Cuba: Un constante esfuerzo llamado Revolución

Por Xiomara Acuña Rojas/Especial para En Rojo

Fuera de toda duda, de tiempo, fueron los Encuentros de escritores, editores y artistas gráficos nacionales e internacionales que se dieron cita del 6 al 16 de febrero en el marco de la XXIX Feria Internacional del Libro Cuba 2020. Así ,“hechas de tiempo, el material más resistente” como señalara el historiador Francisco López Sacha a propósito de las crónicas de Adelaida (Laidi) Fernández de Juan, recogidas en su más reciente libro La Habana nuestra de cada día. 

Desde una  Habana con quinientos años parecía resonar aquel histórico llamado a la Nación y al mundo pronunciado por el padre de la Patria Manuel de Céspedes en la primera capital de Cuba. Y así, en ese orden de cambio y lucha que la naturaleza y el hombre demandan, la República Socialista de Vietnam se erigió como el país invitado de honor en reconocimiento a “… ese libro que siempre se está escribiendo, que siente y ama, que está vivo” como la definiera su embajador en Cuba, Nguyen Trung Thanh.  Además se celebraban los 60 años de relaciones diplomáticas entre esa Nación asiática y la Mayor de las Antillas.

Vietnam y Cuba, hermanadas históricamente desde la lucha antimperialista, comulgaron en esta Fiesta del libro a través de la literatura y la cultura, entre traductores, escritores y representantes editoriales de 44 países que se dieron cita en la sede principal del Parque Histórico Militar Morro Cabaña. 

La emblemática Casa de Las Américas fundada y presidida por el poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar, fallecido recientemente, honró al fundador y al país invitado con la presentación de la segunda edición de su poemario Cuaderno Paralelo, editado en 1973. La presentación  recayó en la hija del poeta, la escritora y médico internacionalista Laidi Fernández de Juan.

Quién mejor que el entrañable poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar para presentar a través de su legado poético a Laidi, su hija, la narradora, columnista e investigadora que aceptó con responsabilidad  patriótica el reto.

A mi amada.

En el Día de los Enamorados, el domingo, he despedido a mi amada.

Subió al ómnibus de la mano de su compañero,

Que en la otra mano llevaba una guitarra remendada.

Se sentaron sonrientes en el primer asiento: ella ocultaba su tristeza con un giro de sus bellos ojos,

Y él estaba ya proyectando aventuras, cacerías, veladas con música.

Los rodeaban nuevos amigos que aún ignoraban que lo eran:

Iban a empezar a conocerse en un largo viaje,

Cambiando de avión en Madrid, en Roma, hasta llegar a su destino,

Su destino de médicos durante dos años.

Fui a buscar una flor, o al menos una hoja de árbol,

Para dársela como hacía cuando ella regresaba cada domingo a su beca.

Pero el ómnibus empezó a ronronear, y tuve que regresar de prisa.

Mi amada había descendido y me esperaba en la calle.

Apenas nos abrazamos. No teníamos tiempo. Quizás tampoco teníamos fuerza.

Regreso a su asiento. Movimos nuestras manos en el aire del mediodía.

Sé que lleva en su maletín dos dólares y unos centavos y una novela alucinada.

Confío en que le duren los tres días del viaje.

Luego empezará su otra vida, su otra novela, de médica en África,

De médica en Zambia, adonde mi hija ha marchado,

En el Día de los Enamorados, de la mano de su gallardo compañero de barba roja.

Sé útil. Sé feliz. Este triste está orgulloso de ti.

Te espero siempre, amada. R.F.R

   Adelaida de Juan, escritora de novelas, cuentos y crónicas, inició su carrera literaria en 1994 con Dolly y otros cuentos africanos. Ha publicado once libros de cuentos y una novela, Nadie es profeta. Se alzó con el Premio Alejo Carpentier 2005 con La hija de Darío así como con el Premio de cuento Luis Felipe Rodríguez 1998 con Oh Vida de ediciones Unión.

Laidi recibe a Claridad en el patio de su casa en el Vedado agradecida del encuentro y expresando que más allá del verso de la poeta Lola Rodríguez de Tió, estas dos Islas Antillanas tienen mucho en común por lo que se entienden más que con cualquier otro foráneo.

XA: ¿Háblame sobre el compromiso que representa ser hija de estas dos reconocidas y amadas figuras de la intelectualidad cubana?  

