Cool dry novel o la vacunación

 

José Liboy

La novia del negro Trinidad evita a su compañero cuando viene a la ciudad. Prefiere verlo en la playa o en la ruralía, cosa que a Trinidad, que es una persona susceptible le parece un rasgo de excesivo orgullo. Un detalle salva a la dama. Tiene encargado vacunar a los ancianos de su aldea, lo que explica que ella evita tratar con su prometido directamente y si lo ve, tiene que estar lejos del sitio en donde ella descarga su dudosa encomienda.

Este relato español lo rescaté del olvido por azar. Es una de tantas novelas que se han vendido en la Avenida Ponce de León, Epitalamio para el Negro Trinidad, lo que nos dice enseguida que la historia tiene un aire de cosa fúnebre que no me habría interesado hasta ahora. El asunto de la vacunación volvió a darle importancia.

Otro relato que me importa recordar es menos extenso o pesado, pero viene al caso porque es lo que se conoce como literatura urbana, lo que quiere decir que suele ser narración directa o objetiva, sin un lenguaje figurado, que en el siglo 20 y en la civilización se conoció como el realismo sucio.  No es otra cosa que hablar a quemarropa y sin que te quede nada en el corazón. La secuela del realismo sucio de Ramón Sender, que en este caso es el autor que me interesa destacar, es lo que en publicidad llaman el cool dry novel. Es hablar a quemarropa, igualmente, pero reconocer que decir la verdad es bueno siempre, si no para el que la dice, para el prójimo que te escucha.

Una novela cool dry, que es un término que se acuñó de la publicidad cervecera, es Darwin´s Radio de Greg Bear, que cuenta una historia bien realista de un caballero sensible y su compañera.  Mitch es científico social y no está seguro de ser el padre de un nonato, hijo indudable de su colega alemana. La compañera de Mitch, que es doctora forense, evita levantar ronchas sobre el asunto, cuando le dice que el embrión congelado de su colega podría estar infectado de un virus y no sería conveniente sacarlo a la luz. La verdad hay que decirla porque es bueno para alguien, sin importar quién sea el afortunado padre de esa verdad. Es mejor actitud que la del realismo sucio del siglo pasado.  La delicadeza de la doctora no es la actitud, nos explica Greg Bear. En España la novela en cuestión se deja a un lado porque es demasiado larga.  Un cuento habría bastado.

Otro relato interesante que recuerdo es Los pájaros de Baden Baden de Ignacio Aldecoa. Aunque no tiene argumento, no recuerda esa ciudad alemana cuyo nombre es una burla a la excesiva cortesía o urbanidad de tipos como Sender. El viejo Sender era la ciudad dos veces porque creía en la doble fase de la vacuna y la defiende en su novela. Un pájaro no es el doppelganger alemán, o la verdad a secas, ni el doble o falso revés de la verdad, que en Francia llaman el Otro. El pájaro de Aldecoa es un moderado, porque no es el filósofo ni el farsante. Típica neutralidad española que no le habría gustado a Macedonio Fernández, que se oponía la la vacunación.

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