Edwin Cortés: “Yo creo que las nuevas generaciones deben estar interesadas en las ciencias médicas”

Por Giancarlo Vázquez López/CLARIDAD

gvazquez@claridadpuertorico.com

Nació y se crió en el sur de Chicago en una familia de 16 hijos e hijas. Estudió ciencias políticas y, aunque no pudo hacer estudios graduados en leyes, como hubiese querido, se convirtió en abogado de los presos y, eventualmente, en abogado del pueblo. Edwin Cortés fue arrestado el 29 de junio de 1983 por conspiración sediciosa. Para esa misma fecha también fueron arrestados Alberto Rodríguez, Alejandrina Torres. Todos el mismo día, pero por separado.

Estaba en su trabajo, una oficina de desempleo, cuando los agentes federales llegaron a arrestarlo. Luego de un juicio de dos años y medio, que duró hasta octubre de 1985, fueron encontrados culpables. De la corte fueron a una prisión en Terre Haute, Indiana, donde estaba el también exprisionero político Oscar López Rivera. Luego, Cortés y Rodríguez fueron trasladados Lewisburg Penitentiary, en Pennsylvania. Allí coincidieron con Ricardo Jiménez.

Pero antes del arresto, la vida de Cortés dio un giro inesperado el día que una maestra de escuela superior le dijo que Puerto Rico no tenía historia. Eso y los problemas esenciales que enfrentaba su comunidad fueron las razones principales para dedicar su vida a la lucha por la independencia de Puerto Rico y hacerle justicia a los puertorriqueños en la diáspora.

¿Qué lo llevó a luchar por la independencia de Puerto Rico?

Yo soy nacido y criado en el sur de Chicago. La comunidad del sur de Chicago es más dispersa. No como la comunidad en Humboldt Park, Chicago, donde los boricuas estaban más concentrados. Pero siempre ha habido una comunidad de boricuas en el sur de Chicago.

Allí tuvimos los mismos problemas de falta de centros de salud, educación, trabajo. Estuvimos casi en la calle porque ni la iglesia, ni la escuela ni las instituciones que había en la comunidad nos prestaban las facilidades para poder tener programas culturales, sociales y educativos. Poco a poco nos vamos enterando del caso de Puerto Rico. En ese entonces estaba la excarcelación de los 5 nacionalistas.

En mi último año de escuela superior le pregunté a mi maestra por qué no se daban clases de la historia de Puerto Rico y ella me dijo que Puerto Rico no tenía historia. Yo creo que eso me cambió la vida drásticamente porque después yo hablo con mi hermano Julio y él me da unos libros: We, The Puerto Rican People (Juan Ángel Silén),Una interpretación social-económica de Puerto Rico (Juan Maldonado Denis), El Revolucionario (Federico Ribes Tovar).

Yo leo esos libros y hago un informe sobre Don Pedro Albizu Campos y el Partido Nacionalista, para refutar a la maestra de que Puerto Rico sí tenía mucha historia. Todos los compañeros de clase quedaron sorprendidos porque habían escuchado a la maestra decir que Puerto Rico no tenía historia. En ese entonces había 5 puertorriqueños presos: Rafael Cancel Miranda, Lolita Lebrón, Irving Flores, Andrés Figueroa Cordero y Oscar Collazo, por luchar por la independencia de Puerto Rico.

