El conflicto judío-israelí (versus) árabe-palestino

Por Nino Gallegos

En el conflicto judío-israelí (versus) árabe-palestino, hay quienes argumentan que Palestina no tiene ningún derecho territorial, porque nunca existió, y, además, si existe, está por desaparecer, piedra sobre piedra, escombro sobre y bajo escombro.

Ahora, con la inauguración, la autorización y la imposición de Jerusalén como capital de Israel por parte de Trump-USA, quedándose los palestinos desde la reducida y la hacinada Franja de Gaza en el otro lado del muro metálico que, el Estado Sionista Israelita, les puso de por medio, las razones no son bíblicas, acaso, más territoriales que religiosas, pues para eso el judaísmo, el islamismo y el cristianismo tienen su respectivo Dios: el reduccionismo suburbano y infrahumano aplicado a Palestina es el expansionismo urbano y humano de Israel, y, la banalidad del mal, bien, gracias a Dios.

La sombra metálica del nihilismo contra Palestina, no es un asunto y problema de invisibilización social, porque, geopolíticamente, cuando se advierte un sionismo-nacionalismo de corte fascista-nazista por la capital de Jerusalén, cosmopolita y religiosa, y, a Palestina, se le siga reduciendo a escombros sobre y bajo escombros, no será nada más Trump el que se sienta orgulloso de su protectorado-protegido en Medio Oriente, porque hasta Hitler se sentirá recompensado por lo bien que los judíos, aprendieron, por su propio bien, la lección del Holocausto.

No sé por qué F. Nietzche y el nihilismo cuando abraza aquel hermoso caballo de la locura en un ser humano cuando pasó de la condición humana a la condición animal:

“Los signos se hallan en todas partes, sólo faltan los ojos para este signo.”

En la sangre árabe de la carne palestina, el fuego y la herida, el arma y la bala, el gatillo y el dedo, el francotirador y el tanque de guerra, la opresión del pecho y la represión del cuerpo, el hilo de voz y el escombro del eco, la franja y el muro, vivir en la oscuridad de Dios, de construir piedra sobre piedra lo que se destruye piedra sobre piedra, pudriéndose las naranjas en los naranjos sin flor, deshuesándose las aceitunas en los esqueléticos olivares, lo que camina y peregrina alrededor de Jerusalén es la marginalidad en la Franja de Gaza y es la miserabilidad de Israel, no sé si para la intifada las piedras y las hondas en todo lo que fue Palestina y en todo lo que es Israel.

Lo que no es nuevo y sí renovado en el conflicto judío-israelí versus árabe-palestino es la efectividad, la eficiencia y la letalidad del ejército israelita con su publipropaganda de la Pax Judía-Israelí que, a vista de todos-nosotros, todavía el Estado Sionista de Israel, se queja de que Hamas es el terrorista transgresor y agresor que tiene asolado, asediado, acosado y atacado al ciudadano israelita de Dios por todos los lugares, sitios y partes de Israel, a lo que el mundo de arriba, el cielo de en medio y la tierra de abajo deben responder enérgica y militarmente defendiendo lo que, territorialmente, a fuego y sangre, ha conquistado y colonizado el Estado Sionista de Israel con Jerusalén como capital, Dios como guía y USA como protector.

Y cuando el conflicto judío-israelí versus árabe-palestino, no es ético ni moral y menos religioso, el ser humano árabe y la condición humana palestina, por la banalidad del mal y la ejecución de la solución final, deben desaparecer del territorio en el que nunca existieron, y por ende y por ellos, los judíos-israelíes, deben prevalecer mientras la complicidad en el mundo de arriba, en el cielo de en medio y en la tierra de abajo, lo permitan, ¿por ahora, desde siempre o por siempre?

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