AFDA: Ser hija de estos dos seres es como una marca de fuego que llevo con mucho orgullo y no trato de minimizar en ningún sentido la responsabilidad que eso implica para mí. Más allá del magisterio constante que representó y representa haber vivido mis casi 60 años al lado de estas dos personas cultísimas y con un elevadísimo sentido del humor también, eran mis padres. Ahora que no los tengo siento el mismo dolor que siente cualquier ser humano al perder a sus progenitores. Tal vez en mi caso es una pérdida multiplicada pues no eran solamente dos personas que te amaban, sino que también eran mis maestros, mis interlocutores culturales. Trato de honrar la memoria de ellos no siendo copia y calco, entre otras razones porque creo que sería imposible pues son un molde que ya no existe, pero si honro su memoria en término de lealtades: lealtad cultural, intelectual, ideológica y humana.

XA: ¿Qué aprendieron tus padres de ti?

AFDJ: ¡Wow! Me haces una pregunta hermosa realmente. Lamento mucho que ellos mismos no la puedan responder. Para mi hubiera sido un orgullo multiplicado. Fui médico durante 28 años y eso a ellos les satisfacía mucho. Mi madre hubiera querido ser médico. Mi madre tenía vocación por la medicina, pero no podía costearse los estudios. Pienso que hay dos cosas, en las actividades mías, que a ellos le producía placer, una, la medicina pues les enorgullecía que atendiera a sus amigos, esa especie de sacerdocio compartido y como ellos eran grandes docentes también, quiero pensar que eso les producía placer. Y la otra, es en la literatura pues mi padre era un gran poeta y ensayista y mi madre era crítico de arte, pero ninguno de los dos hacía narrativa. Por tanto, cuando empiezo a escribir mis cuentos, la novela que hago y sobre todo las crónicas, quiero pensar que eso les daba placer. Eran mis primeros lectores. Era incapaz de publicar sin la opinión de mis padres. Disfrutaban de mis cuentos y mis crónicas. La Habana nuestra de cada día mi madre no llegó a verlo, pero mi padre sí. Me decía que le gustaba mucho como era capaz de sacarle aceite a un ladrillo.

Los tres compartíamos un sentido del humor muy peculiar., muy cubano, sin límites.  Quiero pensar que yo formaba parte de ese círculo de complicidad en el humor también.

XA: El programa de Casa Las Américas en el marco de la Feria inicia con la presentación del libro de poesía de tu padre editado en 1973 Cuaderno Paralelo, reeditado para esta ocasión Le toca a su hija, a esta generación representada en ti, presentarlo. ¡Cuéntame! Qué esperamos de este reto.

AFDJ: Esa es la palabra. Un reto. Un reto muy grande. Esta es la primera Feria Internacional del Libro sin mi padre. En términos de la cultura cubana es un duro golpe, una ausencia marcada. En términos personales es extremadamente difícil. Mis padres, y en especial mi padre, era un soldado en el sentido del cumplimiento del deber. Asumía una presentación, una lectura de poesía, un lanzamiento de una revista, de manera primordial. Siempre lo recuerdo con esa disciplina y así mismo tengo que cumplirlo. Igualmente es un privilegio y una deuda muy grande presentar un poemario de mi padre pues no lo estaré juzgando desde la óptica de la poesía. Lo acepté con gusto.

En 1970 un grupo de cineastas cubanos encabezados por un gran director de cine cubano ya desaparecido llamado Julio García Espinoza, convocó a un grupo de colegas suyos para hacer una película/documental en Vietnam, en plena guerra de Vietnam. Como era amigo de mi padre, vino a despedirse y mi padre le dice ¡que envidia te tengo! ¡me encantaría colaborar! Y así Julio acepta su ofrecimiento y dos días después mi padre se incorpora. Yo tenía 8 años. Recuerdo el momento de su partida, mi angustia, los meses extrañándolo. A su regreso, se hace la película Tercer Mundo, Tercera Guerra Mundial, que cumple 50 años y está en proceso de restauración.  Él es el narrador y me pareció muy extraño pues mi padre leía con mucha cadencia y en general le daba énfasis a cada palabra. Sin embargo, la narración de la película que es su voz en off todo el tiempo es de una velocidad vertiginosa y me explicó que el director se lo había pedido así un poco para marcar la pauta de intensidad de los días que estaban viviendo. Poco tiempo después mi padre parió, lo llamaría así, este poemario.

XA; ¿Por qué Cuaderno Paralelo?

