El arte de la paciencia: La talla en madera

 

Especial para En Rojo

“A la memoria de mi Madre… por su amor”

Fotos por: Elizabeth Rodríguez Sánchez

La destreza de la paciencia, la visión de vida, la conversación de un artesano que sana su vida frente a un pedazo de madera. El arte de visualizar imágenes dentro de lo que para los demás es un simple desecho. Y es que, la madera le habla y le señala el camino por donde deslizar su cuchilla hasta encontrar la imagen oculta pero que se presenta ante sus ojos de escultor-tallador. Un artista sin límites y sin tiempo: en un minuto, y frente a nuestra mirada sorprendida, transforma una lata de refresco en una mariposa apoyada en una base del mismo material.

Sus ideas creativas se manifiestan para este artista ceibeño (nació en Ceiba, el 29 de noviembre de 1943) que ha dedicado su vida a expresarse con la ayuda de desechos de madera que mágicamente convierte, a través de su talento genuino, en una pieza de arte que indudablemente al observarse es imposible no admirar y sorprenderse. Nos referimos a don Ángel Rosario Tufiño, a quien apodan Tony, La Mula, cuyo mote él explica se debió al modo en que durante varias décadas mantuvo a su familia vendiendo por las calles de Ceiba pastelillos a 15 centavos, acompañado por su mula. Con cuatro hijos, tres varones llamados César (por ser resultado de cesáreas) y una hembra: Eva Luz, de quienes habla con marcado orgullo y la felicidad de un padre que se alegra del éxito de su familia.

La figura de don Quijote realizada por el artesano nos recibe frente a su hogar.

Al visitarlo por primera vez, es fácil reconocer la ubicación de su residencia, frente a la que se observan esculturas de tamaño humano creadas en cemento y forradas en mosaico, tales como una mujer taína, un Don Quijote de la Mancha, un búho (múcaro), un pelícano, una carreta con bueyes, una mariposa rodeada de ángeles, y un cordero.  La destreza artística de don Ángel es multifacética, éste artista con expresiones tan diversas como las de: talla en madera y coco, mosaico, pintura, escultura, e inclusive figuras moldeadas en una lata de refresco, nos invita a reflexionar sobre los espacios que le rodean y que con tanta creatividad recrea para el disfrute visual.

Don Angel Rosario Tufiño nos dice «tienes que ser cuidadoso y evitar poner tus dedos frente a la cuchilla.» Foto Elizabeth Rodríguez Sánchez

Cuando entramos a su hogar, nuestra mirada se desplaza por cada rincón donde habitan sus obras y se despierta la curiosidad por conocer cómo se logra tanto arte y se mantiene la humildad. Nos enfrentamos a las interrogantes cuando observamos la inmensidad de tres esculturas, cerca de las cuales nos sentimos pequeños, y es que cada una de las mismas alcanzan más de cinco pies de altura. A la izquierda, un indio montado en un caballo como si galopara frente a nuestros ojos; inmediatamente después la figura de un búho (múcaro) de nuestro tamaño; y finalmente la figura de otro caballo en su tamaño natural: todas esculturas talladas en madera.

Don Ángel nos recibe con lo que muchos creen desaparecido: esa hospitalidad, esa bondad y esa generosidad puertorriqueña que indudablemente nos convierte en un país singular. Y es que allí, en una pequeña mesa se manifestó el agasajo convertido en parte de nuestra gastronomía boricua: arepas, bacalao frito y una taza de café negro. Así también, y para llevar: un racimo de plátanos, uno de guineos verdes y varias panas. Entonces, nuestra memoria nos invita a recordar el concepto del puertorriqueño que disfruta ofrecer su hogar para compartir una buena conversación acompañada de obsequios propios de nuestra cultura con la esperanza de que pronto se repita la visita. Esas ideas las reafirma don Ángel al comentarnos que: “para poder conocer bien a una persona, debes visitarla”.

