Culebra: Una isla en lucha por sus derechos

Por Giancarlo Vázquez López/CLARIDAD

gvazquezlopez@claridadpuertorico.com

Las escuelas San Idelfonso, Luis Muñoz Marín y la Antonio R. Barceló no están abandonadas, contrario a la exposición de motivos según en la Resolución Conjunta del Senado (R.C. del S. 264). 

Luego de conocer la situación que atraviesa la Sede de Experiencias Vivas de Aprendizaje (SEVA) tuve que ir a vivir la experiencia de este proyecto que se constituye como un esfuerzo entre el municipio de Culebra y distintas organizaciones comunitarias entre las que figura el grupo Mujeres de Islas, Inc.. 

En 2014, Mujeres de Isla fue apoyada por el municipio para llevar a cabo el rescate de las tres edificaciones mencionadas y a partir de entonces otras entidades se integraron al proyecto gestionado con la misión de habilitar el espacio para realizar trabajo de base comunitaria en beneficio de los culebrenses. 

Un esfuerzo acertado teniendo en cuenta la situación que atraviesan los residentes de la isla, principalmente ante el desbarajuste de la Autoridad de Transporte Marítimo (ATM) y el cambio del terminal de Fajardo a Ceiba. También, los fuertes indicios de gentrificación, un tema recurrente entre los culebrenses según me comentó una residente y comerciante durante mi estadía en la isla. 

El miércoles 13 de febrero en la tarde, zarpó desde Ceiba el último barco hacia Culebra. Eran las 3:00 de la tarde una hora en la que probablemente los residentes aun no han terminado las diligencias que por décadas han venido a realizar en la Isla Grande.

Ante la alta marea de inconsistencias que ha representado el cambio del terminal, ahora culebrenses y viequenses tienen que hacer de tripas corazones para estar allí antes de que salga el último viaje hacia Culebra cada día. Si no, tienen que esperar por el único barco de carga disponible para ambos municipios que parte de la antigua base Roosevelt Roads entre siete y ocho de la noche; si no, se quedan varados. 

Afortunadamente pude arribar la nave sin problemas y llegué a eso de las 4:00 de la tarde. Bajé del Big Cat Express y caminé por las calles alrededor del puerto. La última vez que estuve allí tenía los anteojos de turista local y mis intereses no eran los mismos. Mientras caminaba pensaba en cómo han cambiado las cosas desde aquellas primeras veces que fui. Esta vez, estaría por un día y medio para ver la dinámica y entender con más claridad el funcionamiento de la Sede. 

Un par de calles más arriba del puerto, literalmente dos calles, se encuentra la vieja escuela de Culebra que estuvo abandonada por varios años hasta su rescate y rehabilitación en el 2014. 

Al llegar a la Sede algunas de sus integrantes preparaban los alimentos para la actividad que se realizaría en la noche mientras, otras llevaban a cabo un diálogo organizacional y hablaban sobre el empoderamiento de las comunidades en una mesa redonda.

Las cocineras no estaban excluidas de la conversación y armoniosamente intervenían para dar su opinión. Como danzando, iban y venían entre los calderos y la discusión. El aroma del asopao era la música que le daba ritmo a aquel momento. 

Esa noche sería el Cine-Siembra y el tema los gandules. Cine-Siembra consiste en proyectar un documental el segundo miércoles de cada mes sobre alimentos que se cosechan en la Sede preferiblemente para conocer su usos y beneficios. 

Esta es una de las actividades que se hace a partir del Proyecto Siembra, una propuesta que desarrolló Mujeres de Islas y que fue aprobada por AmeriCorps en noviembre de 2014. 

AmeriCorps es un programa federal que promueve el voluntariado, provee los fondos para correr la propuesta y los participantes que aplican reciben un estipendio para gastos de subsistencia. De esta manera complementan sus trabajos con la labor voluntaria en la Sede. 

Luego de conocer a los participantes que solicitaron a través de Mujeres de Islas para realizar trabajo voluntario y que conversaban al momento de mi llegada, uno de ellos me llevó a conocer los diferentes espacios habilitados para los talleres de madera, costura, siembra, arte y los cuartos para los invitados que vayan a compartir sus conocimiento mediante algún taller.

En el recorrido pude apreciar los cultivos de especias y hierbas medicinales como la menta, poleo, limoncillo, orégano brujo y pachulí que sirve para reforzar el terreno y evitar el deslizamiento de tierra en los cultivos situados en una pendiente. También, papaya, malanga, calabaza y gandules, entre otras. 

Mujeres de Islas ha sido un agente de cambio y que ha beneficiado en gran medida a la comunidad, según expresó una de las participantes. Por ejemplo, en los medios días había necesidad de supervisión en la escuela ecológica, el personal no daba abasto y del proyecto sale personal para colaborar y tener actividades para los niños durante la hora de almuerzo. Esto logró reducir la incidencia de situaciones como las peleas entre niños a través de jugos, manualidades y otras actividades que promueven el respeto a la naturaleza, la buena nutrición, entre otros conocimientos. 

Cayó la noche y comenzó la presentación del documental Cómo hacer un semillero, luego de una discusión en la que participó la mayoría de los invitados se repartió un suculento banquete de manjares preparados a base de gandules (asopao, refrito, bizcocho y ensalada) y algunas semillas junto a la receta del asopao; también, té de menta y limoncillo.

Aquella tarde una de las organizadoras llegó con la noticia de que MercyCorps, otra entidad como AmeriCorps, firmó el contrato para crear un centro de resiliencia para emergencias que incluye: placas solares, cisterna, comunicaciones, agricultura, talleres de preparación y recuperación.

Artículo anteriorEn ruta hacia el Día Internacional de la Mujer
Artículo siguienteUna voz caribeña y el sabor de una cerveza