Editorial:   El sol para romper las cadenas de la esclavitud energética

El proceso para electrificar a Puerto Rico, cuando el Gobierno de Puerto Rico creó la Autoridad de Fuentes Fluviales, luego llamada Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), y tomó el control de la generación y distribución de energía, llevando la electricidad hasta los lugares más remotos de nuestro país, representa un momento extraordinario de nuestra historia reciente. La masificación de la energía eléctrica fue uno de los principales factores que hizo posible la entrada de Puerto Rico a la modernidad.

El problema ha sido que, cumplido ese objetivo y a lo largo del camino, especialmente a partir de los años  sesenta y setenta del siglo veinte, se ha ido desvirtuando la misión original de la AEE, al enquistarse y privilegiarse en su estructura y operación interna los intereses comerciales privados de los mercaderes de combustibles fósiles como el petróleo, el diesel, el carbón, y más recientemente, el gas natural. A partir de ese momento, comenzó el cuento de nuestra entrega energética, y de cómo, para islas como las nuestras, solo existe el camino de la esclavitud y la dependencia de los combustibles fósiles.

En aquel momento, esa era la realidad en el mundo entero. Los países poseedores de yacimientos de petróleo, o de grandes depósitos de carbón o de gas natural tenían una ventaja enorme frente a los que carecían de esos recursos naturales bajo su suelo. Los últimos debían depender por siempre de que se les vendiera en el mercado de la oferta y la demanda tan preciadas materias primas para la producción eléctrica. La energía del sol era solo un tema de las clases de ciencia en las escuelas. Ni remotamente se vislumbraba que algunas décadas más tarde, se desarrollaría una tecnología avanzada para almacenar la inagotable  fuente de la energía solar, y mucho menos utilizarla en la generación y distribución masiva de energía eléctrica. Pero ese movimiento hacia la energía solar, que se inició a paso lento, ha ido cogiendo auge en muchas partes del mundo, no solo por la cada vez más evidente necesidad de conservar el planeta, sino también porque permite a los grupos humanos que lo adoptan la independencia y el control de sus sistemas de energía, uno de los recursos estratégicos fundamentales de toda sociedad y nación.

Pero Puerto Rico, colonia al fin, está detenido hace tiempo en su desarrollo energético, resultando la generación y distribución de energía eléctrica en especulación y estafa. El sistema eléctrico de Puerto Rico está sometido a los intereses comerciales extranjeros del petróleo, el carbón y el gas natural, los cuales, junto a políticos y burócratas codiciosos y corruptos, han hecho de Puerto Rico un mercado cautivo para proyectos energéticos dañinos y caros, que sirven para engordar las arcas de las corporaciones internacionales- principalmente de Estados Unidos- que se ceban de controlar los sistemas energéticos en lugares vulnerables, pobres y dependientes.

Así, nuestro pueblo ha sido obligado a vivir y a pagar cada vez más altas tarifas eléctricas, para ser mal servido por el llamado “cartel del petróleo”, por la carbonera AES, con sus dañinas emisiones de cenizas tóxicas, o vivir por muchos meses el colapso eléctrico, como el ocurrido tras el huracán María que develó la total vulnerabilidad de nuestro sistema energético, y nos confrontó con la nefasta experiencia con las compañías estadounidenses Whitefish y Cobra, contratadas para la emergencia. Más recientemente, nos toca vivir bajo la amenaza de los contratos leoninos de la AEE con LUMA Energy y New Fortress Energy, los cuales representan la virtual privatización de nuestro sistema eléctrico, y la extensión de nuestra esclavitud y dependencia, esta vez del gas natural, por décadas incontables.

Pero no todo está perdido. Desde la organización CAMBIO, y con la participación de organizaciones laborales y  grupos ambientalistas y comunitarios se ha coordinado el Estudio de Integración de Recurso Solar Distribuido en Puerto Rico, Queremos Sol al 2035, cuyo hallazgo principal establece que Puerto Rico podría producir el 75% de su energía de fuentes renovables para el año 2035. Los datos utilizados en este estudio son de la propia AEE, y el mismo demuestra que la transferencia a energía renovable utilizando una red de sistemas fotovoltaicos en techos de residencias y negocios, no solo proveería seguridad, confiabilidad y resiliencia al 100% de los hogares para el año 2035, sino también resultaría en ahorros sustanciales en todas las áreas del sistema eléctrico, como tarifas, costo de combustible, costo de generación, y otras. CAMBIO asegura que su propuesta es $5,000 millones  menos costosa que el Plan de Recursos Integrados (PIR) presentado por la AEE y $500 millones menos que el costo actual.

Ignorar esta propuesta de CAMBIO, no brindarle una ponderada consideración, e insistir en continuar adelante con su carísimo, defectuoso y poco beneficioso plan actual, sería una gran irresponsabilidad por parte de la gerencia de AEE y el Gobierno de Puerto Rico. Para romper las cadenas de la esclavitud energética y hacer la electricidad más accesible y costo efectiva para todas y todos los puertorriqueños, lo más lógico y honesto sería examinar con seriedad la alternativa del recurso inagotable del sol- que en Puerto Rico sobra- en lugar de seguir insistiendo en políticas equivocadas, depredadoras y dañinas, como los combustibles fósiles importados y la privatización de nuestra principal corporación pública.

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