De Haití hay que hablar

Por Cándida Cotto Hernández/CLARIDAD

ccotto@claridadpuertorico.com

El pueblo haitiano ha estado manifestándose contra el gobierno del presidente Jovenel Moise desde el pasado año. La confirmación del escándalo de PetroCaribe lo que hizo fue aumentar el disgusto. Así lo afirmó la activista haitiana por los derechos humanos, Colette Lespinasse, visitó Puerto Rico invitada por el Comité de Solidaridad con el Pueblo de Haití para participar del ciclo de conferencias Conversaciones sobre Haití: la opresión, la corrupción, gubernamental, las medidas de austeridad y la intervención internacional. De todo esto y más CLARIDAD conversó con ella. 

Colette Lespinasse, narró que desde el 2018 el pueblo haitiano viene protestando contra las políticas del gobierno de aumento en los impuestos y en otros artículos como los combustibles. También ha objetado el presupuesto que pretende imponer el presidente. “La gente se puso a pensar de qué sirve lo que pago en este país. Estamos pagando impuestos y aquí no hay servicios; las familias tienen que trabajar mucho para pagar la escuela, el 80% de las escuelas son privadas y en el 20% que asume entre comillas el estado, nunca hay profesores. Hay huelgas porque no se les paga. ¿La salud? Los servicios privatizados, y en los centros de salud del estado tampoco hay servicios”, describió Lespinasse.

Explicó que esta ola de protesta es un ejercicio muy interesante ya que la gente está descubriendo la responsabilidad que tiene el estado frente a la garantía de sus derechos y al mismo tiempo está cuestionando lo que el gobierno está haciendo con los recursos del país. Igual cuestionamiento se le hace al Parlamento, cuyos miembros describió “viven bueno” con privilegios como el pago de $15 mil dólares al mes para el pago de segundas y terceras residencias, las cuales no comparan con las del resto de la población.

Según Lespinasse, ante esos escándalos la gente dijo: “No puedo más”. Las protestas se vienen produciendo desde inicios del 2018 en contra de cómo se gestiona el país, cuando el gobierno pretendió aumentar los combustibles durante el mundial de futbol. La gente salió a las calles y el gobierno tuvo que retroceder, incluso el primer ministro Jean Henry Ceánt tuvo que renunciar. Después de eso fue que salieron todas las informaciones de PetroCaribe que no había salido a la luz. Estamos hablando de $4 mil millones de dólares que el Gobierno Bolivariano le prestó a Haití en el 2008, entonces bajo la presidencia René García Préval.

Lespinasse dijo que García Préval gastó unos $200 millones en algunas obras. El resto se suponía que era para uso del próximo gobierno: “Ahora lo han gastado, pero no pueden demostrar en qué se ha gastado”, denunció. Sin embargo, el pueblo ha visto que por ejemplo el hijo de Martelly (se refiere al siguiente presidente, Michel Martelly) de 25 años tenía millones en sus manos, al igual que su esposa y hasta el actual presidente. Las denuncias de corrupción contra el presidente datan desde antes de ser elegido. La activista denunció que durante la campaña presidencial se cuestionó por el organismo fiscalizador el que Moise no pudiese justificar las ganancias de uno de sus negocios de importación de piezas de bicicletas. De hecho, una vez elegido, Moise cambió a toda la dirección del organismo fiscalizador.

Pero más que una expresión de disgusto ante la corrupción gubernamental y política, para Lespinasse la ola de manifestaciones en el pueblo haitiano representa que cada vez más la gente descubre que la pobreza de Haití no es una casualidad, sino la manera de gobernar. Es la corrupción y la impunidad lo que lleva el pueblo a esa situación y es por eso que la gente dice: “Tenemos que reorientar completamente ese Estado, reformar muchas cosas y no permitir que eso se dé; que los recursos sirvan para el bienestar de nuestro pueblo”.

En esa dirección aclaró que el concepto de “tabla rasa” del que habla el pueblo se refiere a refundar todo el estado haitiano. Reconoció que es necesario la organización de la sociedad civil para ese cambio y que aunque todavía no hay una organización bastante fuerte, tanto desde la izquierda, como de jóvenes, mujeres y campesinos, cada día es más la gente que está hablando de la necesidad de la organización. Es por esto que el presidente Moise ha propuesto una repartición de las posiciones del gobierno como si fuese un pastel. “Siempre que se habla del país, se habla como si fuera un pastel, del que se va a regalar a cada cual su pedacito”. Un hecho atribuido a esta situación es el que todavía el presidente no ha nombrado a un primer ministro y concentra su búsqueda en algunos partido políticos que han le sido críticos porque piensa que así va a calmar la situación.

“A eso es que la gente contesta que no. Queremos una tabla rasa. Hay que revisar todo, quizás hasta una nueva Constitución, nuevos ministerios con una definición y orientación clara. Con un programa consensuado podemos ir a elecciones y ver qué partido podría llevar ese proceso mejor”.

La activista denunció que en las movilizaciones en el mes de noviembre ocurrió una masacre en uno de los barrios populares de la capital, Lasaline, en donde se asesinó a 50 personas. La comunidad se había manifestado contra el presidente en el mes de octubre. Se teme que los asesinatos fueron cometidos por grupos paramilitares relacionados con la presidencia. Aunque la prensa haitiana ha denunciado los hechos, el gobierno y la Policía no han dicho nada. Ante esta postura Lespinasse expresó que se está recabando, de organizaciones solidarias en diferentes países así como a representantes gubernamentales, que emplacen al gobierno de Moise para que asuma responsabilidad y justicia sobre estos hechos.

La presencia internacional

El Consejo de Seguridad de la ONU impuso por 13 años la presencia de la llamada MINUSTHA (Misión de la Estabilización de la ONU en Haití), que le costaba al pueblo haitiano $500 millones anuales. Tras su salida en octubre del 2017, en el país no hay ninguna estabilización, afirmó la activista. Por el contrario, la presencia de la MINUSTHA lo que hizo fue debilitar las instituciones y ahora hay más impunidad. Actualmente hay una Misión de la ONU para la Justicia. “De todas maneras los haitianos no creemos en esas misiones. Ahora pensamos en buscar nuestra vía de manera soberana con el apoyo de organizaciones. No creemos que a través de esas instituciones de la ONU o la OEA haya una salida”.

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