Diez puntos sobre la situación actual y nuestras tareas

Me han pedido algunas palabras sobre la situación actual. Presento diez puntos como contribución a esta discusión.

1. La magnitud de la crisis. Desde hace una década la economía de Puerto Rico no crece. El ingreso nacional se redujo cerca de 15%. Se perdieron 270 mil o 20% de los empleos. La tasa de participación laboral ronda el 40% y la tasa de empleo el 35%. La emigración se acelera (60 mil salidas netas anuales). Desde 2010 la población cayó cerca de 9%. Desde 1996 han desaparecido mitad de los empleos en la manufactura. El sentimiento generalizado de desmoralización, desesperanza y desánimo tiene sólidas bases materiales, o, más bien, económico-sociales. A eso se añade la prédica de fatalismo y resignación, el “no hay alternativa” neoliberal, que emana de casi toda la prensa y foros de “análisis”.

2. Los niveles de la crisis. Detrás de la crisis de la deuda está la crisis económica. Esa crisis se vincula al agotamiento de la estrategia centrada en la exención contributiva y, más profundamente, a los límites de una estructura económica dependiente controlada (tanto la producción como el mercado) por el capital externo. Además, la crisis económica pone en entredicho la presente relación colonial o el Estado Libre Asociado.

3. Dos errores. Debemos evitar dos errores. El primer error es plantear que hay que atender los problemas económicos (deuda, desempleo, etc.) antes que el status. El error opuesto es plantear que nada podemos hacer si no atendemos primero el status. Pero no debemos ni separar ni reducir ni la crisis ni la resistencia al status. Tenemos que atender el status junto a los demás problemas, sin posponer la lucha por atender esos problemas hasta que se solucione el status.

4. Gobernantes y gobernados. En el debate público, se habla de la política de Estados Unidos hacia Puerto Rico. Se supone que el presidente o el Congreso representan a “los americanos”. Se habla del “americano” y de lo que dijo o no dijo “el americano.” Pero no existe tal cosa como “el americano”. Estados Unidos es una sociedad tan dividida en clases, entre opresores y oprimidos, como cualquier sociedad capitalista. No es lo mismo el trabajador que su patrono o que el Congresista o el presidente, aunque el trabajador haya votado por el Congresista o el presidente. Lo que predomina en el Congreso y en Casa Blanca son los intereses de las grandes empresas industriales, comerciales y financieras. Las políticas hacia Puerto Rico no son las de los “americanos”, sino de esa minoría. Son ajenas a los intereses, no sólo de Puerto Rico, sino las de la mayoría desposeída en Estados Unidos. Es una política de clase que también genera resistencias en Estados Unidos. Por eso, en la lucha por la justicia social, la reconstrucción económica y la autodeterminación nacional podemos y debemos encontrar aliados en Estados Unidos.

5. El Congreso. La respuesta del Congreso a la crisis en Puerto Rico ha sido PROMESA. Esa medida no provee un centavo para el desarrollo. No crea programas o agencias para promoverlo. La Junta de Control, como ha reconocido su presidente, carece de medios para promover la recuperación económica. Se dedica a implantar medidas de austeridad depresivas, que además aumentan la pobreza y la desigualdad. El plan fiscal aprobado por la Junta no proyecta crecimiento hasta 2024. Es decir, el Congreso no tiene respuesta para sacar a Puerto Rico de la crisis, como tampoco la tiene para atender las necesidades no satisfechas del pueblo trabajador en EUA.

6. La clase patronal. “Nuestra” clase patronal y sus organizaciones (industriales, hoteles, bancos, constructores, Cámara de Comercio, etc.) están resignadas a su lugar subordinado en la economía colonial. Protestan contra el avance del capital externo, la “falta de poderes”, la “indiferencia” del Congreso, pero hacen poco o nada al respecto. No tienen, nunca han tenido, proyecto propio. Hablarles de poner impuestos a las foráneas para invertir en Puerto Rico es hablarle a una pared. Su visión no pasa de sus ganancias inmediatas (que les bajen las contribuciones y se eliminen las protecciones laborales). De esta clase nada puede esperarse que no sea regresión social y falta de perspectiva.

7. Los partidos dominantes. El PNP y el PPD no van más allá de la clase patronal a la que están vinculados. El gobierno de Rosselló les regaló una contrarreforma laboral que aumentará sus ganancias sin contribuir a la recuperación económica. Según se profundizaba la crisis, los gobiernos rojos y azules se endeudaron y aplicaron políticas de austeridad (ley 7, ley 66) y contribuciones al pueblo (IVU). Ante la crisis de la deuda se rehusaron a declarar una moratoria temprana, por miedo a enfrentar al Congreso y a los bonistas. No han querido auditar la deuda. Al igual que la clase patronal, se escuchan pataleos: pero no hacen nada. Hacer algo implicaría movilizar al pueblo, en Puerto Rico y en la diáspora, para exigir justicia ante el gobierno federal: a nada le temen más los patronos y sus partidos que a un pueblo movilizado. Eso haría imposible medidas como la contrarreforma laboral.

8. Situación del pueblo trabajador. El pueblo trabajador es quien único puede articular una respuesta integral. La lucha coherente por su bienestar es lo que puede abrir nueva esperanza para Puerto Rico. Pero su situación es poco halagadora. Se caracteriza por falta de organización (la mayoría no está organizada ni sindical ni comunalmente, 1% de los empleados privados están organizados, por ejemplo); dispersión (no existen estructuras de acción conjunta y coordinación de los sectores organizados); división (se permite que las diferencias tácticas, estratégicas, políticas, organizativas, etc. impidan la acción conjunta); la desmovilización (distintos sectores no han respondido adecuadamente a los ataques); falta de programa (en ocasiones no se va más allá de exigencias justas, pero de un gremio o sector); falta de representación política. Si no superamos esta situación, la crisis se profundizará. Atrapado entre la incapacidad de los patronos y la parálisis del pueblo, el país seguirá a la deriva, bajo los golpes del Congreso al servicio de los intereses que hemos indicado.

9. Tareas. De esto se derivan tareas urgentes: recuperar la movilización (ante la reducción de jornada, pensiones); crear mecanismo de unidad en la acción: marchar separados, pero golpear juntos, sin que nadie renuncie a sus posiciones; formular un programa mínimo compartido; abrir el debate sobre cómo el pueblo trabajador puede dotarse de su propia representación política.

10. Programa. Exigencias de un posible programa conjunto serían: cese y revocación de medidas de austeridad y contrarias a los derechos laborales y sociales; revocación de PROMESA; protección contra litigios de acreedores; auditoría ciudadana de la deuda; suspensión de pagos hasta completarse auditoría; renegociación de la deuda restante con prioridad de servicios esenciales, pensiones y recuperación económica; aportación federal a la recuperación económica (como parte de programas y luchas afines en EUA con las cuales hay que establecer contactos); política económica basada en la recuperación y reinversión de ganancias y asamblea constitucional de status como medio para atender el problema colonial.

El autor es Presidente del Partido del Pueblo Trabajador(PPT)

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