Yo entro a la Universidad de Illinois en 1974 y ya se había dado una lucha por un programa de reclutamiento para traer más latinos a la universidad. Mi hermano y Alberto Rodríguez, que también fue arrestado conmigo entre otros amigos, fueron los primeros estudiantes puertorriqueños en entrar a la Universidad de Illinois y se dio una lucha estudiantil comunitaria donde participó Oscar López Rivera y Carlos Alberto Torres. Nos unimos con los puertorriqueños de Humboldt Park y un grupo de mexicanos para crear ese programa de reclutamiento latino. Carlos y Oscar fueron presos durante ese entonces también. Logramos el programa y comenzamos a ver los esfuerzos de esa lucha porque en el 74 se empezó el programa de estudios latinoamericanos en la universidad. Se desarrolló el programa de reclutamiento en el 75, que se llama LARES (Latin American Recruitment and Educational Services), y en el 76 empezamos un centro cultural latinoamericano que se nombró Centro Latinoamericano Rafael Cintrón Ortiz. Rafael Cintrón Ortiz era un profesor puertorriqueño que traemos de Puerto Rico para empezar a dar clases sobre la historia de Puerto Rico dentro de los estudios latinoamericanos.

¿Cómo sucedió el arresto? ¿Cómo llegaron a usted?

En el caso mío, estaba haciendo trabajo comunitario y político, también estaba haciendo este trabajo –hace una pausa– fuera de los ojos de la policía, tratando de desarrollar otro trabajo también. A través de todo esos movimientos ellos lograron saber que yo estaba entregado, que yo estaba haciendo otra cosa, con todos los movimientos raros que estaba haciendo en términos de transportación, cambio de vestimentas y esas cosas.

Me siguieron hasta que llegaron a una casa de seguridad que tuvimos en la ciudad de Chicago. Me vigilaron, según ellos, por seis meses, pero yo creo que estuvieron más tiempo que eso. En junio, ellos dicen que nosotros íbamos a planificar algo para el 4 de abril de 1983 y decidieron arrestarnos antes.

En esa fecha también arrestaron a Alberto Rodríguez y Alejandrina Torres. Arrestados todos el mismo día, pero por separado. A mí me arrestaron en el trabajo. Yo trabajaba en una oficina de desempleo. Alberto fue arrestado en la Universidad de North Eastern donde trabajaba. Alejandrina cerca de la iglesia donde su compañero era reverendo.

¿Cómo fue su experiencia en la prisión?

En el caso mío, yo trabajé en el departamento de educación y empezamos a tener actividades culturales para conmemorar diferentes hechos históricos. Convencimos al director de educación de traer películas de América Latina. Había clases de GED para las personas que querían graduarse y aprender a leer y escribir. Siempre servía como intérprete para la población latina, les ayudaba con todas las quejas que ellos tenían. Algunas veces muchos de ellos estaban en prisiones de alta seguridad y, basado en el criterio mismo de la prisión, yo podía ayudar a muchos de ellos a conseguir un traslado a unas prisiones mínimas.

Siempre estuvimos vinculados a la comunidad latina en la penitencieria, que era muy solidaria con nosotros. Los mexicanos y boricuas estaban bien solidarios con nosotros aunque había mucho racismo dentro de la prisión. Mexicanos, boricuas, negros, blancos, cada cual por su lado. Pero como con nosotros no había eso de las pandillas o del racismo, fuimos aceptados por la mayoría de los presos, inclusive los blancos. En Lewisburg yo me envolví en casi todas las organizaciones dentro de la cárcel, estuve con blancos, nativos indios, musulmanes, rastafarians de las Islas Vírgenes y Jamaica. Había mucho boricua en ese grupo. Esto, porque muchos de ellos fueron de Vieques a las Islas Vírgenes y se criaron con los rastafarians y su cultura.

Luego empezó un programa que se llamaba Bon Appetit y la cárcel nos dejó cocinar una comida mensualmente. Todos los presos siempre iban buscando la comida del mes. Se hacía una comida italiana, una boricua, una mexicana y de todos los diferentes sectores para hacer algo diferente todos los meses. Fue algo muy popular y que no se ha dado en muchas cárceles.

¿Piensa que la presencia de los prisioneros de lucha puertorriqueños influyó dentro de las cárceles para trascender ese tipo de diferencias?

