Diversidad religiosa, don divino para la humanidad

Candles conceptual image. Lots of candles.

Por Marcelo Barros/Especial para En Rojo

La Organización de las Naciones Unidas(ONU) dedica el 21 de enero como “Día Mundial de las Religiones”. Desde que esta conmemoración comenzó hace más de 50 años, esta fecha se ha vuelto cada vez más importante en un mundo que se ha distinguido por la diversidad cultural y religiosa. En toda América Latina y Caribe, las religiones afro descendientes y tradiciones espirituales indias siempre han existido, pero históricamente han sido marginadas y hostiles para el Imperio y por su religión oficial, la Iglesia Católica. En el contexto actual, las constituciones garantizan la libertad de culto y el derecho de todas las personas a ejercer libremente su religión. Sin embargo, siguen ocurriendo acá y allí, discriminaciones, prejuicios y mismo ataques violentos a comunidades originarias y a sus cultos. En Brasil, casi cada día, un templo de religión tradicional es atacado. Lo más escandaloso es que eso no es hecho por ateos o enemigos de la fe y si por cristianos que afirman proceder así en nombre de Dios. Por eso, el gobierno federal hizo de esta fecha “el día de combate a la intolerancia religiosa”. 

Hoy, cuando los gobiernos parecen más omisos, se hace más importante que la sociedad civil y los mismos grupos religiosos asuman la misión del diálogo y del combate à la intolerancia cultural y religiosa. De hecho, todas las religiones predican amor, compasión y misericordia. Sin embargo, cuando sus líderes y sus fieles se vuelven autoritarios y dogmáticos, se convierten en instrumentos de fanatismo y canales de intolerancia. 

Desafortunadamente, a lo largo de la historia, el Cristianismo ha sido la religión que ha utilizado la violencia y la intolerancia con mayor frecuencia contra infieles y herejes. Eso está en completa contradicción con el evangelio y el espíritu de Jesús de Nazaret. Es urgente cambiar eso.

Hoy, la diversidad cultural y religiosa no es solo un hecho que se impone a la humanidad. Es principalmente una gracia divina y una bendición para las tradiciones religiosas. Para que el diálogo entre religiones sea profundo, cada grupo debe reconocer lo que Dios les revela, no solo desde su propia tradición, sino también desde el camino religioso del otro. En la época nazi, desde una prisión alemana, escribió el pastor Dietrich Bonhoeffer, teólogo luterano: 

“Dios está en mí, pero para el otro. En mí su presencia es débil para mí mismo y fuerte para el otro. En el otro, su presencia es fuerte para mí. Así, Dios es amor y se encuentra cuando nos encontramos con lo diverso”.

—El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.

 

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