El colonialismo: Antítesis de la paz

Las injusticias, como el caso colonial de Puerto Rico, mantienen al mundo fuera del añorado equilibrio. Hay un complejo sistema de normativas para sostener un supuesto equilibrio que reproduce el sistema de hegemonías y explotación, un sistema con una gran capacidad de reacomodo y supervivencia que podría llevar a la no-supervivencia de la humanidad.

Por Olga Sanabria/Especial para CLARIDAD

El equilibrio del mundo del apóstol José Martí es una utopía que deja de serlo a partir de la conciencia de los hombres y las mujeres y de la acción que dicta esa conciencia. 

La búsqueda del equilibrio del mundo tiene dos vertientes: Una por mantener el orden actual de explotación, violencia de género, exclusión, discriminación, desatención a la armonía con el planeta y el individualismo. Este es el concepto de equilibrio del mundo de las fuerzas de la reacción que buscan contener las luchas de los pueblos para así continuar su pillaje del mundo. Nuestras luchas abarcan el concepto utópico del equilibrio que aspira al cumplimiento con las necesidades del ser humano.

 En el micro hay un trabajo de base que se vuelca sobre toda índole de realidades y escenarios que incluso han posibilitado la elección de gobiernos de políticas internas e internacionales de avanzada o revolucionarias por lo cual están bajo constante ataque como es el caso de Venezuela, Nicaragua, Brasil y Lula en estos momentos.

Al decir del excelso escritor y artista puertorriqueño Eduardo Lalo, hay unos países invisibles mientras se pretende que todo lo relativo a los países dominantes sea punto de referencia para los demás. 

Vivimos en un mundo de doble estándares y tergiversaciones que Fidel Castro nos instó a descubrir, describir y combatir sin cortapisas ni rodeos. Vivimos también en un mundo donde Fidel, con Cuba, nos dio el mayor punto de referencia de lo que es la solidaridad y el internacionalismo entre los pueblos, lo que es la fe en el ser humano, en su inteligencia y sus mejores sentimientos a pesar de sus contradicciones y desniveles. 

En el mundo de doble estándares el colonialismo que combatieron Martí y Fidel con particular atención a Puerto Rico es un sistema que persiste. Quedan varios casos coloniales, incluyendo el de Puerto Rico, y no por haber disminuido deja este sistema oprobioso de ser desquiciante para el mundo y para quienes lo sufrimos. 

En el caso de Puerto Rico, la menor de las Antillas mayores, el pueblo de Puerto Rico nunca ha tenido la oportunidad para, en ejercicio de sus derechos soberanos, decidir sobre sus asuntos y su futuro. De ahí deriva la violación continua de sus derechos y su dignidad. 

El propio Estados Unidos desenmascaró su farsa en 2016 cuando las tres ramas de su gobierno afirmaron que la soberanía de Puerto Rico reside en el Congreso de ese país, que Puerto Rico nunca ha tenido soberanía originaria y que la misma fue transferida de España a Estados Unidos mediante el Tratado de París. Merece particular atención que en junio de 2016 la rama legislativa lo afirmó al adoptar la Ley PROMESA que mandata el nombramiento por el presidente de Estados Unidos de una Junta de Supervisión Fiscal dirigida a reestructurar la deuda pública y su pago por el pueblo de Puerto Rico. 

Al presente, todos los sectores políticos en Puerto Rico se expresan inconformes con la subordinación colonial de Puerto Rico y la imposición de la Junta de Control Fiscal. 

La presentación del caso colonial de Puerto Rico en las Naciones Unidas es reflejo del mundo desequilibrado en que vivimos. El magno organismo ha adoptado 37 resoluciones sobre Puerto Rico que reafirman “el derecho inalienable del pueblo puertorriqueño a la libre determinación y la independencia, de conformidad con la resolución 1514(XV) de la Asamblea General de 1960.” 

Se pronuncian sobre problemas de Puerto Rico producto de la subordinación colonial incluyendo la persecución y represión política, y los presos políticos, como Oscar López Rivera presente aquí y quien fue excarcelado en 2017 luego de casi 37 años de encarcelamiento en prisiones de Estados Unidos. “Exhortan al Gobierno de Estados Unidos de América a asumir su responsabilidad” en el caso de Puerto Rico, y desde 2016 expresan preocupación sobre la imposición sobre Puerto Rico de la Junta de Supervisión Fiscal. Valiosas como son agradecemos a muchos países, en particular a Cuba, a los copatrocinadores de las resoluciones y los Estados miembros del Comité de Descolonización.

Pero la acción de Estados Unidos ha ido en dirección contraria a esos llamados, al añadir otra especie de capa de colonialismo con el nombramiento de la Junta de Control Fiscal que ha recrudecido la realidad colonial del pueblo de Puerto Rico. 

El caso de Puerto Rico tiene urgencia, pero maniobras legales han impedido que el caso vaya más allá de las resoluciones del Comité de Descolonización. Y así el Derecho Internacional se obvia o cuando no, se utiliza para sostener un, entre comillas, “equilibrio” que es el equilibrio equivocado.

Las injusticias, como el caso colonial de Puerto Rico, mantienen al mundo fuera del añorado equilibrio. Hay un complejo sistema de normativas para sostener un supuesto equilibrio que reproduce el sistema de hegemonías y explotación, un sistema con una gran capacidad de reacomodo y supervivencia que podría llevar a la no-supervivencia de la humanidad.

La resistencia y lucha del pueblo de Puerto Rico contra su subordinación colonial sería motivo de otro escrito u otra conferencia.

Los luchadores y luchadoras vivimos nuestras aspiraciones como, al decir del poeta nacional de Puerto Rico, Juan Antonio Corretjer, las y los puertorriqueños que luchamos por nuestra independencia, vivimos la independencia como algún día la vivirá todo nuestro pueblo. Quienes luchamos por el verdadero equilibrio del mundo vivimos el pensamiento de Fidel Castro y la utopía del equilibrio del mundo de José Martí. 

Presentación en la IV Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, La Habana, Cuba, del 28-31 de enero de 2019. 

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