Editorial: Justicia para Santiago Mari Pesquera y demás mártires de la lucha del pueblo

 

Santiago (Chagui) Mari Pesquera fue asesinado de un tiro en la sien el 24 de marzo de 1976, hace 45 años. El joven tenía 23 años. Era el hijo mayor de Juan Mari Brás, uno de los principales líderes del movimiento independentista puertorriqueño desde hacía 30 años y, a la sazón, secretario general del Partido Socialista Puertorriqueño (PSP), la colectividad independentista y socialista cuya prédica y acciones iban ganando cada vez más adeptos en Puerto Rico.

El suceso conmocionó a todo el País, e inmediatamente fue calificado y tratado como un asesinato político, no solo por el PSP sino también por los medios de prensa y la propia Policía de Puerto Rico. Razones sobraban para calificarlo de esa manera. Los años 70 del siglo veinte habían visto un nuevo resurgir de la lucha del pueblo puertorriqueño por su independencia y por las reivindicaciones políticas y económicas de sus sectores más alerta, luego de la brutal represión desatada contra los Nacionalistas en las décadas del 30 al 50, cuando al amparo de la Ley de la Mordaza, las fuerzas represivas del Imperio y la colonia criminalizaron la independencia, asesinaron a decenas y encarcelaron a miles de luchadores y simpatizantes independentistas.

En ese particular momento histórico, emergía una nueva generación de luchadores y luchadoras bajo un liderazgo independentista renovado y sólido, y se intensificaba la lucha no solo en las urnas sino también en las calles, en las universidades y escuelas superiores, en los talleres de trabajo y en las comunidades desplazadas por el gran capital, con el objetivo de acabar con la colonia, y alcanzar la soberanía, la independencia y la justicia social para el pueblo puertorriqueño. El Estado entonces se movilizaría con toda su fuerza para detener la lucha del pueblo. Durante esos años, los cuerpos policíacos y de represión se fortalecieron en la medida en que crecían las diversas y cada vez más audaces manifestaciones de esa lucha. En la Policía de Puerto Rico, el Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC), de reciente creación, le daba un nuevo impulso a la llamada “lucha contra el crimen”. La notoria División de Inteligencia, ahora reformulada con técnicas modernas de investigación e informática, ensayaba nuevas maneras de perseguir, intimidar y “carpetear” a quienes considerara enemigos o solo simples adversarios. La Unidad de Operaciones Tácticas o Fuerza de Choque se había tornado en un cuerpo cuasi militar, con gran capacidad de causar daño físico a quien se le enfrentara.

Por otro lado, la represión de la Policía contra independentistas y otros sectores considerados como enemigos era auxiliada por una serie de grupos criminales que operaban al margen de la ley y con total impunidad. Entre otros, las organizaciones clandestinas y paramilitares- integradas por exiliados cubanos y otros enemigos de la Revolución Cubana, y las organizaciones integradas por los peores elementos del anexionismo puertorriqueño. Estas operaron bajo diferentes nombres, colocando explosivos, tiroteando y asesinando independentistas y otros luchadores del pueblo, bajo la mirada cómplice y el amparo de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, FBI y CIA, que eran omnipresentes en Puerto Rico durante esa época.

Para colmo, también campeaba por sus respetos otra temible organización criminal, enquistada en el propio CIC de la Policía de Puerto Rico, y conocida como El Escuadrón de la Muerte. Dirigida por el notorio Teniente Coronel Alejo Maldonado, esta operaba al estilo de la mafia, y a cambio de dinero se realizaban secuestros, se provocaban incendios y se asesinaba por encargo a ciudadanos comunes y también a independentistas.

En ese contexto exaltado ocurre el asesinato de Chagui Mari Pesquera en 1976, como había ocurrido en 1970 el asesinato por un policía de la estudiante Antonia Martínez en la Universidad de Puerto Rico, y como también había ocurrido, en 1975, la bomba en una cafetería de Mayagüez durante un acto del PSP que le costó la vida al obrero independentista Ángel Luis Charbonnier. Igualmente, ocurrieron los asesinatos de los independentistas Carlos Soto Arriví y Arnaldo Darío Rosado en el Cerro Maravilla, y el de Adolfina Villanueva, la madre de Loíza desahuciada de su hogar, ambos por la Policía en 1978. Y en 1979 se cerró la década con los asesinatos del joven luchador cubano-puertorriqueño Carlos Muñiz Varela, ultimado en una emboscada, y del militante socialista Ángel Rodríguez Cristóbal, arrestado por protestar contra la Marina en Vieques y asesinado en una cárcel en el estado de Florida.

El hilo común del asesinato de Chagui Mari Pesquera, y los demás sucesos sangrientos de esa época, han sido el encubrimiento y la protección de los asesinos por parte de las fuerzas policiales y de inteligencia en Puerto Rico y Estados Unidos. En esta edición, CLARIDAD publica una cronología de hechos relacionados al asesinato de Mari Pesquera, que demuestran el tracto del encubrimiento en este caso aún no esclarecido. Cuarenta y cinco años después, Chagui y las demás víctimas de la feroz represión policial merecen justicia, y sus familias y todo nuestro pueblo disfrutar de la paz que proporciona conocer la verdad.

 

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