Como los prisioneros políticos no éramos parte de ninguna pandilla, no teníamos ese problema de racismo. Los presos nos buscaban cada vez que había un conflicto para tratar de intervenir y prevenir los diferentes problemas que existen diariamente en la cárcel. No es fácil bregar y tratar de mantener la paz entre los diferentes grupos porque siempre pasan cosas. Siempre tratábamos de hablar la cosa y apaciguar el conflicto.

¿Qué sucedió luego del indulto?

Voy directamente a Aguadilla. George Torres, un neumólogo dominicano me estaba buscando para ofrecerme un trabajo en su clínica. Empecé a trabajar 30 días después de la excarcelación. Él sabía del caso de nosotros y era bien solidario con la causa de la independencia de Puerto Rico. Como se enteró que me iban a excarcelar, estaban pidiendo que a todos los prisioneros políticos que llegaran a Puerto Rico les dieran trabajo, fue uno de los primeros en salir y ofrecerme trabajo.

Duré trabajando con él nueve meses porque decidió irse de Aguadilla. Después David Caiseda, ginecólogo obstetra, me ofreció trabajo y comencé a trabajar con él en San Juan. Allí aprendí a hacer facturación médica a los planes médicos y a eso me dediqué por casi 10 años. Vivía en Aguadilla y viajaba a San Juan una vez a la semana a llevar la factura en papel. Pero la mayoría del trabajo lo hacía a través del internet.

En 2014 Cortés viajó a Chicago, luego de que su hija diera a luz una niña, su primera nieta. Actualmente tiene dos nietas, una de 3 y otra de 5 años, las edades que tenían su hijo e hija cuando fue preso. Ese mismo año que viajó a Chicago comenzó a trabajar con Obamacare. Luego pasó a trabajar en un programa referido de salud mental.

Ahora estoy trabajando con VIH, Hepatitis C y enfermedades sexuales […] Me faltan dos años y medio para retirarme y espero regresar a Puerto Rico. El problema es que estuve desempleado desde 2011 hasta el 2014. Esa fue otra de las razones por las que vine a Chicago. Esos tres años fueron críticos porque son los que necesito para poder retirarme y recibir el Seguro Social y la pensión. Ahora subieron la edad, cada año va aumentado la edad de retiro; yo creo que va a llegar a los 70 años.

Recalcando sobre la situación política, social y económica que atraviesa la isla, Cortés añadió:

Yo creo que las nuevas generaciones deben estar interesadas en las ciencias médicas. Hace falta que nosotros empecemos un nuevo sistema de salud y educación en Puerto Rico para el futuro de nuestra patria. La salud y la educación son básicas. Después los trabajos y después la vivienda, para que nosotros podamos hacer algo mejor en Puerto Rico.

Vimos cómo la gente se ha movilizado. Creo que ha sido impresionante cómo se ha movilizado el pueblo, pero que es necesario para no caer en la trampa de los partidos políticos y la corrupción. Si empezamos a desarrollar algo nuevo, podemos empezar con la educación, salud, vivienda, agricultura. Tenemos que sembrar y hay terreno para sembrar. En vez de sembrar cemento tenemos que sembrar comida y pensar en el futuro.

Creo que un mundo mejor es posible si lo trabajamos. Tenemos que empezar a trabajar en los 78 municipios. Todo el mundo tratando de desarrollar sus municipios para crear diferentes modelos que puedas utilizar a través de Puerto Rico.

¿Piensa que las asambleas de pueblo pueden ser una herramienta para lograr eso?

Hay que llegar a las comunidades. El ejemplo de Chicago que nosotros hemos podido tener, el apoyo del pueblo puertorriqueño aquí en Chicago es porque estuvimos vinculados en las comunidades, trabajando en ellas. Buscando alternativas al sistema de salud, empleos, centros culturales para tener nuestras actividades. Empezar con los problemas básicos para entonces poder atender otros problemas.

A modo de ejemplo, Cortés concluyó:

Las nietas han podido ir aquí en Chicago a un centro infantil, el Ali Corretjer Tapia, que empezamos en los 70. Al mismo centro donde fueron mis hijos.

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