“Eddie Ferraioli: entre haikus y mosaikus”

Especial para En Rojo

Son mis Mosaikus

caricias mañaneras

para el alma.”

El 2020, fue un año muy difícil para toda la humanidad. Ya es sabido que, en Puerto Rico, inició con un terremoto, y a partir del mes de marzo, nos sorprendió una pandemia llamada COVID-19, que nos confinó a nuestros hogares y tuvimos que adaptarnos a distanciarnos físicamente de los seres amados. Sin embargo, a mí, ese confinamiento me motivó a escribir varios microcuentos donde pude expresar lo que sentía:

Alas rotas

El coronavirus me cortó las alas, me obligó a encerrarme solo por un tiempo.

Como profesora universitaria, dejé de impartir clases presenciales el jueves, 12 de marzo de 2020, y me vi en la obligación de tomar talleres, para aprender a usar la plataforma de la universidad, para así culminar el semestre académico. Por arte de magia, la Universidad de Puerto Rico, trató de convertir a sus docentes, en facilitadores de cursos a distancia. Por medio de certificaciones, nos enseñaron dizque a construir ambientes virtuales de aprendizaje, para cursos en línea, sin contar con que, en este bendito país, no todos tenemos acceso al uso de una red de internet estable. No niego que la tecnología en el siglo XXI es imprescindible, pero en este planeta llamado tierra, también existimos personas que preferimos leer un libro en papel y no por Kindle. Además, soy de la vieja escuela de profesores de Estudios Hispánicos, a quienes le apasiona dictar sus clases mirando a los ojos a sus estudiantes.

Confieso que el proceso fue muy duro, y la presión diaria, porque los famosos módulos empezaron en septiembre y terminaron en el mes de diciembre. En varias ocasiones en los foros, discrepé de los docentes que impartían los cursos, de forma asincrónica, porque no eran preparados pensando en mis estudiantes de nuevo ingreso. Como muchos, ansiaba que terminara este año de tantas vivencias, pero jamás imaginaba, que antes de finalizarlo, recibiría una noticia muy dolorosa. El 31 de diciembre de 2020, no despedí el año como acostumbro y no fue por la pandemia. Aunque quería escuchar las tradicionales campanadas con alegría, mi corazón se ensombrecía, por una situación personal para la que no estaba preparada. Sin embargo, el 8 enero de 2021, por causalidad (no creo en casualidades) mi hermana que es periodista de Primera Hora me prestó un libro de su amigo el famoso artista del cristal, Eddie Ferraioli. Me sorprendió el texto, primero porque es de haikus, y a mí me encanta esta hermosa y sutil expresión poética japonesa. Es sabido que el haiku, se compone de tres versos: el primero y el tercero de cinco sílabas y el segundo de siete. Mi sorpresa consistía en que conocía la faceta de Ferraioli como experto en el arte del mosaico, del cristal, de la orfebrería, pero desconocía que había publicado un libro de haikus.

Escribir un haiku es como tomar una foto instantánea, así se lo explico a mis estudiantes, porque esa foto capta un breve instante. Ese 8 de enero de 2021, comencé a leer Mosaikus: palabras de cristal publicado en el 2013. El formato del libro es de tamaño pequeño, aproximadamente de 6”x 6”. No obstante, los haikus que lo conforman, divididos temáticamente en: mosaikus a la naturaleza, al amor, honor, reflexión y a la conciencia, para mí, fueron molinos de viento gigantes que, con sus anchas aspas, le han dado un sentido más espiritual a mi vida, en este inicio del año chino del buey de metal donde, según el horóscopo chino, tengo que amarme más. En los haikus del mes de septiembre sobre el honor me encontré con el #252 donde el poeta manifiesta: “Muchos gigantes/ nublaron mi cordura, / eran molinos.” Sin saberlo, Ferraioli y yo, estábamos conectados en la misma línea quijotesca, viendo gigantes cuando eran molinos de viento.

