Editorial: La venganza del sargazo

 

Puerto Rico está localizado en el trópico caribeño, bordeado por el océano Atlántico por el norte y el mar Caribe por el sur. El mar es parte de nuestras vidas y sus ciclos y rutinas debían resultar familiares para todos los que vivimos en este archipiélago.  Por eso, han resultado tan sorprendentes las declaraciones del director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), ingeniero Efran Paredes, sobre los llamados “eventos de sargazo” catalogados por él como los supuestos responsables de que dos de las plantas generatrices de la corporación pública salieran de funcionamiento el pasado domingo. Desde entonces, los apagones han sido continuos y prolongados, y nuestra población- exhausta y confundida- trata de adivinar cómo y cuándo le tocará la “lotería” del próximo “relevo de carga”.

Los ciclos de llegada de las algas marinas y de las aguavivas marcaban siempre el fin del verano en Puerto Rico y el inicio de la temporada en la cual el placer del baño de mar se interrumpía, ya por la alfombra verde o amarilla del sargazo que flotaba sobre las aguas o se asentaba en las orillas, o por las dolorosas picadas de la gelatinosa medusa. Eso se sabe y se ha sabido siempre en Puerto Rico, y tal parece que en la AEE también se sabía, a juzgar por las recientes declaraciones del ex director Ejecutivo, Héctor Rosario a preguntas de la prensa con motivo de los “eventos” recientes. Rosario dijo que antes y durante su incumbencia había en la AEE un proceso establecido para las épocas de sargazo. Entonces, se reclutaban brigadas de trabajadores temporeros para limpiar el área de algas y evitar que estas dañaran la sofisticada maquinaria de las plantas generatrices. La AEE también tenía implantadas otras medidas para proteger dichas plantas, por lo cual las emergencias por sargazo nunca “llegaron a su escritorio”, según señaló Rosario. Tampoco encontró sargazo en cantidades importantes Ricardo Santos, ex presidente de la UTIER, durante su recorrido por la planta generatriz de Palo Seco el domingo por la tarde. Más aún, no había ni una persona trabajando para eliminar el poco sargazo que había allí, y así lo dejó grabado el líder sindical en un vídeo que recorrió las redacciones de los medios de prensa y las redes sociales.

¿Por qué entonces inventarse una excusa tan increíble para el colapso de unas plantas que, durante varias semanas, han provocado apagón tras apagón, afectando a decenas de miles de abonados comerciales y residenciales de la AEE?  Puede ser que Paredes subestime la inteligencia y la capacidad de nuestra gente. Puede ser también que se haya enterado ahora que el sargazo es un fenómeno cíclico y que esta es la época en que se concentra en las playas de la región. Puede ser que quiera minimizar el estado catastrófico en que se encuentran las plantas de generación por décadas de abandono y falta de mantenimiento, mientras los altos ejecutivos de la AEE disfrutaban de sueldazos, beneficios y bonos impensables, incluso para ejecutivos de empresas privadas comparables. Puede ser que quiera disimular su propia incompetencia y falta de liderazgo,  y los del resto de la gerencia de la AEE, cuya imagen de ineptitud se acrecienta cada día.  Pero también puede ser que la AEE sea solo un “carapacho” corporativo sin poder ni relevancia real, que se ha plegado a la voluntad de la empresa privada LUMA Energy, contratada y puesta a cargo de la red de transmisión y distribución eléctrica, y aparentemente también de toda decisión importante y neurálgica sobre nuestro sistema eléctrico. El contrato de LUMA Energy, que no cuenta con defensores en Puerto Rico, ni siquiera dentro de su campo, fue impulsado por la Junta de Control Fiscal (JCF) y el gobierno de Pedro Pierluisi y el PNP, quienes comparten la obsesión privatizadora de la ideología neoliberal. LUMA Energy  es el primer eslabón de la cadena que la JCF y Pierluisi han tejido para privatizar todo nuestro sistema eléctrico, acción que provocará  que Puerto Rico vuelva a la época cuando solo los ricos y privilegiados podían pagar las elevadas tarifas de la electricidad. Pero nuestro pueblo ha aprendido en el camino a no dejarse arrebatar sus conquistas, como lo fue el convertirse en una isla completamente electrificada hasta en sus rincones más remotos. Por eso, la bromita de mal gusto de achacar al sargazo de las playas la debacle eléctrica puede salirle muy cara a la AEE, a LUMA Energy y al gobierno de Pedro Pierluisi cuando se enfrenten a la ira de un pueblo agraviado.

 

 

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