El ambiente en manos de un politiquero de barrio

Los desastres ambientales han sido tema de discusión en Puerto Rico durante los últimos meses. El serio daño a la gente y al ambiente provocado por las cenizas que produce la quema de carbón es uno de esos temas que impacta el debate público por el comprobado daño que provoca y porque, a pesar de la enérgica protesta de las comunidades afectadas, nada cambia.

Otro tema ambiental que ha estado en la boca de todos es el creciente deterioro de nuestras costas. Más que el cambio climático lo que explica ese deterioro, según la opinión de los expertos, es la mala planificación y el abuso permitido a los desarrollistas que buscan dinero fácil vendiendo propiedades frente a las playas. Las escenas que muestran el azote del mar a las estructuras costeras aparecen casi a diario en los medios noticiosos sin que ninguna institución del gobierno produzca algún plan de acción viable.

El silencio pasmoso que muestran las agencias públicas responsables de ambiente apunta hacia la complicidad y la mediocridad, dos características que las han adornado por décadas y que en buena medida explican las calamidades actuales. Los desarrollistas siempre se las arreglan para conseguir el permiso que les autoriza a construir sobre la zona marítimo terrestre, de la misma manera que la carbonera mantiene la autorización para depositar las cenizas que enferman a la gente. Los empresarios que están detrás de todas las prácticas destructoras del ambiente son los que financian campañas políticas.

Además de la complicidad que nace del inversionismo político y de una política pública dirigida a favorecer las empresas que “crean empleos”, sin importar el costo social, durante los últimos días hemos visto cómo la corrupción más burda y la mediocridad casi absoluta han invadido al menos dos de las agencias responsables del ambiente: el Departamento de Recursos Naturales y la Junta de Calidad Ambiental.

De la persona directamente a cargo de ambas agencias, Tania Vázquez, poco se sabía y en los casi tres años que lleva en los cargos apenas se conocieron sus ejecutorias. Nunca se le escuchó hablar con algún asomo de contenido sobre uno de los temas que tanto preocupan a la ciudadanía. Ante ese silencio la gente se quedaba con la duda si era de los que hablan poco y hacen mucho o de los que no opinan porque sencillamente no saben. Sin embargo, de momento aparecen historias que rayan en lo surreal y dramatizan hasta que altísimo nivel ha llegado el deterioro del llamado “servicio público” en el Puerto Rico actual.

Además de la mediocridad y falta de capacidad que evidencia esta señora, ahora sabemos que no era ella la que efectivamente dirigía el DRNA y JCA, sino un político marrullero que ni siquiera ocupaba un cargo a alguna de las dos agencias, un tal José Jerón Muñiz. Luego de fracasar en su intento por ser alcalde de Quebradillas, este politiquero de barrio se las arregló para que lo nombraran Superintendente del Capitolio apadrinado por el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz. Desde allí, además de dispensar contratos pagados con dinero de la Legislatura a empresas familiares y hasta “internacionales”, por razones aún desconocidas también ha estado a cargo de las agencias que se suponía dirigiera Tania Vázquez. Allí decide sobre contratos con la misma displicencia con que actúa en el Capitolio.

Todo esto apunta hacia un entramado mucho más complejo donde seguramente están implicados figuras de mayor poder dentro del Partido Nuevo Progresista y del que todavía es el gobierno de Ricardo Rosselló. Falta mucho para de verdad conocer por qué este tal “Jeroncito”, un simple politiquero de barrio, fue nombrado Superintendente del Capitolio y por qué desde allí controlaba otras dos agencias de la rama ejecutiva. La corrupción en el gobierno es común y pocas cosas sorprenden, sobre todo en administración que armó Ricardo Rosselló, pero en este caso, donde dos agencias importantes son dirigidas por control remoto, lo conocido raya en lo absurdo.

Y resulta ser que las agencias que desde el Capitolio controlaba este político municipal son dos entidades cruciales para la protección del ambiente y para promover un uso racional y productivo de nuestros recursos naturales. Esas dos agencias tienen la tarea de vigilar el desarrollo económico asegurándose que produzca el menor daño al ambiente. Son o debieran ser los “policías” de la ciudadanía para asegurarse que esos recursos están disponibles para generaciones futuras. Ahora sabemos que, en el gran maremágnum que ha terminado siendo el gobierno que organizó Ricardo Rosselló, estas dos agencias, además de alimentar el pillaje del mismo grupo, son dirigidas a distancia por un político que ni siquiera sirvió como candidato a alcalde de Quebradillas.

Mientras tanto el desastre costero se intensifica, la destrucción del ambiente sigue su curso y las cenizas siguen enfermando a los habitantes de Peñuelas y Guayama.v

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