AFDJ: He ido descubriendo con el tiempo que Cuaderno Paralelo juega mucho con los términos. Debo comenzar por decirte que al cabo de 50 años yo acabo de hacer una nueva lectura de ese poemario. Lo leí con la agudeza que se requiere para presentar un libro. Fui descubriendo cosas que, de otro modo nunca hubiera caído en ese poemario en específico. Yo dudo mucho que haya vuelto sobre las páginas de Cuaderno Paralelo pues Vietnam fue una realidad distante y distinta, un momento concreto. Sin embargo, ahora para presentarlo y luego de 25 años en el mundo de la literatura, por lo tanto, he adquirido determinada habilidad para descubrir trucos. Cuaderno Paralelo juega con muchas cosas, es paralelo a la película. Pero además se refiere con mucho énfasis al Paralelo 17, una franja, que debe haber sido terrible estar allí pues era lo que dividía Vietnam del Norte y Vietnam del Sur. En teoría allí no pasaba nada. Y en realidad pasaba todo. Allí se estaba definiendo cuål de los dos Vietnam iba a ganar la guerra. El Sur apoyado por los Estados Unidos de Norteamérica o las tropas comandadas por el gran Ho Chi Ming. Cuaderno Paralelo que consta de 50 poemas muy breves, muy ilustrativos, y con una carga cinematográfica. Son pequeñas viñetas donde nos da una idea de la intensidad de esos días, de los vietnamitas que conoció, de cómo se comportaban los cubanos y también de su añoranza personal, su añoranza particular en ese medio tan hostil que es la guerra.

Hay poemas hermosísimos dedicados a mi madre, a su madre fallecida, a sus amigos más íntimos como Eliseo Diego, Cintio Vitier,, Fina García Marruz. En fin, es un poemario lírico y al mismo tiempo Bélico. Esto ilustra la solidaridad, el sentimiento de justicia que caracteriza a nuestro pueblo, también su visión personal de hombre culto, poeta inmerso en ese ambiente tan duro, injusto, con tantas víctimas. Realmente es un poemario memorable.

XA: Vas a tener, eso esperamos, un público de escritores jóvenes ya que se presenta en el espacio Casa Tomada que es precisamente para los jóvenes. ¿No te parece que el reto es mayor?

AFDJ: Los jóvenes por antonomasia son iconoclastas, rebeldes, quieren asesinar a sus padres intelectuales y yo respeto mucho eso. Y sé que la figura de mi padre va a ser valorada por los jóvenes de aquí a unos años. Todavía lo ven erróneamente como una figura oficial, como el presidente de La Casa de Las Américas, miembro del Consejo de Estado. Creo que su poesía no ha sido todavía justamente valorada por los jóvenes y sus ensayos tampoco. De hecho, con motivo de la Feria, el día después que se lanza esta segunda edición de Cuaderno Paralelo, va haber una actividad en la Universidad de La Habana donde hay un colectivo de jóvenes que valora indiscutiblemente la obra literaria de mi padre. Va a ver muchas actividades dedicadas a su memoria, incluso cursos escolares y se va a lanzar su primer libro póstumo. Se llama Alternativas de Ariel, el personaje en Caliban, su gran ensayo, que representa la figura blanca, intelectual. Es un libro que mi padre me fue señalando minuciosamente los trabajos que quería formaran parte de él, los revisó, les hizo observaciones etc.

Este libro será digital y podrá adquirirse en moneda convertible y en moneda nacional.

Alternativas de Ariel está integrado por ensayos y poesía, trabajos sueltos casi todos relacionados con la Universidad e incluye un poemario llamado Aquí, que recibió en 1996 el premio Internacional Pérez Bolnalde en Venezuela.

XA: Alguna anécdota de tus padres que quieras compartir con Claridad.

AFDJ: A la muerte de mi padre yo recibí muchos mensajes. Entre los muchos mensajes que circularon por las redes hubo uno de un puertorriqueño que a mí me conmovió muchísimo. Había venido un puertorriqueño a Cuba invitado por la Universidad de La Habana y mi padre lo invitó a nuestra casa.  El que hace la anécdota es el propio puertorriqueño. Cuando lo fue a despedir en el jardín mi padre se metió la mano en el bolsillo para darle dinero y el boricua le contestó no, no, no Retamar, de ninguna manera. No se preocupe que yo tengo dinero. Mi padre le pidió, por favor, que lo aceptara. Acéptalo porque yo tengo muy mal sabor, le dijo mi padre. Hace muchos años Pedro Albizu Campos había estado en Cuba, había venido a dar una charla en la Universidad. Cuando terminó esa charla, los estudiantes universitarios le preguntaron ¿Don Pedro usted necesita algo? A lo que don Pedro respondió ¡de ninguna manera, nada, yo estoy bien! Estoy hospedado en un hotel. Muchas gracias. Horas más tarde unos jóvenes universitarios lo vieron durmiendo en un banco. Eso había martirizado a mi padre. 

Laidi, diminutivo de su nombre de pila Adelaida, nos habla del reto que exigió la presentación del poemario Cuaderno Paralelo. Lo abordó magistralmente desde su añoranza, desde el conocimiento, desde el amor, desde el hogar, desde la patria. Una aportación anunciada y necesaria que acometió desde la versatilidad de una mirada universal materializada en el compromiso con el País, con los demás, con el mundo, desde la literatura.

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