El ángel de la muerte quiere un parque pasivo

Por Rafah Acevedo / En Rojo

0. Leo con atención la prensa desde que María de Lourdes Guzmán, durante su participación en el programa radial Fuego Cruzado, declara indignada que había recibido la información de que Lorna Soto, alcaldesa de Canóvanas, pretende inaugurar un parque para el disfrute de los niños y la comunidad general que llevará el nombre de Angel Pérez Casillas. En cuestión de horas, el representante del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Denis Márquez Lebrón, condenó la designación de un parque con el nombre de Ángel Pérez Casillas y que de concretarse la afrenta la combatirá en los tribunales.

Lo cierto es que la intención de la alcaldesa es continuar una obra de su padre, de quien hereda la alcaldía, como suele suceder en la caricaturesca monarquía criolla. Esta es una obra del cazador de gárgolas y ex alcalde, Chemo Soto, su padre. Pérez Casillas fue director de Obras Públicas del municipio al salir de la cárcel. Además, cuando Fortuño era candidato a Gobernador, Pérez Casillas pretendió ser candidato a la legislatura municipal.

1. Cuando escuché la noticia sentí rabia. Recordé cuando a los 17 años, en la conmemoración del ELA (25 de julio), escuché al entonces gobernador de Puerto Rico, Carlos Romero Barceló, declarar héroes a unos policías que habían ejecutado a dos “terroristas” que resultaron ser Arnaldo Darío Rosado y Carlos Soto Arriví. Lo más siniestro del asunto es que ese mismo día, en la mañana, había leído un parte de prensa firmado por José Rafael Reguero en el que se “profetizaba” lo que ocurriría en la tarde. Reguero describía hasta el secuestro de un chofer. ¿La fuente? El notorio Julio César Andrades. Al menos ese es mi recuerdo. En la siguiente edición del periódico CLARIDAD ya se planteaba que la narrativa oficial de un intercambio de disparos era falsa, que había participado un agente encubierto y que el gobierno de Romero y los federales eran cómplices ( CLARIDAD, 28 al 31 de julio de 1978)

2. Si lo leí en el propio periódico del 25 de julio del ‘78, suponer que se trató de una ejecución extrajudicial y de un asesinato premeditado no es nada difícil. De hecho, uno de los policías acusados, Jesús Montañez, así lo confesó en las primeras vistas senatoriales que investigaron los hechos (El Reportero, XI/12/1983). El señor Pérez Casillas era el oficial de mayor rango en la escena. De manera cobarde, según todos los testigos, se alejó del lugar de la ejecución para no ser testigo ocular aún cuando los testigos, los policías participantes, son los que afirman que fue él quien ordenó los asesinatos (El Reportero, XI/29/1983 y Montañez Ortiz en El Mundo, XII/1?1983).

¿Quién era Pérez Casillas entonces? Al momento de los asesinatos del Cerro Maravilla dirigía la División de Inteligencia de la Policía. Su firma aparece en centenares de carpetas levantadas a ciudadanos por razones ideológicas.

¿Qué hizo Pérez Casillas en ese lustro posterior a los asesinatos. Mucho. Según el agente Carmelo Cruz, el coronel lo obligó a mentir (Vocero, XI/29/1983, portada); no expresó remordimiento y le parecía que merecían morir (El Nuevo Día, XI/30/1983) y además asumió toda la responsabilidad (ENDI, XI/24/1983 y El Mundo, en la misma fecha).

3. Julio César Andrades, estuvo en Cerro Maravilla aquel fatídico día. Llegó cuando arreglaban la escena. El oficial de más alto rango (Pérez Casillas) ya se había marchado. Muchos años después, Andrade todavía cuestionaba por qué las autoridades detuvieron la pesquisa de Maravilla sin tocar al responsable del operativo, Pérez Casillas, y al coronel Desiderio Cartagena (Primera Hora IV/20/2010). Se me dirá que Andrades es un criminal y una fuente poco confiable. Respondería que solo quien a participado de la vida criminal sabe perfectamente los pormenores de la vida delictiva. Así es el caso de Alejo Maldonado, que para las mismas fechas dirigía un grupo de policías del CIC que tuvo a nueve de ellos en la cárcel, convictos de asesinatos y robos. Pérez Casillas, entonces, desde la División de Inteligencia, tuvo a los suyos. La relación entre la policía, agencias federales y terrorismo de la derecha cubana era evidente y brutal. Su momento más bajo ocurrió el 24 de marzo de 1976 con el asesinato de Santiago “Chagui” Mari Pesquera mientras su padre, Juan Mari Brás, era candidato a la gobernación de Puerto Rico por el Partido Socialista Puertorriqueño(PSP). Pero aquel año 1978 en particular, la “división” de Pérez Casillas estuvo muy activa en compañía de grupos terroristas de la derecha cubana y agencias federales:

Ángel Luis Pérez Casillas. foto: Archivo CLARIDAD

2 enero de 1978: Colocan bomba en oficinas del entonces Presidente del P.S.P. Lic. Carlos Gallisá.

28 de febrero de 1978: Estalla bomba en residencia del Secretario General del P.S.P. Lcdo. Juan Mari Brás, en urbanización University Gardens.

