El binomio PNP-PPD vuelve a inclinarse

 

CLARIDAD

 

Mientras la Junta de Control Fiscal iba de la amenaza a la manipulación, pasando por el aviso del apocalipsis, buscando detener las protestas contra su acuerdo con los tenedores de la deuda, nuestra juventud más alerta estaba en la calle, con los estudiantes como vanguardia, dando un testimonio vivo de que hay futuro. Las catástrofes encadenadas durante los últimos cinco años –quiebra, huracán, emigración, terremoto y pandemia- dejaron una nota de pesimismo y hasta de fatalidad. Sin embargo, las escenas que vimos en los pasados días, con la juventud en las calles, enfrentándose a la Junta y sus aliados, anuncian esperanza. “Los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

El aguijonazo que hizo vibrar las calles y cerró todos los recintos de la UPR, se veía venir y, de primera intención, parecía haber sido tomado con resignación. Con su acostumbrado secretismo, la Junta había anunciado su acuerdo “final” con los acreedores que, según ellos, pondría fin al proceso de quiebra. La negociación la hizo un grupo de extranjeros con acreedores también extranjeros, pero el pronto pago de $10 mil millones lo haremos nosotros, que también cargaremos con la nueva hipoteca a 40 años. A pesar de la dureza del acuerdo y gracias al apoyo del gobernador del PNP y del liderato legislativo del PPD, los procónsules daban por seguro que obtendrían una ratificación rápida, para “pasar la página”. La experiencia con otra porción grande de la deuda, los llamados “bonos de Cofina”, alimentaba su optimismo. Allí también asumimos una nueva hipoteca a 40 años e, igual que ahora, era necesario acción de legislativa. A pesar de las protestas, Legislatura y Gobierno, ambos bajo el PNP, aprobaron sin demora la negociación de la Junta.

Los efectos del nuevo plan de ajuste en torno a los llamados “bonos de obligación general, que representan una proporción mayor de la deuda pública, serán más onerosos que los que Puerto Rico ya asumió en Cofina. Además del enorme pago inicial, lo negociado por la Junta nos obligarían a separar una porción significativa del presupuesto anual para el pago a los bonistas previo a atender cualquier necesidad. La austeridad extrema que hemos estado enfrentando desde 2016 se prorrogaría por largos años. Instituciones ya golpeadas, como la UPR, enfrentarías recortes aún mayores. Todo esto para pagarle a fondos de inversión que adquirieron sus acreencias a precios de remate.

No es casualidad que a la vanguardia de la actual movilización ciudadana estén los estudiantes universitarios. Desde la década del 60 del pasado siglo, han sido el grupo social más solidario, y más dispuesto a la movilización y el sacrificio. A esa disposición natural, se añade lo que las medidas de austeridad impuestas por la Junta han representado para nuestro sistema universitario, cuyo presupuesto ha estado reduciéndose año tras año, mientras aumenta la carga económica de la población estudiantil.

La lucha en las calles aplacó de un día para otro la arrogancia de la Junta. Su primera reacción fue lanzar un ultimátum, dándole 24 horas a la Legislatura para ratificar su plan. Cuando esta, cercada por las protestas, no actuó, recurrieron a su medio de prensa, El Nuevo Día, que de inmediato anunció el apocalipsis. “Auguran caos económico para Puerto Rico”, rezaba la portada de ese diario del viernes 22 de octubre. Simultáneamente, los fondos buitres, por conducto de algunos “abogados analistas”, amenazaron con reiniciar pleitos para intentar cobrar su acreencia por vía judicial. Como ante esas amenazas la protesta tampoco amainó, al siguiente día el tono era distinto. Ahora la Junta decía que está dispuesta a negociar un nuevo acuerdo con los bonistas.

Pero aun con esa disposición de la Junta a volver a la mesa de negociaciones, el liderato del PNP-PPD, buscó la manera de contemporizar. Reunidos durante el fin de semana en Dorado, donde los gritos de protesta no llegaban, decidieron aprobar el plan de la Junta. El lunes siguiente, los líderes de ambos cuerpos legislativos y el gobernador Pierluisi, aceptaron como buenos sujetos coloniales los regaños de una juez de Nueva York que tiene prisa por limpiar su calendario. Todo indica que, tras algunos retoques para intentar salvar cara, el plan de la Junta será aprobado por la Legislatura y el Gobernador. Tras ese acuerdo se emitirá nueva deuda que estaremos pagando por otros 40 años.

El golpe a las finanzas públicas será grande. Sólo esperamos que esa acción de entrega sea el último golpe que el binomio PNP-PPD le asesta al país. Durante 52 años se han turnado en el poder de la colonia acumulando muchas sombras y pocas luces. Además de disponer del presupuesto anual con pobre administración y, en muchas ocasiones para beneficiar a los amigos de la casa, acumularon la enorme deuda pública. Ahora cierran el medio siglo aceptando un “plan de ajuste” de esa misma deuda con una nueva hipoteca a largo plazo.

No obstante, las protestas en las calles con el movimiento estudiantil a la vanguardia anuncian que el País ya es distinto. Hace apenas dos años, ese movimiento popular obligó a la renuncia de un gobernador. Año y medio después, el resultado electoral de noviembre de 2020 dio las primeras señales de cambio. El binomio PNP-PPD logró mantenerse del poder colonial, pero su agarre es precario. Lo que está sucediendo en el otoño de 2021 los lanzará en caída libre.

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