Cotorra sobre tronco tallada en madera. Fotos: Elizabeth Rodríguez Sánchez

Entonces, comenzamos nuestro recorrido entre piezas artesanales de diversos tamaños: un enorme, hermoso e increíble múcaro o búho (mide aproximadamente 5 pies con 11 pulgadas) tallado de un árbol de caoba que cayó durante el huracán Hugo y que le tomó aproximadamente un mes en tallar. Luego, nuestro recorrido visual nos provoca una especie de panorámica visual que nos lleva a sorprendernos frente a una gran variedad de aves: San Pedrito (el ave nacional de Ceiba), reinitas, cotorras, búhos (múcaros), pelícanos, reina mora (macho y hembra), ruiseñores, canario de mangle, entre muchas otras variedades. Así también, mariposas, pelícanos, gallos y coquíes, entre otras piezas.

“La basura…es mi fortuna” es la premisa de vida para don Ángel, quien confiesa que, gracias a ello, parte de su sustento económico ha sido resultado de haber aprendido a ver lo que otros botan con posibilidades de transformación artística. Así, lo que para otros resultan ser desechos, para este artesano se convierten en material con el que realiza sus obras: pedazos de madera, troncos, patas de camas, latas de refrescos, entre otros les sirven como manera de reciclar convirtiéndolos en esculturas. Don Ángel opina que en las escuelas deberían enseñarles a los niños a convertir la basura en arte, así como él hace.

¿Qué siente cuando talla la madera?, le preguntamos y nos expresa que puro entusiasmo y profunda felicidad. Y se nota, en su brillante mirada y la alegría con la que comenta hacer lo que lo hace feliz. Nos afirma que, para él, “ser artesano es ser el reflejo de Dios, de Jesucristo nuestro diseñador: ese santo hombre que fue independentista, socialista y nacionalista”. Don Ángel, nos plantea su filosofía de un Cristo que estuvo muy presente en la vida comunitaria de sus tiempos. Que inclusive defendió a la mujer y a sus derechos como ser humano: en la figura de María Magdalena.

¿Sus maderas favoritas? la caoba, el roble, la teca y la más gentil de ellas por ser más fácil para tallar: el cedro. Este artesano autodidacta nunca tomó un curso de arte, a cambio, se compró un libro sobre aves para conocer sus características y particularidades. Adicionalmente, cada vez que encontraba una figura de pájaro la compraba para tener un modelo real para lograr tallarlos. De ese modo y con disciplina, logró despertar al artesano que lleva dentro y que con numerosas piezas talladas y vendidas sirve de ejemplo para que otros sepan que se puede alcanzar las metas que se propongan.

Parte de su inspiración es, precisamente, esa transformación que este artesano logra con sus manos, y que cuando nos habla de su filosofía de vida lo traduce en una de las imágenes que encontramos expresada en el mosaico ubicado frente a su hogar y que don Ángel nos explica de la siguiente manera: “esa mariposa rodeada de ángeles nos recuerda que hemos sido gusanos, oruga, crisálida, para poder convertirnos en mariposa”. Porque todo es parte de una transformación y un suceso histórico que se entreteje para significar algo más profundo en la vida y la existencia de los seres humanos. Por ello, finalmente comprendemos, lo que don Ángel Rosario Tufiño nos quiere expresar en las palabras textuales del libro escrito por Robin S. Sharma: El monje que vendió su Ferrari y que leemos en un rótulo que el artesano colocó en la puerta de su hogar para expresar su visión de vida, y que lee de la siguiente manera:

“Cuando te inspira un objetivo importante, un proyecto extraordinario, todos tus pensamientos rompen sus ataduras: tu mente supera los límites, tu conciencia se expande en todas direcciones y tú te ves en un mundo nuevo y maravilloso. Las fuerzas, facultades y talentos ocultos cobran vida, y descubres que eres una persona mejor de lo que habías soñado ser.”

Entonces, ¿qué nos impide convertirnos en esa persona mejor de lo que hemos soñado ser, y permitimos que un objetivo importante para nosotros se convierta en ese proyecto de vida extra-ordinario que provoque que nuestra mente supere sus propios límites hasta llegar a un mundo maravilloso y genuino?, como bien expresa Robin Sharma y practica don Ángel.

 

 

 

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