Deficiente la certificación de planteles del Departamento de Educación

Por Giancarlo Vázquez / CLARIDAD 

gvazquez@claridadpuertorico.com 

Los informes de las escuelas que fueron inspeccionadas a partir del evento sísmico del 7 de enero no están disponibles. Tras los procesos de evaluación, el Departamento de Educación (DE) entregó las certificaciones de los planteles aptos para el inicio de clases; pero eso no es suficiente. 

Estos informes deben incluir la inspección y las recomendaciones una vez se conoce el estado de las estructuras. Al no tener este documento, niños, maestros y personal del DE en general comenzaron las clases esta semana sin saber a qué se iban a enfrentar. 

“Enviar a nuestros hijos a escuelas inseguras es enviarlos a morir”, reclamó la presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR), Mercedes Martínez Padilla.

La semana pasada, el Frente Amplio en Defensa de la Educación Pública (FADEP) solicitó en conferencia de prensa una lista de las escuelas abiertas que reflejan tener la deficiencia conocida como “columna corta” y cuáles de esas fueron reparadas a partir del año 2000. También, una lista de las escuelas que se consideran sismoresistentes (incluidas las que fueron cerradas), los hallazgos de las recientes inspecciones y las realizadas posterior al huracán María. Igualmente reclaman que se haga público el plan de mitigación y corrección para las deficiencias que se identifiquen en los planteles escolares y estructuras del DE. 

Migdalia Santiago, maestra de educación especial y presidenta de EDUCAMOS, destacó la preocupación, tanto suya como de sus compañeros, en cuanto a la falta de preparación para atender una situación de emergencia. Particularmente, esas que son imprevistas, como los terremotos, y en las que hay que actuar rápido. 

“En la sala de clase tenemos estudiantes que no necesariamente responden a instrucciones, que no entienden lo que está sucediendo; pero sienten miedo y se asustan y eso los pone en una posición más vulnerable”, expuso.

Martínez Padilla mencionó que la preparación es parte del proceso de evaluación que debe hacerse al inicio del semestre. El FADEP recomendó al secretario de educación, Eligio Hernández, que se les dé un taller de primeros auxilios y otro de manejo de desastre a los y las maestros (as) durante esta primera semana de clases. 

Según la presidenta de la FMPR, la casa abierta que se realizó en las escuelas el viernes pasado consistía en que el papá fuera a la escuela, visitara los salones, viera el estado de la infraestructura y recibiera una copia de la certificación que dice que la escuela está lista para comenzar, no el informe. Sugirió, en cambio, una asamblea en la que todos los padres y madres, la administración, la facultad, estuviesen presentes. 

“Se lee el informe, se discuten los hallazgos y las recomendaciones; se da a conocer el comité de seguridad del plantel y quiénes lo componen; dónde buscamos a nuestros hijos, cuál es la ruta de desalojo”, explicó. 

“Toda esa información que no van a tener disponible para la casa abierta es necesaria para que padres y madres tengan un respiro y la seguridad de que sus hijos van a estar en un lugar bien cuidados y atendidos y que el personal que está ahí está capacitado para trabajar con una emergencia”, añadió Martínez Padilla.

En comparación con los estudiantes de corriente regular esta complicación se multiplica exponencialmente para el estudiante de educación especial, considerando el hecho de que normalmente están ubicados en el primer piso por la cuestión de accesibilidad y transportación. 

“Los pisos más vulnerables…”, recordó Santiago haciendo referencia a la escuela que colapsó en Guánica. A eso se añade que el estudiante de educación especial no siempre está con su maestro, que es el especialista. A veces los sacan de la sala de clases para tomar terapias o atender otras materias. 

“Queremos que empiecen las clases, pero necesitamos seguridad y unas herramientas para preparar a mis estudiantes porque yo no sé si en la casa hay una plan para el manejo de esas situaciones y resulta que me toca a mí ayudarlo a hacer un plan que debería haberse gestado en la casa”, señaló Santiago.

Añadió que, en última instancia, si el inicio de clases se atrasa 3 o 4 días por salvarle la vida a los 300 mil estudiantes que tiene el país, bien merece el esfuerzo; ni los sindicatos ni el magisterio en general van a molestarse por atrasar el semestre un par de días para poder prepararse.

En contraste con el huracán María, para esta ocasión el problema mayor está en la región educativa de Ponce y una parte de la región educativa de Mayagüez. El resto de las regiones educativas no sufrieron enormes daños en términos de infraestructura. 

“Aunque había la posibilidad, tú no esperabas otro huracán después de María. En el caso de los temblores, tú no sabes cuándo va a volver a temblar. Se ha mantenido temblando y esa situación nos pone en una condición bien frágil. Hoy la situación es más insegura. Siempre habíamos hecho la denuncia de lo mal que estaban las escuelas, pero hoy tenemos la evidencia”, sostuvo Santiago.

Por otra parte, Martínez mencionó que luego del huracán diferentes organizaciones se dieron a la tarea de traducir gran cantidad de los informes que realizaron los ingenieros estructurales del cuerpo de ingenieros en 2017. “De las 224 escuelas que empiezan (maestros y maestras empezaron el jueves 23), ya hay 64 en que se han traducido los informes. Muchas de ellas con código rojo (inhabitable), señalaban que tenían que ser evaluadas estructuralmente. Si se corrigieron, si se atendieron esos hallazgos, a nosotros no se nos ha dicho. Estamos exigiendo esa información porque los padres van a mandar sus hijo a esas escuelas que ya desde entonces presentaban unas fallas”, dijo Martínez. 

Concluyó que ante el inicio de clases son muchas las preocupaciones: la falta de transparencia, responsabilidad, seriedad, la ansiedad de no saber cómo trabajar un trauma, no saber cuáles son los comités de seguridad. Sobre la población de diversidad funcional desconocen cuál es el protocolo a seguir, por ejemplo, con los niños encamados, en silla de ruedas, con autismo, síndrome down, no videntes. 

“Todavía no tenemos la más remota idea de qué va a pasar con el resto de las escuelas que al día de hoy no se sabe si van a abrir y cómo van abrir o si van a cerrar algunos salones porque esas salieron parcialmente aptas”, expresó por su parte Santiago.

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