a lo largo del libro. Pero no es algo que le de vuélalas a la idea de “la máquina”. En ese primer relato la telepatía, eso tan “humano”, es casi un alegato de que salvaremos al menos la idea de futuro en el futuro.

– Y es como un homenaje a Tarkovsky. Stalker. (Nos referimos a una película de Andrei Tarkovsky del 1979)

– Sí. Al final de la película…la niña lee The Dull Flame of Desire de Tyutchev.

– El tipo (el director) sabe cómo integrar la poesía a la narración cinematográfica.

– Como yo. Sé narrar. No soy una poeta que a veces narra.

– Se puede ser poeta y narradora. Vuelvo a Tarkovsky. Lo citas directamente en Moaré

– Tú lo sabes, eso de ser poeta y narrador. Felisberto Hernández, por ejemplo. Hay poesía en lo que narra.

– Como en Stalker hay poesía hasta en lo que vemos.

– Esa escena final…la niña mueve los vasos con la mente, la telekinésis. Las mentes de los personajes están accesibles al lector. La memoria, la duda, sus mecanismos, sus miedos y para mí eso es ciencia e imaginación en una dinámica lúdica impulsada por lo poético.

– La niña, que reaparece en otro relato, Lumbre y en Algoritmo y

Entonces quizás uno puede acercarse a alguna cosa que haya dicho Jorge Luis Borges en el prólogo a La invención de Morel, de su amigo Bioy Casares: imaginación razonada. Lo que le falta a esa idea de Borges es lo que dice Glendalys Marrero. “Dinámica lúdica impulsada por lo poético”.

  1. -En el libro hay una propuesta. Es una propuesta de que el futuro puede ser lo más humanista posible.

-Tu libro es ominosamente hermoso. Quiero decir, da miedo que sea tan rico en establecer la relación entre el lenguaje poético y el de la ciencia (o el razonamiento científico) Claro, es una fabulación del conocimiento, del imaginario colectivo, pero eso se hace en toda literatura. Aquí es evidente y a la vez está matizado por la belleza de la expresión. Digamos que ese es el efecto de lectura.

– Pues eso es este libro. Ahora estoy trabajando en una novela que va por un camino muy distinto. También tengo narraciones con realismo bastante sucio -lo que quiera eso decir-. Por supuesto, también escribo poesía. ¿Pero sabes? Al fin y al cabo no pienso en eso.  Ando en mi mundo…que es una cosa muy aparte a lo que mis sentidos alcanzan a ver, oler o tocar.

  1. Si bien el libro está dividido en dos partes, esto se debe más a un imperativo de la forma y no al contenido. El “fractal” (p.95) de la prosa está en esa Nomenclatura mustia que anuncia la poesía y que propone el algoritmo demasiado humano. Para pensadores libres.

Quedo pensando que Conversación en la neblina nos propone un modo distinto de vernos ahora y de manera prospectiva a través de esa suerte de telekinésis que es la poesía, eso modo de mover las cosas con la mente, de mover las creencias en nuestra cultura, mover el lenguaje y todo lo extrasomático. Pero del mismo modo es un libro sobre los cuerpos. Y volvemos a la paradoja, “es el olvido absoluto en la forma de las cosas”. Pero, ¿quiénes somos los que olvidamos? ¿Qué olvidamos?

Los invito a conversar con la autora. Pueden hacerlo a través de https://literaturadeglendalysmarrero.com en donde pueden leer parte de su obra o al correo electrónico alys.marrero@gmail.com .

 

 

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