La obra de la portada y las que están dentro del texto, son creaciones del autor. En la portada hay un mosaico de tonos alegres, donde predominan el verde y el azul. Los que me conocen saben que el verde es uno de mis colores favoritos. Cuando abrimos el texto, encontramos el primer haiku: “Soy de dos mares/la verdad, la belleza/ambos me nutren.” En un correo electrónico, el autor me explicó que escribió sus haikus en tres semanas que se pasó en España en Los Picos de Europa. Me confesó que: “no tuvo que trabajarlos porque fue una hemorragia creativa, un derroche de palabras que fluyeron en el momento preciso en el ambiente perfecto.” Sus palabras calaron profundamente en mi corazón, porque sus mosaikus me llegaron en el momento preciso en que necesito encontrar mi paz espiritual. Hoy, 13 de enero de 2021, mientras redacto este ensayo de crítica literaria o esta reflexión sobre sus mosaikus, me llevé una grata sorpresa, el mejor regalo que podía recibir en el 2021. En ese momento estaba leyendo el haiku #283 que dice: “Nublados ojos/ de grisácea extensión/ llueve mi dolor” resulta increíble cómo una simple llamada telefónica hace que mis ojos nublados lloren, pero esta vez de alegría. Entonces me inspiré y escribí: “Mis ojos verdes/ lloran de alegría/me siento feliz”

Desde el título, puede observarse el juego de palabras donde se combinan acordemente los términos mosaico y haiku. Otro detalle que me atrapó rápidamente es que el texto, al mismo tiempo, es un calendario donde Eddie divide sus haikus según los meses del año. Por supuesto, busqué el mes de julio y quedé maravillada porque esos haikus están dedicados al tema del amor y son muy sensuales: “Es el corazón/el que lo filtra todo/menos el amor” (haiku #188); “Tu nombre llueve/sobre mi riachuelo/y me desbordas” (haiku #191); “Tus dulces labios/son panal de abejas/delirio de miel” (haiku #195).

Cabe recordar que en un principio este tipo de poesía era una forma de expresión contemplativa de la naturaleza. Precisamente, el leitmotiv de los meses que van de enero a junio, están dedicados a este tema. En el haiku del 1ero de enero, el poeta escribe: “La tierna rosa/tras su suave aroma, /tantas espinas” logrando captar, la dualidad inherente de esta hermosa flor, cuyo aroma es un bálsamo embriagador, pero al mismo tiempo, sus espinas pueden llegar a ser punzantes y hasta desgarradoras. Ferraioli, sencillamente logró plasmar a nivel del lenguaje sensorial, lo sublime y doloroso que encierra una flor tan delicada como son las rosas. Mientras más leía, quería compartir estos poemas con mis alumnos de este semestre. Entonces, tuve que hacerme de valor para escribirle un correo al artista, a quien no veía desde una exposición que hizo en el Museo de Arte de Ponce. ¡Ha llovido mucho! No sabía cómo abordarlo para pedirle autorización y así poder fotocopiar su libro. Pero, como siempre, me encontré con un ser humano sencillo, noble y desprendido que me dijo que podía usar todos los haikus que quisiera. El 26 de enero de 2021, día en que mi hermana Nydia Bauzá cumplía años, estaba explicándole a los estudiantes que íbamos a leer haikus del libro Mosaikus: Palabras de cristal. Su reacción, después de escuchar el mosaiku # 26, que dice: “En aleteo/de pétalos añiles/vuela el iris” fue inesperada. Los estudiantes me pedían que le leyera su haiku y me preguntaban dónde puedo comprar ese hermoso libro.

