Editorial: No puede repetirse la historia de la AEE en la Universidad

 

Completada ya la faena de privatizar la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) y colocar nuestro sistema eléctrico a merced de LUMA Energy, ahora las principales fuerzas del sistema colonial y el capitalismo neoliberal en Puerto Rico enfilan sus cañones hacia la Universidad de Puerto Rico (UPR), y principalmente hacia la “joya de la corona” del sistema universitario puertorriqueño, el Recinto de Ciencias Médicas (RCM). Que nadie en nuestro país se llame a engaño. Al igual que la AEE, la UPR va por el mismo camino y con idéntico libreto.

Esto es así por designio ideológico de la Junta de Control Fiscal (JCF), cuyo proyecto inmediato de lograr el pago de la deuda de Puerto Rico a base de exprimir a la población con recortes al presupuesto público, medidas draconianas de austeridad y racionamiento de servicios, le viene como anillo al dedo a las fuerzas políticas y económicas anti puertorriqueñas que miran con codicia hacia la UPR. Para estas fuerzas, una universidad puertorriqueña fuerte es un escollo para su agenda de control y dominio sobre nuestro país, además de una posible fuente de lucro que todavía no está a su alcance.

Quienes acechan a la UPR son las mismas fuerzas políticas y económicas que desarrollaron durante años la ofensiva contra la AEE, que culminó en el descrédito, el asesinato de reputación y la desconfianza pública en la capacidad de nuestro sistema eléctrico, abriendo el camino hacia su privatización. La AEE no se derrumbó en un día ni en un año. Fueron muchos años de campaña constante en su contra que, como gota en la piedra, erosionó la confianza del pueblo en el sistema eléctrico. Para lograrlo, sus enemigos se valieron de todo. Mentiras, medias verdades y desinformación. Permitieron el deterioro progresivo de su infraestructura, desviando tan necesarios fondos para sostener a una casta de parásitos con sueldos de lujo, que no servían a los abonados sino a los partidos del poder (Popular Democrático y Nuevo Progresista), y a los intereses económicos de contratistas externos y de los carteles de los combustibles importados como el petróleo, el carbón y el gas natural. Ya grandemente debilitada, el desastre del huracán María selló su suerte. Y aunque las compañías privadas que trajeron de Estados Unidos para ayudar a levantar el sistema eléctrico- Whitefish y Cobra, entre otras- resultaron en fracaso y corrupción, ya el daño a la AEE y sus trabajadores de línea estaba hecho, y no hubo vuelta atrás.

Lo mismo se pretende ahora con la UPR. Por años, fueron las protestas y huelgas estudiantiles, y los paros de profesores y empleados el “cuco” con el que se intentaba meterle miedo al país. Había que transformar la Universidad para limpiarla de “revoltosos” y “comunistas”, decían. Ahora, el plan va dirigido a debilitarla en sus cimientos. A elevar dramáticamente el costo de la matrícula, lo que afecta el acceso de miles de estudiantes empobrecidos a la única opción universitaria pública que existe en Puerto Rico. A despojarla de millones de dólares en fondos necesarios para los programas académicos que la colocan en fragilidad ante las entidades acreditadoras. A desmantelar el sistema de retiro de sus profesores y empleados. A debilitar su estructura, la cual se alega que es muy pesada, e innecesarios los 11 recintos y tantos ofrecimientos académicos. Se le compara falazmente en costo y oferta con las universidades estatales de Estados Unidos, pero no se aclara que la población estudiantil universitaria de Puerto Rico no puede compararse ni en recursos ni en ingresos a las poblaciones estudiantiles de los estados.

La histeria mediática de los últimos días contra el RCM- por la pérdida de acreditación de dos de sus programas académicos- debe levantar una bandera roja de peligro. Por un lado, es totalmente imperativo superar las fallas internas que incidieron en dichas pérdidas de acreditación. Pero Ciencias Médicas no es solo el recinto de mayor prestigio, y donde se han educado cientos y miles de médicos, científicos, salubristas y todas las profesiones relacionadas al andamiaje de salud pública del país, sino también es una principal fuente de ingreso del sistema universitario por medio de las matrículas de la Escuela de Medicina, Odontología y demás programas sub graduados y graduados.

Las pérdidas de acreditación son subsanables si se cuenta con la voluntad y los recursos para hacerlo. Y sabemos que la UPR lo ha logrado una y otra vez. Para ello necesitará que se deje sin efecto el recorte presupuestario decretado por la JCF en este Plan Fiscal, para que dichos programas académicos cuenten con suficientes recursos económicos para cumplir los requisitos de acreditación. Lo que no puede permitirse es que estas fallas transitorias en el RCM se saquen de proporción para ir socavando la reputación del recinto y de la Universidad, y sembrando dudas en la población sobre la calidad de sus programas académicos, y la competencia y el desempeño de su facultad, empleados y estudiantes. Mucho menos debe permitirse que ningún consorcio extranjero o del patio aproveche esta situación para pretender especular con fines comerciales con la Escuela de Medicina del RCM. Puerto Rico no puede permitir que la historia de la AEE se repita con su Universidad.

 

 

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