El artista del cristal Eddie Ferraioli exige respeto para su obra: La vorágine del tiempo

 

Especial para En Rojo

Como dice el antiguo adagio, “Nadie es profeta en su país” a menos que tengas una pala (utilizó la palabra en sentido figurado) que te allane el camino. En la antigua Grecia, los dioses del Olimpo tenían sus jerarquías y confabulaban unos contra otros. Por su parte, en el mundo académico, a los cincuenta y seis años, ya eres una vieja, desde la óptica de un millenial, que nació y se ha criado con el boomde la tecnología. No olvido cuando un estudiante, discutiendo un ensayo, me dijo que yo era una doñita como su mamá y para esa época, sólo tenía 48 años. Quedé aterrada. Si me ve ahora quizás pensará: es la hermana momificada de Tutankamón. Como dice Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.” En este país, como en muchos, no hay memoria histórica; el trabajo arduo y las canas no se respetan. Para muchos, el arte está dirigido a una minoría, capaz de entenderlo, que sabe apreciarlo y puede comprarlo.

Hoy (9 de abril de 2021) leí el artículo “Oasis para el arte” publicado el 17 de septiembre de 2010, en el periódico Primera Hora. Al finalizarlo, comprendí un escrito que hiciera ayer, el artista Eddie Ferraioli en su página de Facebook. Sus palabras eran de indignación, molestia, pero al mismo tiempo, subyacía un grito de dolor e impotencia. La Plaza Blanche Kellog, de la Ciudadela de Santurce, como mencionan en el artículo, contaba con el majestuoso mural La vorágine del tiempoun mosaico de Eddie Ferraioli, con medidas de 8 pies de alto, 48 pies de ancho, 384 pies cuadrados de cristal cortado y pegados por el artista y su esposa Mari. Es importante saber, que el artista utilizó cristal y no losetas, por lo tanto, hay que trabajar con más cuidado y atención. Este inmenso mural le tomó un año y medio de ardua labor para crear sus ocho paneles que cuentan, con un total de cristales que oscilan, entre los 3,000 a 15,000 mil piezas. Lo imagino, junto a Mari, en su taller, dedicados a colocar cada pieza de cristal en el lugar preciso, para darle forma al mensaje artístico que quería transmitir. Lamentablemente, hay cosas incomprensibles en este país. Este inmenso mosaico fue removido de la famosa Ciudadela, cuando supuestamente los que habitan el lugar son personas educadas y con poder adquisitivo, porque no todos podemos vivir allí. “El hábito no hace al monje” y menos lo distingue. Uno espera que por lo menos, los que allí residen, se hubiesen opuesto a que esta obra de arte, después de haber sido comisionada a Ferraioli, fuera removida. Me pregunto ¿no habrá una mano siniestra detrás de este vil acto?

El mundo del arte, como el de las letras, es uno de envidias y un amigo me lo describió a perfección: “el mundillo de las letras es muchas veces siniestro.” Palabras fuertes pero certeras. Yo me alegro del triunfo de mis amigos, pero no todos piensan igual. Y ¿qué pasa con el Museo de Arte de Puerto Rico? ¿Por qué no exhibe esta impresionante obra? Será que en sus paredes solo cuelgan piezas de aquellos que pertenecen a un pequeño grupo de una cofradía de la cual Eddie Ferraioli no forma parte. Cuando fui profesora en el Recinto de Utuado de la Universidad de Puerto Rico, se inició con un Jardín Escultórico y muchos nunca lograron comprender el concepto. Algunos cuestionaban por qué invertir dinero en metal y varillas de obras realizadas por los venezolanos Asdrúbal Colmenares y Karim Borjas. Además, cuando uno cruza el umbral de la entrada principal del recinto, lo recibe Colmena de lunade Heriberto Nieves, una de las mentes que organizaron el jardín de esculturas. Todavía hay quienes piensan que deben removerlas.

Ahora que trabajo en el Recinto de Ponce, sucede lo mismo, con la escultura Recta Ratiodel escultor catalán Camí. El artista ubicó su pieza gigantesca en el sur, pero orientada hacia el norte, porque como dijo Mario Benedetti: “El sur también existe.” Tristemente, muchos desconocen el nombre de la obra a la que llaman el sartén. Pocos saben, del Simposio Internacional de Escultura en el 2004, para celebrar el Centenario de la Universidad de Puerto Rico. Se construyeron esculturas en los once recintos, con la participación de artistas de varios países: Puerto Rico, Italia, Francia, Israel, Cataluña (recordemos que los catalanes son catalanes y olé), Japón, Holanda y Argentina. En la UPR- Utuado se encuentra la del holandés Mark Brusse, titulada All this and much more. Me parece oír las burlas de los catedráticos, porque la escultura simula una pirámide de cinco escalones, decorada con 45 figuras de metal, unas antropomórficas, otras zoomórficas, rindiéndole tributo a la naturaleza. A veces pensamos que los docentes son cultos, porque tienen doctorados, cuan equivocados estamos. Por eso, en Utuado, me fascinaba compartir, dialogar, con los empleados no docentes, los del taller, que ayudaron a los escultores a montar estas piezas. Aunque no me crean, ellos sí entendían las esculturas, aunque muchos no tenían estudios universitarios. La sabiduría no tiene que ver con títulos, ni rangos.

Reitero que sacar este mosaico inmenso de la Ciudadela, a donde fue comisionado, es una afrenta como la de Corpes.  Eddie Ferraioli le escribe en su Facebook a Nicholas Prouty, CEO de Putnam Bridge Foundation, quien según este artista, donó su obra al Museo de Arte de Puerto Rico, hace ocho años. Su mosaico fue movido de la Ciudadela sin su consentimiento. Es por eso, que me uno a la indignación del artista Eddie Ferraioli y me hago eco de sus palabras, escritas en Facebook, porque con ese acto lo minusvalorizaron. Honor a quien honor merece; Ferraioli es un Maestro del cristal, con una trayectoria de décadas y hay que respetarlo, porque a pulso, se ha ganado ese privilegio.

 

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