Dar gracias y esperar

 

Especial para En Rojo 

En los Estados Unidos, cada año, el cuarto jueves de noviembre es el día de Acción de Gracias. Esta fecha, celebrada desde el siglo XVII, da gracias a Dios por las victorias conquistadas durante ese año. La acción de gracias puede ser colectiva, pero también por victorias individuales. En una sociedad con millones de personas en situación de pobreza, un coche de lujo sale a la calle con un letrero: Esto fue Jesús quien me lo dio. En siglos pasados, un propietario de tierras agradecía a Dios por el número de negros que había logrado comprar en África y por los territorios robados a tribus indígenas. Hasta hoy, este tipo de fe se expresa en las palabras escritas en las celdas de dólar: «Confiamos en Dios.

Esta religión civil tiene poco que ver con el evangelio. Por esta razón, en el corazón del imperio, en nombre de Jesús, hermanos y hermanas de diversas iglesias luchan contra el armamentismo esparcido por todo el país, denuncian el imperialismo del gobierno y desacreditan la falsa ética de la sociedad dominante. En países como Brasil y Chile, la acción de gracias fue instituida por gobiernos militares que pretendían ser promotores de la civilización cristiana, así como hasta hoy el Imperio invade países y asesina a pueblos enteros en nombre del Bien que lucha contra el mal.

La acción de gracias es buena y debería ser una actitud permanente del creyente, pero si nos dejamos llevar por la amorosa inspiración del Espíritu. Según la Biblia, «ofrecer a Dios oraciones y ofrendas basadas en la injusticia es como quitarle la vida a un hijo, pensando en complacer a su padre»(Ecl 34:18ff). Podemos estar agradecidos por la resistencia diaria de los pobres, por los gestos y manifestaciones de solidaridad que crecen en las realidades más desafiantes. Incluso cuando la realidad parece estar en un callejón sin salida, siempre encontramos en la fe fuerza y inspiración para retomar la esperanza. Quien busca vincular la fe y la vida mantiene la esperanza de la realización del proyecto divino en el mundo. Esto se hará realidad aquí y ahora, en el hecho de que otro mundo será posible. Según el apóstol, esta esperanza tiene tres características: no se corrompe, no se desgasta, ni se diluye (1 P 1:3- 12). Nos llama, incluso en un año de tanto sufrimiento para la humanidad como lo ha sido en 2020, a permanecer unidos en comunidades, a resistir los virus que amenazan a la humanidad y al humanismo. Como dijo Oscar Romero, pastor y mártir de la Iglesia en El Salvador: «La gloria de Dios, por lo tanto la verdadera acción de gracias es promover la liberación de los pueblos oprimidos.

 

 

 

 

 

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