Ecología integral y socialismo espiritual

 

Especial para En Rojo

La Organización de Naciones Unidas celebrará el  sábado, 5 de junio, el Día Mundial del Medio Ambiente. En el jueves, 3 de junio, la Iglesia Católica celebrará la fiesta de la Eucaristía (Cuerpo de Cristo).

El elemento ecuménico es que la fe cristiana valora el cuerpo, ya sea el cuerpo del hombre y de la mujer, o el cuerpo cósmico del universo, en el que también contemplamos la presencia del Espíritu.

Aunque aún hoy se discute el origen del Coronavirus, una cosa es cierta: su mortífera propagación por el mundo tiene mucho que ver con la destrucción de la naturaleza y el cambio climático. Es urgente una reacción de la humanidad. Hace seis años, el Papa Francisco sorprendió al mundo al escribir la carta encíclica Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común, dirigida a toda la humanidad. Después de la publicación de la encíclica, tuvimos el Sínodo para la Amazonia que movilizó las fuerzas vivas de la Iglesia católica e incluso de otras Iglesias en solidaridad con la Amazonia, la biodiversidad de la región y los pueblos originarios, diversos en sus culturas, pero unidos en su pobreza.

En octubre de 2020, el Papa Francisco publicó la encíclica sobre la fraternidad universal (Fratelli Tutti). A partir de entonces, los dos documentos (Laudato Si’ y Fratelli Tutti) forman un único llamamiento a todas las personas y comunidades. Está claro entonces: «O nos salvamos juntos o no se salva nadie» (FT 137).

Las Iglesias tienen como misión educar a las personas para vivir y fomentar la fraternidad entre todos los seres humanos y la comunión con todos los seres vivos. La Carta de la Tierra destaca que todos los seres vivos forman una verdadera «comunidad de vida». La fiesta del Cuerpo de Cristo puede recordar a los cristianos que todo el universo está constituido como un inmenso «cuerpo de Dios», es decir, una presencia amorosa del Espíritu Divino en todos los seres vivos.

Al cenar con sus discípulos, Jesús hizo de la comida una profecía de una forma de vida. Al participar del mismo pan, la comunidad cristiana se propone organizar el mundo sobre la base del compartir y no de la competencia y el individualismo. En otras religiones, también hay ritos a través de los cuales el Espíritu Divino viene a compartir en la mesa de las comunidades. En el siglo IV, a propósito de la Eucaristía, San Agustín enseñaba a los fieles: «En la cena de Jesús, este pan representa lo que tú eres: el cuerpo de Cristo. El pan es el símbolo y el sacramento de la comunidad. Cuando vivimos en comunidad somos la presencia de Cristo en el mundo» (Sermón 277).

El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros

 

Artículo anteriorUna mirada a la confrontación palestino-israelí ¿Hacia dónde apunta el conflicto estratégico?
Artículo siguienteMirada al País:Un rayo de esperanza dentro de la tristeza