Dramas intensos y compasivos:  Ad Astra, Downton Abbey, American Woman

Por María Cristina/En Rojo

Mientras Ad Astra nos traslada a un universo alterno sin alterar la vida en el planeta tierra y Downton Abbey nos vuelve a deleitar al vivir las vidas de los componentes de este complejo británico que descubrimos en la serie de ITV y PBS del 2010 al 2015, American Woman nos lleva a la intimidad de una mujer que logra, como la mayor parte de nosotras, sobreponerse a las adversidades que la vida diaria nos lanza. 

Ad Astra

(director James Gray; guionistas James Gray e Ethan Gross; cinematógrafo Hoyte Van Hoytema; elenco Brad Pitt, Tommy Lee Jones, Ruth Negga, Donald Sutherland, Liv Tyler, Sean Blakemore)

Confieso que no considero atractivo ni excitante el espacio ultraterrestre. He compartido con hombres y mujeres de todas las edades que encuentran fascinante esa dimensión casi desconocida y que los humanos llevan décadas tratando de alcanzar. Acepto que algunos filmes de astronautas cuentan buenas historias porque enfocan en el hombre (casi siempre) y todos los problemas que enfrenta para llegar a esos lugares inhabitables y que muchas veces quedan en nada por la nave tener problemas mecánicos (Apollo 13 de 1995), u hombres solos en el espacio que no saben qué hacer con su vida (Moon de 2009, Interstellar 2014, The Martian de 2015). También está la impresionante pesadilla de lo que existe ya en ese espacio y que amenaza a cualquier terrestre, aunque se crea superior (el 1er Alien de 1979). Ad Astra (Hacia las estrellas) tiene rasgos de todos los filmes anteriores, pero adquiere un tono sombrío desde el principio al convertirse en el viaje del protagonista hacia su origen, al padre que siempre admiró, pero que nunca lo vio crecer.

Bran Pitt como Roy McBride demuestra que puede fácilmente ofrecer sus mejores actuaciones con muy poco diálogo y gran profundidad de gestos y movimiento corporal como lo hizo en The Tree of Life de 2011 del afamado director Terrence Malick. En Ad Astra, Roy es un ser solitario en todos los sentidos: sus viajes al espacio como único tripulante, sus evaluaciones psicológicas con una máquina que mide todo, el monólogo de su compañera, sus respuestas directas y sucintas, sus comunicaciones estilo informes cerrados. Cada paso de su viaje hacia “el origen de la semilla”, como diría Alejo Carpentier, lo hace más impenetrable, aislado e independiente de cualquier trato social. Es un filme lento y hermoso, muy diferente a Gravity de 2013 de Alfonso Cuarón, que sigue siendo mi entrada positiva a este mundo desconocido. 

Downton Abbey

(director Michael Engler; autor y guionista Julian Fellowes; cinematógrafo Ben Smithard; elenco Hugh Bonneville, Elizabeth McGovern, Maggie Smith, Michelle Dockery, Laura Carmichael, Allen Leech, Joanne Froggatt, Brendan Coyle, Jim Carter, Phyllis Logan, Raquel Cassidy, Robert James-Collier, Max Brown, Imelda Staunton, Mathew Goode, Geraldine James, Simon James, Penelope Wilton, Michael Fox, Lesley Nicol, Harry Hadden-Paton, Kevin Doyle)

Como me sucede con frecuencia por no encontrar los espacios necesarios para seguir religiosamente episodios de series o hacer binges por días consecutivos, entré tarde al mundo de los Crawley, habitantes de Downton Abbey, con una familia de padre, madre y tres hijas, lo que indica que no hay herederos varones para que la propiedad quede en sus manos. Pero mientras una audiencia de millares veía, comentaba y revivía estos episodios por cinco años consecutivos, no tuve tiempo de ser parte de esta narrativa. Así que casi tres años después de finalizar, decido regalarme la serie completa para poderla disfrutar a nuestro tempo. Y ahí quedamos: los binges eran diarios y de horas que comenzaban en la noche y duraban hasta la madrugada. Cuando se anunció que se hacía un filme que continuaba la historia, solo nos quedó esperar hasta este momento. Las expectativas eran enormes y valió la pena la espera.

El agarre de esta serie no es lo que le sucede a los Crawley —aunque tienen un atractivo enorme por la diversidad de personajes y sus perspectivas de clase, nacionalidad, raza y género— pero la población que sostiene a esta familia —los que dominan la cocina, limpieza, servidumbre, transporte— que a su vez tienen su propia jerarquía tanto de clase, experiencia y referencias de empleadores. Todos los personajes se desarrollan dentro de una línea de tiempo que comienza en 1912 con el hundimiento del Titanic para luego adentrarse en la sangrienta experiencia de la 1era Guerra Mundial de 1914, la reformación de imperios, el aislamiento de Alemania, el movimiento  por una Irlanda libre, el sufragio femenino. El filme recién estrenado, reúne a los miembros de una cambiante familia Crawley y un reducido grupo de sirvientes que discuten la política, los derechos de los trabajadores, el comunismo como la nueva ideología y la lucha por la igualdad, la subcontratación de empleados diestros y los que continúan la tradición de Downton Abbey. Es 1927 y el Conde de Grantham, Robert Crawley, y su familia han sido avisados de la visita, muy muy breve, pero aún importante, del Rey George y la Reina Mary. En apenas tres días se darán los preparativos, la reunión casual y la formal de la familia Crawley con los monarcas y gran actividad personal y de trabajo de parte de los empleados de la realeza (quienes se creen realeza también) y los defensores de los Crawley. Les garantizo que les va a encantar y que Maggie Smith como la condesa viuda (dowager countess) de Grantham resplandece a sus 84 años.

American Woman

(director Jake Scott; guionista Brad Ingelsby; cinematógrafo John Mathieson; elenco Sienna Miller, Christina Hendricks, Aaron Paul, Amy Madigan, Will Sasso, Sky Ferreira, Alex Neustaelter, Pat Healy, Aidan Fiske, E. Roger Mitchell)

Este filme tiene conexiones temáticas con Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (Martin McDonagh, 2017) que lo hacen familiar en su apertura: su historia se desarrolla en un pueblo pequeño predominantemente blanco, donde todos se conocen, resistente a cualquier desconocido especialmente de tez oscura, de otra etnia o nacionalidad y que hable inglés “raro”. Pero aún más importante, las protagonistas son mujeres sin maridos con hijas desaparecidas. En American Woman, Debra tuvo su hija, Bridget, a los 16 y ahora a los 34 quiere disfrutar de la vida mientras tiene la energía, la libertad y es sexualmente atractiva. No le importa si es un hombre casado, si todo el pueblo se entera, si su hermana y su familia —que viven al cruzar la calle— desaprueban su comportamiento. Todo esto cambiará cuando su hija desaparece y ella queda a cargo de su nieto, Jessie. De ese momento en adelante y por los próximos once años, vemos a Debra evolucionar como mujer, persona que pone el bienestar de los demás por encima de sus propios intereses, involucrarse en actividades sociales y políticas y apreciar el valor de una familia que siempre está ahí —a veces entremetiéndose—  para apoyarla y también criticarla si ellos lo creen necesario.

La actuación de Sienna Miller (totalmente disfrazada como la esposa de Roger Ailes en la serie “The Loudest Voice”) es un tour-de-force de principio a fin. Pero además los pequeños papeles del resto del elenco: su cuñado, su hermana, su nieto y su amigo/amante y luego esposo, son instancias donde los actores nos sorprenden por ser el andamiaje que sostiene esta historia íntima de una mujer. 

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