El texto abre con una introducción escrita por el propio autor, con fecha del 21 de agosto de 2013. Comienza con un mosaiku retrospectivo que dice: “Llueve memoria/mis más tiernos recuerdos/beben su néctar” allí cuenta cómo, para la década de los ’80, le surgió el entusiasmo por este tipo de poema. Mientras él y su esposa Mari estaban de viaje por España, el tío de un amigo hacedor de haikus, le recomendó visitar el Hotel del Oso, en los Picos de Europa en Cantabria. Los que hemos estado en esa región sabemos de sus imponentes paisajes. Y fue allí que de pronto nació: “Una avalancha de poemas – que habían comenzado a formarse sin yo saberlo treinta años atrás, cuando por primera vez puse los pies en Los Picos de Europa – de alguna manera fueron tomando forma sobre el papel.” El poeta emocionado y extasiado con la naturaleza añade: “Durante tres semanas me sentí impelido arrastrado por aquella cautivadora naturaleza que me invitaba a caminar por sus veredas y a observar su majestuosa cordillera hasta quedar inmerso en ella…”

La poeta Elsa Tió “ferviente defensora de la cultura puertorriqueña y de la lengua española” escribió un excelente prólogo, que sirve de entremés para el manjar poético que vamos a degustar. Sobre el autor comenta: “Es imposible separar al poeta del artista porque sus manos y mente las mueven un mismo sentimiento, una misma visión. Sus versos están incrustados en su alma, como el cristal en sus mosaicos; ambos nos irradian luz.” Sucede que el artista del mosaico no puede separarse del artista que crea haikus, por medio del poder de la palabra. Me sumergí en la lectura de estos breves poemas que nos invitan a reflexionar sobre el mundo que nos rodea y las posturas de grandes hombres que filosofaron sobre el existir. Los haikus del mes de septiembre según Eddie Ferraioli: “…reconocen a algunos de los muchos Maestros cuya trayectoria me ha inspirado al enfrentarme al camino de la vida. Posado sobre sus hombros es como único puedo ver el horizonte del pasado, del presente y del futuro.” Es así como encontramos haikus dedicados a Federico García Lorca, Fran Kafka, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Cervantes, José de Diego, Pablo Neruda, Miguel Ángel, Pablo Picasso, Edvard Munch, Saint Exupéry, Emily Brontë, Krihnamurti y muchos más. Como profesora de literatura, estos mosaikus me encantaron porque invitan al lector a un juego lúdico para descubrir a quién se los dedica: “Llamas de dolor/el cielo se derrite, arde el grito.”

Aunque suene a cliché, este libro Mosaikus: palabras de cristal de Eddie Ferraioli, ha sido un remanso de paz ante tanta angustia, dolor, tristeza y frustración. Hay momentos en que la vida duele; en que el país duele, cuando observamos en las noticias imágenes de turistas, que vienen a pisotear nuestra tierra y Eddie Ferraioli lo manifiesta: “Nunca he visto/un árbol de rodillas/a un pueblo sí.” ¿Y qué hacemos? virar la cara, grabar y subir en Facebook la imagen denigrante donde nos faltan el respeto. Pero Ferraioli, con su libro mágico, nos invita a no resignarnos porque: “La resignación/es la alternativa/de un perdedor.” Sus haikus me han devuelto la esperanza, ya que: “De nada sirven/los benditos talentos/sin disciplina” y es por eso, que compartiré con mis estudiantes este exquisito manjar, para que aprendan que, para lograr sus metas, deben ser disciplinados.

Ser profesora en el siglo XXI no es tarea fácil. Dictar cursos apoyados por tecnologías, donde los estudiantes no prenden las cámaras, es mucho peor. Uno siente que le habla a seres inexistentes; que me encuentro en un soliloquio, donde soy la única que escucha lo que digo. Pero, aunque no soy poeta y sé que es un atrevimiento de mi parte, quise manifestar lo que siento:“Me duelen mucho/no tienen intereses/podré salvarlos.”

La autora  es Catedrática de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Ponce. Dicta clases en el Departamento de Español. Crítica literaria, ensayista y cuentista. Miembro de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico. Ha publicado artículos en 80 grados, CLARIDAD/En  Rojo y en revistas académicas nacionales e internacionales.

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