El cambio climático y los ciclones tropicales

El cambio climático que experimenta nuestro planeta Tierra desde la Revolución industrial, es causado por los seres humanos. Este cambio se debe en gran medida a la concentración de gases de invernadero en la atmósfera que no pueden salir al espacio exterior. Entre estos gases se encuentran el Bióxido de Carbono, el Metano, el vapor de agua, el óxido nitroso y otros que son expedidos a la atmósfera por las industrias, los automóviles, los aviones y por otros procesos donde se usan combustibles fósiles (Principalmente Petróleo y Carbón) para producir energía.

El cambio climático está produciendo muchos efectos negativos en la Tierra. Entre estos efectos nocivos se encuentran las sequías prolongada y un exceso de lluvia en otros lugares que causa peligrosas inundaciones, la descertificación de los suelos, la emigración de muchas especies, fuegos forestales, acidificación de los mares y océanos, daño permanente a la vida marina  e intensificación de los ciclones tropicales. Un ciclón es una masa de viento y lluvia que gira en contra de las manecillas del reloj, alrededor de una baja presión y según su velocidad se clasifican en depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes de diversos tipos según la intensificación de los vientos. (De acuerdo a la escala Saffir-Simpson).  Las fuentes de energía para los ciclones son las altas temperaturas del mar. Los ciclones tropicales que llegan al Caribe se originan particularmente en el Oeste de África, pero también pueden originarse en otros lugares, como en el mismo Mar Caribe.

Los científicos que estudian el cambio climático han pronosticado durante mucho tiempo que el calentamiento global podría generar ciclones más fuertes, lo cual ciertamente causaría problemas a los seres humanos. Sin embargo, esta tendencia ha sido difícil de identificar debido a que los diferentes cambios naturales que se han suscitado en el mundo debido a este fenómeno

En las últimas décadas, la intensidad de los ciclones ha ido aumentando. El huracán Irma (2017) llegó a registrar vientos de 295 kilómetros por hora, lo que la hacen uno de los ciclones más fuertes jamás registrados en el océano Atlántico, sin tener en cuenta la zona del Caribe y el Golfo de México. Este ciclón tropical se intensificó al nivel 5 en cuestión de horas.

3 fuerzas influyen en el lugar donde azotan las tormentas de acuerdo a los expertos de la NOAA.

Los gases de efecto invernadero están calentando la atmósfera superior y el océano. Ésto se combina para crear una atmósfera más estable con menos posibilidades de que la convección de las corrientes de aire ayude a generar y acumular ciclones tropicales.

La contaminación por partículas y otros aerosoles ayudan a crear nubes y reflejan la luz solar lejos de la Tierra, lo que causa enfriamiento, la disminución de la contaminación por partículas debido a las medidas de control de la contaminación puede aumentar el calentamiento del océano al permitir que el océano absorba más luz solar.

Las erupciones volcánicas también han alterado la ubicación de los ciclones tropicales, según la investigación.

Un estudio científico sobre la rápida intensificación de los huracanes encontró que el aumento observado en una métrica de intensificación rápida del Atlántico (1982-2009) es muy inusual en comparación con la simulación de un modelo climático de la variabilidad climática multidecadal interna, y es coherente con el modelo esperado a largo plazo. respuesta al forzamiento antropogénico.

La mejor medida que tenemos que tomar frente a los ciclones tropicales, es asegurar la vida y las viviendas antes del paso del ciclón.

El autor es geógrafo e historiador.

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