EDITORIAL Primarias 2020: Ley, trampa e incompetencia

 

 

Un refrán muy conocido afirma que “quien hace la ley, hace la trampa”. El descalabro ocurrido el pasado domingo, 9 de agosto con el proceso de primarias de los partidos Nuevo Progresista (PNP) y Popular Democrático (PPD) podría atribuirse a uno o más entre varios factores. El primero, la recién implantada nueva ley electoral para Puerto Rico, legislada, aprobada e impuesta atropelladamente por el gobernante PNP ante la oposición del resto de los partidos políticos y del país. El segundo, una trampa concebida y ejecutada por alguna de las facciones en pugna primarista dentro del propio PNP para burlar la voluntad de su propio electorado. O también podría deberse al caos y la falta de liderazgo en la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), organismo rector de las elecciones en Puerto Rico, que durante el cuatrienio actual ha alcanzado niveles históricos de inestabilidad, incompetencia y negligencia crasas en el desempeño de su delicada misión.

Aunque los problemas en la CEE no son nuevos, durante los últimos cuatro años de gobierno PNP han ido de mal en peor. Se ha dejado ir su personal más experimentado y capacitado en  procesos electorales, y tras la aprobación de la nueva ley electoral, se reorganizó bajo la batuta del presidente actual, el abogado Juan Ernesto Dávila, un novato que no cuenta con la experiencia ni las destrezas necesarias para dirigir un proceso de tanta complejidad, ni tampoco para mantener el equilibrio adecuado entre las distintas fuerzas políticas que integran el organismo. Dávila no ha demostrado tener el temperamento requerido para desempeñarse a la altura de la confianza y credibilidad que exigen el organismo y el proceso que preside.

En este momento, la CEE es tierra de nadie. Luego de dos días de la debacle, aún se desconocen los detalles de qué fue lo que realmente pasó con las papeletas y demás materiales electorales que se produjeron para la primaria, con los camiones que no salieron a tiempo a entregarlos en los distintos precintos electorales, con la retahíla inexplicable de errores y torpezas que hicieron abortar un proceso electoral rutinario que se ha celebrado con relativa normalidad en Puerto Rico por los pasados 50 años. Lo peor es que el Presidente de la CEE ha fallado en salir a dar la cara por el fracaso de este proceso de rutina, en el que se esperaba una participación de más o menos 200, 000 electores. Tampoco se sabe  cómo  se propone el organismo subsanar su evidente desorden interno para evitar que ocurra lo mismo, o peor, durante las elecciones generales, donde generalmente votan millones de personas y para las que solo falta un poco más de tres meses.

Desde que se inició la discusión de la nueva ley electoral, creada e impulsada por el presidente del Senado y del PNP, Thomas Rivera Schatz, CLARIDAD ha alertado al país sobre el peligro de fraude que entraña la misma y los efectos nocivos que tendrá sobre el equilibrio entre las distintas fuerzas políticas y la fiscalización mutua de los partidos que integran la CEE. En un editorial del año 2019- titulado A exigir accionesclaras de la Comisión Estatal de Elecciones– a propósito de la denuncia pública sobre problemas serios con el mantenimiento y operación de cerca de un millar de máquinas de voto electrónico, CLARIDAD ya había advertido sobre las posibles consecuencias nefastas del creciente deterioro administrativo y de liderazgo en la CEE en futuros eventos electorales.

“El derecho al voto es un pilar de la llamada democracia liberal. Es la única oportunidad que tienen los electores de un país de expresar su opinión sobre aquellos a quienes se les encomendó la tarea de gobernar. Por eso, entrar a la modernidad con un sistema electrónico de votación que le da mayores garantías al pueblo de seguridad y transparencia, supuso un paso importante para el proceso electoral en Puerto Rico. En cualquier otro lugar, un sistema así hubiese sido razón para el alborozo. Aquí se ha estrellado contra la indiferencia y la dejadez de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE). La CEE es un asunto aparte, y se ha convertido en una madriguera de intrigas y malos manejos imposible ya de reformar. Durante este cuatrienio, las facciones en pugna dentro del gobernante PNP han develado públicamente en la CEE las raíces de su discordia. En ese desmadre, no debe sorprender a nadie que las máquinas de votación hayan corrido la misma suerte que los furgones de FEMA que fueron robados del estacionamiento de la CEE llenos de suministros para los damnificados del huracán María. Nuestro pueblo debe ser firme en exigir respuestas y acciones claras a la CEE y al gobierno de Puerto Rico para garantizar el eficiente conteo electrónico de votos en las próximas elecciones.”

El llamado a la CEE contenido en este antiguo editorial de CLARIDAD es tan vigente hoy como en el momento en que se escribió, y ha sido revivido por el escándalo de la fallida primaria del PNP y el PPD del pasado domingo. El pueblo puertorriqueño ha sufrido demasiado durante los últimos cuatro años. En este momento, no merece que se le defrauden y escamoteen sus votos. Lo ocurrido en las primarias del domingo pasado es un aviso de lo que podría ocurrir en las elecciones generales de noviembre, si permitimos que se continúe atropellando y torciendo la voluntad de transparencia y cambio que reiteradamente expresa nuestra gente. Bajo ninguna circunstancia puede permitirse que una ley electoral fraudulenta, o la inclinación a la trampa de políticos inescrupulosos, o la incompetencia de funcionarios ineptos, se junten para lacerar nuevamente la confianza de nuestro pueblo.

 

 

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