Derrumbando la violencia sistémica

 

Por Jatiel Infanzón/Especial para CLARIDAD

No hay duda que en las últimas semanas se han dado eventos en Puerto Rico que han sido de gran importancia no solo para la historia de Puerto Rico sino para la historia del mundo. El pueblo de Puerto Rico se unió de tal manera que lograron que el gobernador Ricardo Rosselló renunciara a su puesto. Esto se logró en gran parte a las diferentes protestas pacíficas que se desarrollaron en todas partes de Puerto Rico y el mundo. Hubo varios actos de violencia y vandalismo en el Viejo San Juan, pero esos actos fueron mínimos y no hubo ninguna muerte que lamentar. Algunos detractores se enfocan en esos actos de violencia y vandalismo para criticar el movimiento que desalojo al gobernador de la Fortaleza. Lo que eso detractores no ven es que el pueblo de Puerto Rico acaba de derrumbar la violencia sistemática que arropa la política de Puerto Rico desde hace décadas.

La violencia sistémica es un término que desarrollaron los sociólogos Franceses Pierre Bourdieu y Jean-Claude Passeron. Bourdieu y Passeron definen la violencia sistémica como las acciones que usan los grupos de poder para imponer significados y legitimidad a sus operaciones para poder controlar las relaciones sociales dentro de un grupo, organización o inclusive la sociedad. La violencia sistémica no es una violencia física y agresiva, más bien se manifiesta en las intenciones y acciones del grupo de poder. El propósito es que el grupo, organización o sociedad acepte a los comportamientos y acciones de los que están en el poder porque ellos determinan lo que es aceptable. El propósito es no ceder el poder y que el grupo de poder dicte las reglas del juego. En el ámbito político de Puerto Rico se creó una cultura de violencia sistemática cuando fue aceptado que devolver favores políticos, perdonar a los de tu propio partido y poner los intereses del partido primero era la forma de hacer política en Puerto Rico.

En Puerto Rico, la mayoría de la gente se acostumbró a que cada cuatro años los políticos que salieron electos recompensaran a sus amigos del alma o amigos derrotados del partido con jugosos contratos como asesores legislativos o contrataban sus nuevas compañías para hacer algún trabajo de gobierno. ¿Cuántos políticos derrotados están trabajando bajo contratos como asesores en la legislatura o en algún municipio? ¿Cuánto dinero se ha malgastado en proyectos que no benefician al pueblo con compañías recién creadas? ¿Cuántos contratos se han dado a donantes de las campañas políticas? Cuando los periodistas serios cuestionaban esos contratos y la malversación de fondos públicos, la mayoría del pueblo decía que así es que se hace la política en Puerto Rico. Eso es un claro ejemplo de la violencia sistémica. Los políticos con sus acciones definieron como se iba a hacer la política en Puerto Rico y el pueblo aceptó esas acciones por varias décadas.

El jueguito de así es que se hace política o que la política de Puerto Rico es así, se estaba derrumbando en los últimos años debido a la imposición de la Junta de Control Fiscal y el huracán María. El pueblo estaba entendiendo que sus necesidades son más importantes que los colores de los partidos políticos. La administración de Rosselló no contaba con que el pueblo de Puerto Rico se estaba levantando poco a poco, que las necesidades para vivir una vida decente es más importarte que los ideales políticos. El pueblo le dio un “break” al gobernador con el escándalo de WhatsApp. Ahí estuvo en evidencia digital como se confabulaba para robarse las elecciones y como se iban a repartir los trabajos y contratos después de las elecciones. Como ellos estaban acostumbrados a la violencia sistémica de la política puertorriqueña y al ser tan arrogantes y embriagados de poder, no cambiaron la estrategia, sino que cambiaron de plataforma digital a Telegram. Ahí se toparon con la generación del “yo no me dejo”, un pueblo cansado de la violencia sistemática de hacer política, un pueblo cansado de que su voz no sea escuchada, una generación que quiere lo mejor para todo Puerto Rico y no solo para unos cuantos, una generación que pacíficamente derribó el estatus quo de la política de Puerto Rico.

De acuerdo con Bourdieu y Passeron para combatir la violencia sistemática el pueblo tiene que estudiar y entender los mecanismos del grupo de poder. Aunque por muchos años esos mecanismos fueron mencionados por varios periodistas, no es hasta que esta evidencia digital sale a la luz pública que la masa logró entender que los políticos estaban trabajando para el beneficio de unos pocos y no del pueblo. Los políticos no podían esconderse porque fueron ellos mismos los que escribieron en el chat y no pueden decir que sus palabras fueron sacadas de contexto.

El pueblo puertorriqueño no puede dejar caer el momentum para seguir derrumbando la violencia sistémica en la política puertorriqueña y crear un gobierno más democrático para Puerto Rico. Con los cambios constitucionales que se están proponiendo ciertas plazas deberían ser electas por el pueblo y no nombradas por el gobernador. Escaños como los secretari@s de Justicia, Educación, Salud y la Comandancia de la Policía no pueden ser puestos políticos, tienen que ser de personas que le respondan al pueblo y no a un partido político. Eso es la verdadera democracia, en donde los gobernantes le responden al pueblo y no a su partidos o a donantes políticos. La democracia es un ejercicio que se tiene que usar a diario y no cada cuatro años.

Cuando el pueblo de Puerto Rico se une, tiene una fuerza increíble. Primero sacamos la Marina Estadounidense de Vieques. Segundo, logramos que el gobernador Rosselló renunciara al puesto de gobernador. Puerto Rico unido 2, problemas 0. Y lo más importante es que esas dos victorias se lograron pacíficamente. Entonces la próxima pregunta sería ¿Por qué no unimos fuerzas para acabar con el problema más grande de Puerto Rico, el colonialismo? Estoy seguro que si seguimos unidos nos vamos de 3-3.

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