Cuando Marx era gracioso

La primera vez que leí la novela humorística de Carlos Marx fue en 1985. La conseguí en una librería de Río Piedras. No recuerdo exactamente cual. Pero allí estaba ese librito de unas cuarenta páginas de un autor del que estaba acostumbrado a leer por disciplina en grandes bloques de papel. Era un libro “viejo”, así que era barato.

Resultó ser la primera edición de Escorpión y Félix. La ficha bibiográfica es esta:

Marx, Karl (1971). Escorpión y Félix: novela humorística. Traducción de Carlos Manzano. Barcelona: Tusquets. p. 38. Desgraciadamente no conservo esa primera edición en español aunque la he revisado en formato electrónico. Contiene una sinopsis sin desperdicio:

“Para sus partidarios como para sus enemigos, el pensamiento de Karl Marx aparece en este siglo como la levadura de todas las fermentaciones humanas en los cinco continentes. Sí. De acuerdo. Pero desembarazar ese pensamiento de los dogmatismos tenazmente empeñados en paralizarlo ha demostrado ser una labor tan ardua como tedioso insistir en su vigencia frente a las posiciones que pretenden hacerlo inofensivo.

Los primeros, los dogmáticos, se empeñaron durante mucho tiempo en desconocer los manuscritos filosóficos del joven Marx. Tanto a unos como a otros, les irrita la producción literaria juvenil de Marx. ¿Poemas líricos, una novela humorística, un drama romántico inconcluso ? Todo ello debía relegarse al silencio absoluto. Durante más de un siglo así ha ocurrido.

Ante la imagen monolítica, severa y admonitoria de un Marx sesudo y solemnemente tronitonante, la mera existencia de Escorpión y Félix resulta una herejía. Escrita a los dieciocho años, esta novela de humor descabellado, disgresiones semánticas, reflexiones filosóficas, saltos e interpolaciones, puede leerse hoy día con el mismo placer que un texto de otro Marx, Groucho, o de cualquier otro humorista contemporáneo que discutiera tesis, autores y hábitos consagrados por las academias de la primera mitad del siglo XIX, época que, por desgracia, no ha dejado de ser del todo nuestra”.

Entonces. Caminando por Barcelona este verano, entro a una librería y encuentro otra edición al español. Se trata de una publicación de la editorial Singular que conmemora el 200 aniversario del nacimiento de Marx. La traducción y la introducción son de Joan González Guardiola. La introducción es breve pero sólida, muy bien documentada.

El libo incluye además una recomendación literaria haciendo énfasis en el humor de carlos Lorenzi y un “Maridaje” de Marc Tierz Ramón que discurre sobre los intertextos de este ejercicio textual del joven Marx.

Se los recomiendo de manera entusiasta, sobre todo a aquellos que quieren renunciar al dogmatismo. De la misma forma les recomendaría leer a Tristán Tzara, que era compañero de juegos de Lenin, frente a frente, en los tableros de ajedrez allá en el Cabaret Voltaire.

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