3 marzo de 1978 (natalicio de Juan Antonio Corretjer): Bomba en agencia de Viajes Girasol

4 julio de 1978: Los Comandos Revolucionarios Armados, dirigidos por el agente encubierto Alejandro González Malavé, asaltan el cuartel de policía de la Universidad de Puerto Rico, robándose 7 radios portátiles.

8 julio de 1978: Tirotean oficinas del Comité Central del P.S.P. en Río Piedras, en horas de la madrugada.

8 julio de 1978: Tirotean residencia de la ex-esposa e hijos del Sub-secretario general del P.S.P. Carlos Gallisá.

15 julio de 1978: Tirotean casa de ex-gobernador Luis Muñoz Marín. Un Volkswagen rojo con tres ocupantes efectuó disparos de escopeta contra cuartelillo, ubicado a la entrada. El Frente Armado Anti-Imperialista se adjudicó dicho atentado. Dirigido por el agente encubierto Alejandro González Malavé.

20 julio 1978: Colocan una bomba en correo de Ciales. Se utilizó el mismo Volkswagen rojo parecido a los que atacaron a la residencia del ex-Gobernador Luis Muñoz Marín.

25 julio 1978: Asesinatos del Cerro Maravilla donde resulta herido en el dedo meñique el susodicho Alejandro González Malavé.

En los meses subsiguientes del año 1978 se colocaron seis artefactos explosivos en actividades del PSP, o en agencias de viajes que organizaban visitas a Cuba.

4. En los años que quedaban de esa administración del PNP el terrorismo de estado no descansó. La represión se exacerba otra vez el 28 abril de 1979 con el asesinato de Carlos Muñiz Varela. Unos meses después, el 11 de noviembre de 1979, asesinan en la cárcel de Tallahasse, Florida, al militante independentista y luchador por la salida de la Marina Norteamericana de las isla de Vieques y Culebra, Ángel Rodríguez Cristóbal. Y como culminación de la impunidad, el 14 enero de 1980 estalla una bomba en el Colegio de Abogados. Poco después son arrestados el teniente de la Marina y encargado de sus relaciones públicas, el teniente Alex de la Zerda, el terrorista cubano René Fernández del Valle y el empleado federal José López. Fueron absueltos por lo que se llama vulgarmente, “tecnicismos de ley”.

5. Hace muchos años, durante mi primer término como director de En Rojo, recibí una carta de puño y letra, en papel amarillo tamaño legal, de Antonio (Poty) Córdova. El licenciado Córdova estaba preso en una cárcel federal. Mi recuerdo es que estaba allí por un caso de drogas.

Pérez Casillas, el juez Laffite y el alguacil federal. Fotos archivo CLARIDAD

En la carta, Córdoba alegaba que en una fiesta celebrada el 25 de julio en las tempranas horas de la noche en un muelle, Romero Barceló, a la sazón su amigo, le confesó que sabía de antemano los pormenores de lo que sucedería en Cerro Maravilla.

Que conocía y que los asesinatos fueron planificados de antemano lo sabemos porque el propio Romero lo confesó “off the récord” a Woodbury, un periodista de la revista Time y a Roberto Fabricio, un periodista cubano (de derecha, no un agente castrista) que dirigía noticias en el periódico de los Ferré Rangel.

No publiqué la carta, ni la reseñé, porque no hubo manera de corroborar los datos que daba Córdova. Era un testimonio muy difícil de sostener dada la naturaleza de las muchas acusaciones éticas que recibió Córdova antes de su arresto y convicción.

Dejé de trabajar por poco más de una década en el periódico. No le di seguimiento a ese asunto. Solo sé que Antonio Córdova González escribió un libro, El Cartel de la avenida Chardón. No, no lo he leído.

6. Creo que debería estar más o menos claro que Pérez Casillas es un personaje protagónico en un período oscuro en el que el Estado persiguió, hostigó, agredió y asesinó por razones ideológicas. Angel Luis Pérez Casillas fue por décadas un agente estatal al servicio de la represión. Nunca ha demostrado arrepentimiento ni piedad por los crímenes que cometió, ni por los que fue acusado y convicto. Nunca se ha referido a aquellos años como una etapa en la que se violentaron los derechos de miles de personas. Aún al día de hoy, en una carta en la que le pide a Lornna Soto que retire su nombre del parque pasivo en Canóvanas, demuestra haber desarrollado empatía por los seres humanos que no piensan como él. Por el contrario, a la provocación de homenajearle el la llama “defensa de su carácter”. Se atreve a hablar de “convivencia” y “paz social” un hombre que vivió de la persecución y de la guerra interna y el asesinato. Llama fanatismo a un pueblo organizado en repudio a la afrenta que comete la funcionaria municipal. Llama odio a la respuesta de un sector que lo que pretende es no rendirle pleitesía a quien ordenó ejecutar sin contemplaciones a dos personas. Su lenguaje, en una carta que no vamos a reproducir porque es ofensiva, es evidencia de que el ex reo sigue siendo un defensor de lo peor de una narrativa que en el pasado causó violencia y muerte y que hoy pretende repetirse gracias a la ideología de odio de los Soto y una administración corrupta e ideológicamente reaccionaria.

Artículo anteriorEstamos Unidos de Am(ores)érica
Artículo siguienteBolsonaro y la censura sin fronteras