Editorial: Puerto Rico por dos carriles

 

Durante las últimas semanas, a partir de la caída del gobierno de Ricardo Rosselló y el Partido Nuevo Progresista (PNP), y del exilio del ex mandatario a su búnker estadounidense, distintas fuerzas dentro del País parecen marchar por dos carriles separados y distintos.

Por un carril caminan las llamadas fuerzas de la “estabilidad y la paz”. Los abanderados y abanderadas del “status quo” y del gobierno permanente. Las aves carroñeras de siempre. Esos y esas que no tardaron en abandonar al ex Gobernador a su suerte, para que la marea del pueblo no los arropara a ellos también, a pesar de que apenas un mes antes de su descalabro alababan a viva voz a Rosselló, y vaticinaban su victoria arrolladora sobre sus contrincantes en las elecciones del 2020. Son los mismos que no han cesado ni por un minuto de continuar maquinando sus corruptelas y maniobras en cuartos oscuros, apenas dando la cara, y descansando sobre el mito de que somos un pueblo de memoria corta.

Por conveniencia momentánea, la jauría que revolotea alrededor del gobierno de Puerto Rico ha cerrado filas tras la nueva Gobernadora. Líderes del PNP y de opinión, así como los grandes empresarios y la llamada “comunidad de negocios.” También la gran prensa. En fin, todos los “poderes que son”. Los mismos que estaban bien sembrados en la administración Rosselló, y ahora pugnan por sembrarse en la de Wanda Vázquez. Probablemente, en sus cálculos iniciales no figuraba la ex Secretaria de Justicia. Por eso, apoyaron el intento de golpe de estado de Pedro Pierluisi y la Junta de Control Fiscal, mientras les duró. Pero, tras la intervención del Tribunal Supremo, no les ha quedado más remedio que tragarse a la nueva Gobernadora, e intentan seguir haciendo lo mismo que han hecho siempre como si los acontecimientos del último mes en Puerto Rico no hubiesen ocurrido. 

Tras su rabieta del primer día, el liderato del PNP se ha plegado a la nueva realidad. Tal vez les sirvió de disuasivo conocer los resultados de un sondeo entre sus propios seguidores, realizado a través de una red social, donde una clara mayoría favoreció a Wanda Vázquez sobre Jennifer González para el cargo de Gobernadora. Tras el desastre provocado por la administración Rosselló, ya el liderato del PNP sabe que no puede sentirse seguro ni siquiera del apoyo de sus votantes más fieles. Por eso, ha entrado en modo de supervivencia, bajando su perfil público y los decibeles de su discurso. 

A contracorriente de lo establecido, nuestro pueblo camina a sus anchas por un carril paralelo. Un pueblo que se cansó de vivir en injusticia, y se lanzó masivamente a las calles para sacar del poder a Ricardo Rosselló y su gobierno de impresentables porque era un imperativo moral para rescatar la dignidad y la vergüenza de todos y todas en este país. Es un pueblo que, poco a poco, ha ido superando sus miedos y comienza a descubrir su propia fuerza, y por eso asusta y mantiene desvelados a los del otro carril. Tras las masivas protestas, el boceto de la nueva agenda de nuestro pueblo comienza a perfilarse a más largo plazo, al margen de las estructuras gubernamentales tradicionales. Las llamadas Asambleas de Pueblo, que han comenzado a proliferar espontánea pero organizadamente en comunidades, barrios y pueblos de nuestro país, son espacios para la participación ciudadana abierta y verdaderamente democrática. Son también el embrión del nuevo orden que comienza a surgir de las ruinas de la podredumbre colonial y la corrupción. Las áreas de atención en las Asambleas de Pueblo son puntuales, sencillas y alcanzables. La auditoría de la deuda, posibles enmiendas a la Constitución y el manejo de los recursos de tierra y agua, son algunos de los asuntos que se discuten, todos medulares para el desarrollo de un país sostenible y sano, física y moralmente. La convocatoria es abierta a todas las personas. La participación es libre, y el manejo es democrático. Es el esfuerzo genuino y urgente de un pueblo puertorriqueño que no está dispuesto a seguir esperando porque las estructuras tradicionales de gobernanza y participación cívica les den cabida a sus inquietudes y reclamos. Un pueblo que se levanta en sus propios términos, al margen de la arrogancia y el menosprecio de los que transitan por el carril de un sistema colonial decadente y corrupto que ya no puede ni siquiera satisfacer las necesidades básicas de su gente. 

Artículo anteriorMirada al País: El trabajo apenas comienza
Artículo siguienteViva la controversia contra la ley PROMESA